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Estos son los oportunistas fiscales en Europa

La competencia tributaria desleal no se produce solo en pequeñas islas del Caribe: también se da en el corazón de la UE

Oficinas del Banco Ulster en Dublín.
Oficinas del Banco Ulster en Dublín.Patrick Bolger (Bloomberg)

Hacer listas de exóticos paraísos fiscales en el Caribe es fácil. Revisar las políticas con que algunos miembros de la Unión Europea ingresan tributos que corresponden a otros, no tanto. Pero según la ONG Tax Justice Network (TJN), es igual de necesario si pretendemos terminar con la competencia desleal en materia impositiva responsable de una carrera global a la baja en la tributación de beneficios empresariales.

No son solo Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, Chipre y Malta, advierten desde la TJN. Al daño que los oportunistas siempre provocan en los fiscos de otras naciones hay que sumarle el infligido por países tan poco sospechosos de dumping fiscal como Francia, España o Alemania. Aunque no sean jurisdicciones especialmente opacas y sus tipos tampoco caigan tan bajo, se trata de economías que según el director de TJN, Alex Cobham, “tienen más éxito atrayendo flujos financieros debido a su gran tamaño”.

TJN ordena a los territorios en función de su opacidad, sus tipos impositivos, y el daño que causan a otros fiscos por su poder de captación de capitales. En la última estimación (2021), Francia ocupaba el puesto 18º porque esta ONG consideraba que el 2,1% de los abusos impositivos cometidos por las corporaciones en todo el mundo tenían lugar en su territorio. Un dato que fue de 1,6% para el caso de España, y de 1,4%, para el de Alemania. “En el abuso de impuestos corporativos hablamos de cientos de millones de dólares de pérdidas en la recaudación global anual, por eso, aunque solo sea un 1%, significa mucho daño”, dice Cobham. “Nuestro cálculo para España es que de manera directa hace perder a otros países unos 2.400 millones de dólares solo por la tributación de las empresas”.

Por pérdidas directas Cobham entiende los impuestos dejados de ingresar en los países donde esas empresas deberían haber tributado hoy. Pero también hay que incluir las indirectas, dice, derivadas de reducir los tipos impositivos en todo el mundo para evitar que las multinacionales se vayan a lugares de baja imposición. En ese caso, las pérdidas estimadas son “hasta tres y cuatro veces mayores”.

Según Lucas Millán, también de TJN, el sector inmobiliario figura entre los más opacos de España. “Las autoridades no tienen información de la titularidad efectiva en todas las propiedades que cuentan como activos de empresas extranjeras, facilitando la evasión fiscal y la especulación por parte de fondos con capitales de procedencia dudosa, además de aumentando los precios para los residentes españoles”, dice.

Sin llegar a los gravámenes efectivos de entre el 2% y el 5% con que Irlanda o Luxemburgo miman a las multinacionales estadounidenses, España tiene, en palabras de Millán, impuestos efectivos “deslealmente bajos” para las empresas de reciente creación debido a las deducciones que disfrutan. Pero “más desleal”, dice, son los vacíos legales y tratados de doble imposición firmados con excolonias como “Colombia, República Dominicana o México, que permiten a las multinacionales españolas extraer beneficios de esos países sin pagar impuestos”.

Pero por mucho daño que hagan, Francia, Alemania y España permanecen en el lado perdedor: los ingresos tributarios que les escamotean otros paraísos fiscales superan a los que ellos obtienen con sus propios señuelos tributarios. En la UE y de acuerdo con el mismo ranking de TJN, los que peor salen en la foto siguen siendo Países Bajos (responsables del 5,5% de los impuestos corporativos perdidos en el mundo), Luxemburgo (4,1%) y la república de Irlanda (3,3%). Las tres primeras posiciones del ranking corresponden a territorios británicos de ultramar (islas Vírgenes Británicas, 6,4%; islas Caimán, 6%; Bermudas, 5,7%). Nadie lo discute, dice Cobham, solo que replicar listas negras donde siempre figuran los pequeños territorios hacía que el resto de los países parecieran virtuosos en materia tributaria, cuando lo que de verdad los distingue es su poder político para ser excluidos de esos listados. La importancia de la política es evidente dentro de la UE, donde cualquier acuerdo sobre impuestos necesita el voto unánime de todos los miembros. Como dice Susana Ruiz, de Oxfam, a los países de la UE les quitaron la soberanía para fomentar la llegada de inversiones mediante acuerdos comerciales (que se negocian en bloque), pero les dejaron la posibilidad de atraer capitales dándoles libertad para diseñar sus diferentes políticas impositivas.

Una de las iniciativas que han sufrido la necesidad de unanimidad es el mínimo impositivo real del 15% en la reforma tributaria mundial diseñada por la OCDE hace un año. “Hungría ha dicho que no vota a favor porque está negociando otros fondos europeos que le convienen”, explica Ruiz. En su opinión, esta necesidad de unanimidad es la que hace que la UE mire hacia fuera cada vez que se habla de paraísos y la razón de que la Comisión Europea se limite a denunciar a Chipre, Malta, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos por prácticas fiscales agresivas que ponen en riesgo la estabilidad macroeconómica del bloque, “sin que eso se traduzca en sanciones”.

La competencia tributaria desleal también se combate neutralizando la interposición de sociedades que usan los propietarios de las empresas para ocultar su identidad. “La Comisión Europea está trabajando en una nueva directiva contra el uso de sociedades fantasma que obligará a declarar, en el momento de constituir una sociedad, quién es el propietario real detrás de todas esas sociedades en cascada”, dice Ruiz.

Mayor transparencia

Otra mejora vendrá con la obligatoriedad de los llamados informes país por país, donde las multinacionales deberán detallar los impuestos pagados, el personal contratado y las actividades desarrolladas en cada uno de los países de la UE en que estén presentes. Permitirá ver si una empresa del Ibex, por ejemplo, monta una filial en Holanda con muchos beneficios y pocos trabajadores como una fórmula para pagar menos impuestos. El objetivo, aparentemente poco ambicioso, es afearle esos comportamientos frente a la opinión pública.

En opinión de Ruiz, la solución es incompleta porque sigue habiendo países sobre los que no regirá la obligatoriedad del informe país por país, y sus números podrán consolidarse detrás de una sola cuenta. Aun así, reducir los incentivos a la competencia impositiva dentro de la UE sigue siendo una forma de evitar fricciones entre esos Estados miembros que deben aprobar por unanimidad la política tributaria.

Según Pascal Saint-Amans, arquitecto del impuesto mínimo global de la OCDE (donde trabajó hasta el pasado 31 de octubre), no hace falta que la UE incorpore por unanimidad el mínimo del 15% para disfrutar de sus beneficios. Los países interesados, como Alemania, Francia, Italia o España, pueden incorporarlo por su cuenta, explica, porque el acuerdo implica que si un tercer país cobra impuestos por debajo del 15%, Alemania, Francia, Italia o España tienen permiso para cobrarle la parte que está ahorrándose antes de enviar los capitales a ese tercer país. “Aunque no haya unanimidad, un conjunto de países de la UE puede hacer un acuerdo de cooperación ampliada, sería mejor una directiva europea, pero no es imprescindible”, dice.


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