Un tercio de los beneficios empresariales desviados ‘offshore’ llega de países europeos de fiscalidad laxa
Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica y Malta acaparan casi el 40% de las transferencias ficticias de las multinacionales a nivel global
La expresión lavado de dinero se acuñó a principios del siglo pasado y está vinculada a una figura icónica del mundo criminal: el gánster Al Capone. El mafioso de origen italiano montó una cadena de lavanderías, entre otros negocios, para blanquear la fortuna que acumuló a través de sus actividades ilícitas. Un siglo después el término permanece, pero a las tradicionales tapaderas del dinero sucio se han sumado esquemas cada vez más sofisticados para rebajar el pago de impuestos sobre negocios legales. Una estrategia en auge donde los paraísos fiscales funcionan como grandes lavadoras y algunos países comunitarios juegan un papel crucial: casi un tercio de los beneficios que las multinacionales trasladan de forma ficticia fuera de la UE hacia territorios offshore pasa antes por algún Estado miembro de fiscalidad laxa. En conjunto, Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica y Malta acaparan casi el 40% de los beneficios corporativos desviados a nivel global.
Estas son algunas conclusiones de la última actualización de The Missing Profits of Nations (Los beneficios perdidos de las naciones, en castellano), una investigación firmada por Thomas Tørsløv (Banco Nacional de Dinamarca), Ludvig Vier (Ministerio de Finanzas danés) y Gabriel Zucman (Universidad de Berkeley y NBER), que evidencia cómo la UE se ha convertido en una puerta trasera para las multinacionales hacia territorios de fiscalidad cero. El 77% de las ganancias desviadas ficticiamente desde el Viejo Continente llega a otros países de la UE en primera instancia, con Irlanda, Luxemburgo y los Países Bajos a la cabeza. Después, casi la mitad de ese dinero continúa su viaje hacia los clásicos paraísos fiscales offshore, como las Islas Bermudas o las Caimán.
La investigación, que construye nuevos indicadores a partir de datos de 2015, estima que el 36% de las ganancias globales que las multinacionales obtienen fuera del país de la matriz se desvía a paraísos fiscales y territorios de baja tributación. Son 616.000 millones de dólares al año (prácticamente la misma cifra en euros, al cambio actual), casi tres cuartos procedentes de países considerados de tributación elevada, como Alemania, España o Estados Unidos. El 35% del total (216.000 millones de dólares) procede de la UE —de empresas europeas y no europeas—, frente a los 143.000 millones (23%) de EE UU y 76.000 millones de otros países de la OCDE.
Irlanda, uno de los países comunitarios que más ha exacerbado la competencia fiscal en los últimos años, es el destinatario número uno: recibe más de 100.000 millones de beneficios corporativos desviados desde otros puntos del globo. Le siguen las jurisdicciones del Caribe y Singapur.
Las grandes corporaciones emplean tres fórmulas para trasladar beneficios: manipulan los precios intragrupo de importación y exportación, pagan intereses ad hoc sobre préstamos entre filiales o mueven bienes intangibles, como patentes, algoritmos o logotipos, a países de baja fiscalidad. Por ejemplo, Luxemburgo recibe 88.000 millones de dólares en pagos procedentes de filiales situadas en países con impuestos elevados, tanto europeos (Francia, España...) como extracomunitarios (Japón, EE UU...), pero solo se queda con 47.000 millones. El resto salta desde ahí a paraísos fiscales ubicados fuera de las fronteras comunitarias.
“Este resultado es relevante desde una perspectiva legal y política. Los tratados de la UE prohíben a los Estados miembros gravar los pagos (como intereses o regalías intragrupo) a otros países” de la Unión, señala la investigación. “Un país como Alemania puede imponer impuestos sobre los pagos a las Islas Bermudas, pero no sobre los pagos a Luxemburgo. Trasladando los beneficios primero a Luxemburgo y luego a las Bermudas, una multinacional puede eludir las normas alemanas contra la elusión (...). En la práctica, para evitar las normas contra la elusión, las empresas deben tener un nivel mínimo de actividad real en los paraísos fiscales de la UE”.
La UE no considera paraíso fiscal a ningún país de su entorno, pese a los privilegios que algunos de ellos conceden a las multinacionales. El estudio de Tørsløv, Vier y Zucman, en cambio, incluye a 43 territorios en su lista, cinco de ellos de la OCDE y en su mayoría miembros de la UE (Bélgica, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y Suiza). En todas estas jurisdicciones, el tipo efectivo del impuesto de sociedades es bajo y la ratio entre beneficios y salarios de las corporaciones extranjeras es superior a la de las firmas locales —en los demás países es al revés—.
La extrema competencia fiscal entre Estados ha llevado a la comunidad internacional a revisar las reglas fiscales globales, que fueron diseñadas en los años veinte del siglo pasado y no reflejan las dinámicas de la globalización. El nuevo marco tiene como objetivo reducir los incentivos para trasladar beneficios y elevar así la imposición fiscal a las multinacionales, pero su diseño se está viendo retrasado por obstáculos técnicos y políticos, y hasta 2024 no se espera que entre en vigor.
La UE, la más afectada
La UE es, a la vez, un coladero para los beneficios empresariales y la más afectada por los tinglados fiscales de las multinacionales: las ganancias desviadas ficticiamente suponen el 1,5% del PIB de la Unión, el doble con respecto a Estados Unidos (0,8%). Si ese dinero se quedara donde se genera, los países de elevada tributación de la UE tendrían un 20% más de beneficios para gravar y EE UU elevaría ese importe en un 10%, mientras que la cifra caería en un 55% en los paraísos fiscales, hasta en un 90% en territorios como Malta o las Bermudas.
Desde España se desviaron 14.000 millones de beneficios en 2015, más de la mitad de lo que se recauda por el impuesto de sociedades y equivalente al 1,2% del PIB. La pérdida en términos de ingresos fiscales es del 14%, una cifra que alcanza el 28% en el caso de Alemania y el 21% en Francia, en ambos casos por encima de la media europea del 18%. En EE UU el agujero recaudatorio es igual al español en porcentaje; del 5% en promedio para los países en desarrollo.
Aunque la UE pierde el doble de beneficios que EE UU en relación con su PIB, son las multinacionales estadounidenses las que desvían, en proporción, más ganancias: el 54% de ellas se va a paraísos fiscales, frente a un cuarto del resto. “Para Estados Unidos, el traslado de beneficios parece ser una estrategia de elusión fiscal más que una pérdida de ingresos fiscales. Para otras economías, parece ser una pérdida de ingresos más que una estrategia de ahorro de impuestos”, resume la investigación.
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