Las tecnológicas ponen en apuros a la isla esmeralda
Solo 10 multinacionales aportan el 53% de la recaudación del impuesto de sociedades en Irlanda
La gallina de los huevos de oro irlandesa parece haber tocado techo. Multinacionales como Twitter y Meta Platforms, que tienen sus centros europeos en Dublín, están recortando empleos a nivel mundial en medio de una desaceleración del crecimiento. Es una mala noticia para una economía nacional que obtiene una cuarta parte de todos sus ingresos fiscales anuales de empresas que ahora pasan apuros.
El fundador de Stripe, Patrick Collison, opina que 2022 señala el inicio de “un clima económico diferente”. El empresario de la firma de pagos digitales, nacido en Irlanda, despedirá al 14% de su plantilla alegando inflación, subida de la factura energética y riesgo de recesión. No es el único. Mark Zuckerberg piensa recortar el 13% de la plantilla de Meta, y Twitter, con su nuevo propietario, Elon Musk, despedirá al 50% de su personal. Alphabet, la matriz de Google, que ha levantado un extenso campus en Dublín, también se ha comprometido a reducir significativamente el crecimiento de la plantilla tras comprobar que, en el tercer trimestre, el crecimiento de los beneficios y de los resultados fue más débil de lo esperado.
Esta desaceleración golpeará con fuerza a Dublín. La isla esmeralda depende de las multinacionales, entre las que también hay grandes farmacéuticas, para aproximadamente uno de cada cuatro euros de sus más de 68.000 millones de euros de ingresos fiscales anuales, según datos del Informe Anual de Fiscalidad de Irlanda. La recaudación se divide entre los ingresos del impuesto de sociedades y el impuesto sobre la renta que pagan los empleados. En todo caso, esto subestima la vulnerabilidad de Irlanda: solo 10 multinacionales aportan el 53% de la recaudación del impuesto de sociedades del país. Su presencia supuso que Irlanda tuviera que despedir a menos trabajadores durante la pandemia, lo cual evitó que la deuda nacional aumentara por encima del actual 100% del producto interior bruto. El desorbitado mercado de la vivienda de Irlanda también es vulnerable. La inflación anual del precio de la vivienda alcanzó el 12% en agosto, superando los niveles alcanzados en los años anteriores al tigre celta de 2008, que provocaron un doloroso desplome. Las multinacionales han contribuido a alimentar este auge al pagar salarios de seis cifras a sus jóvenes empleados. Si los despidos de las empresas tecnológicas afectan de forma proporcional a Irlanda, será difícil para estos trabajadores encontrar salarios tan abultados en empresas más pequeñas. Esto repercutirá en la demanda de inmuebles, sobre todo en Dublín. El sector inmobiliario comercial también se vería afectado al reducirse la demanda de locales comerciales.
Después de 2008, los contribuyentes irlandeses tuvieron que pagar 64.000 millones de euros, el 40% del producto económico, para rescatar a sus bancos. Catorce años después, Irlanda se encuentra incómodamente expuesta a otro sector con problemas similares. No obstante, la actual crisis puede socavar el modelo empresarial nacional que ha sido parte integrante de la economía del país, de bajos impuestos y orientada al exterior. Los tipos de interés están subiendo, y el conflicto inmobiliario preexistente en Irlanda ya ha aumentado las posibilidades de que el Sinn Féin, el antiguo brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA), situado a la izquierda del espectro político, gane poder en las elecciones nacionales previstas para 2025. Si el Sinn Féin lleva a cabo su propuesta de imponer un impuesto sobre el patrimonio a las personas físicas con un patrimonio neto superior al millón de euros, la comunidad empresarial irlandesa estará muy lejos de los días de libertad del tigre celta.
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