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El rebelde con causa que revoluciona el mundo de los colchones con Jack Beds: “El sector es un poco cobarde”

Alejandro Arrufat, fundador de la compañía, factura 1,8 millones con estos artículos de cama y da empleo a 40 personas en sus siete tiendas

Alexandro Arrufat, fundador de Jack Beds.
Alexandro Arrufat, fundador de Jack Beds.Imagen cedida

Se define como el rebelde del sector de la colchonería, al que califica como un poco aburrido. Un mundo en el que parece que está todo inventado, pero que para Alejandro Arrufat, fundador de Jack Beds, es una afirmación lejos de la realidad. Inquieto en su forma de hablar y con un discurso preparado para convencer de que en su sector quedan muchas cosas por hacer, Arrufat cuenta que llegó a este mundo mientras estudiaba Comunicación.

Empezó a trabajar como comercial en una empresa de colchones (ahora uno de sus competidores directos) y pronto se convirtió en el jefe de tienda más joven. “Aprendí mucho, pero vi que no se cuidaba al cliente. Mi abuelo, que era sastre, me enseñó en las comidas de los domingos, donde nunca se hablaba de fútbol, cómo había que tratarlos. También me enseñó los tipos de telas que había, cuáles eran las mejores…”, comenta. Unas tertulias familiares que crearon poso en Arrufat y cuando su abuelo falleció decidió ponerse el mundo por montera. “Me prometí con mi mujer, dejé el trabajo y creé Jack Beds, que son las iniciales de mi abuelo Josep Maria Arrufat Capdevila, aunque con k en lugar de c”, sonríe.

En 2017 y con 27 años empezó su aventura, para la que contó con la capitalización del paro, unos 8.000 euros. “Un proyecto que no sería posible sin Andreu Estapé, el diseñador de la marca, y Max Anguita, responsable de Digitalización, y mi hermano por parte de madre”, apunta.

Localizaron una fábrica en Tarragona que confió en sus diseños y que se ajustaba a sus demandas, porque como cuenta, los grandes del sector como Flex o Pikolin no creyeron en él, “nadie quiso mojarse”, señala.

Primera tienda

Crearon tres modelos y empezaron con la venta online, que pronto dio el salto a la tienda física, “porque necesitaba el contacto con la gente”. Con 20.000 euros prestados por un amigo, abrieron la primera Jack Beds en el barrio barcelonés de Gracia y de ahí saltaron a la avenida del Paralelo. Una tienda en la que, explica, no tuvo mucho ojo comercial, y que tuvo que cerrar por problemas de solvencia de la clientela. Tras conseguir un crédito ENISA de 65.000 euros, abrió dos nuevas tiendas en Barcelona. En 2018, con varios establecimientos en marcha, apostó por un sistema propio de reparto. “Nos ha limitado el crecimiento, pero así ofrecemos la atención que queremos”.

Con solo 14 colchones en su colección, en una gama de precio que se mueve entre los 299 hasta los 1.500 euros, sus productos se distinguen por sus tejidos, donde los sintéticos han dado paso a las sedas, al algodón reciclado, al orgánico o las viscosas, y donde la gama baja y las ofertas agresivas no entran en sus planes. Unas premisas que le hacen desmarcarse de un sector que considera clásico. “También un poco cobarde. No quieren asumir riesgos. Nosotros hemos encontrado el nicho de mercado de la calidad, en un momento en el que el resto solo apuesta por tirar los precios. No hay automóviles Mercedes al 70% de descuento”, sentencia.

Sin rondas de inversión, parece que ahora sí ha llegado el momento de lanzarse a este modo de financiación. Ha cerrado una ronda entre familiares y amigos de 250.000 euros con los que, según Arrufat, quiere limpiar la deuda que supone el 10% de su facturación, que, en 2021, se cifró en 1,8 millones de euros. “Así, si quiero abrir una tienda nadie podrá vetarme esa oportunidad. Lo hago solo por eso. No necesito que nadie me diga cómo crecer. Recibir más dinero me haría perder el control y el ADN de Jack Beds”.

Con 40 empleados, cuenta con cinco tiendas en Barcelona y dos en San Cugat del Vallés. Su plan de expansión pasa por abrir este año dos más en la Ciudad Condal, “pararemos cuando tengamos ocho aquí y unas 14 o 15 en Cataluña”. Entre 2023 y 2025 quiere llegar a otras ciudades de los alrededores de Barcelona, a Madrid y al País Vasco. En paralelo, quiere introducir su marca en colchonerías de municipios pequeños. Unos planes con los que prevé duplicar las ventas. “Ahora llaman a mi puerta los que antes no me querían”, subraya Arrufat.

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