La revolución verde e inteligente cabe en una farola
LEC, una empresa de Barbate de iluminación led para ciudades, crece gracias a proyectos que permiten telegestionar las localidades desde su alumbrado
Si una ciudad con más de 70.000 puntos de luz como Sevilla decidiese cambiar de golpe todo su alumbrado público a luces led, se ahorraría unos 10 millones de euros al año, casi el 1% de su presupuesto municipal. Andrés Guerrero se detiene entre las mesas de una cadena de montaje llenas de modernas farolas a medio montar para hacer el cálculo a vuelapluma con la calculadora de su móvil. “Sería beneficio que gastar en otras necesidades”, vaticina el presidente de LEC, la única fábrica de Andalucía que, desde Barbate (Cádiz), se ha especializado en proyectos de iluminación telegestionada para ciudades. Por ahora, en la capital sevillana solo el 11% de sus luminarias son de bajo consumo —y subiendo—, pero las farolas inteligentes de Guerrero convencen a tantas localidades que su compañía no para de crecer.
Alumbrados capaces de producir energía para verterla a la red, con temperaturas de color o cambios de zonas de enfoque, incluso con detectores que miden la calidad del aire, siguen el tráfico o detectan aglomeraciones de personas; todas son soluciones añadidas para la implantación de ciudades inteligentes que ya han instalado en LEC. “La revolución de las luminarias es cada vez más rápida. Las farolas son puntos de luz y tienen energía. La iluminación es el caballo de Troya que da base a la smart city con sensores y apps que permiten el desarrollo de esa ciudad”, explica Federico Morugán, director financiero de Light Environment Control, nombre que se esconde tras las siglas de la compañía.
La firma nació en 2010 y, al poco, contó con el apoyo como socios capitalistas de miembros de la familia Hernández Rodríguez, conocidos por estar vinculados a Ebro Foods, la primera empresa de alimentación en España. Pese a los orígenes sevillanos, la sociedad limitada apostó por Barbate, un municipio pesquero históricamente castigado por tasas de desempleo superiores al 30%. “Vimos que en Cádiz había personal muy cualificado, además de la cercanía que tenemos del puerto de Algeciras. Barbate es una zona en la que se trabaja muy bien”, apunta Morugán. De hecho, la compañía rescató para sus filas a parte del personal de la malograda fábrica de Visteon, que la multinacional de componentes de automoción que cerró en 2012 su sede en El Puerto de Santa María.
LEC irrumpió hace 11 años en el mercado de fabricantes de luminarias para ciudades con una tecnología, la led, tan revolucionaria y de bajo consumo, como tan poco implantada en ese momento. “La travesía por el desierto fue dura”, rememora Morugán. No fue hasta 2018 cuando la empresa no comenzó a generar caja, tras años de amortizaciones de inversiones. El pasado 2020, el cambio de tendencia se consolidó con la llegada de la rentabilidad. A buena parte de los 50 trabajadores que tiene LEC les tocó la lotería el año pasado, tanto en el sentido figurado como el real. La sociedad cerró su mejor balance con cinco millones de facturación y 500.000 de beneficios. Y, en el sorteo del pasado 22 de diciembre, algunos de sus empleados llevaban décimos del tercer premio de la Lotería de Navidad que regó con 45 millones de euros a las ciudades de Barbate y Chiclana.
En la fábrica de 65.000 metros cuadrados son capaces de producir hasta 30.000 unidades de luminarias al año, desde las clásicas farolas fernandinas hasta modelos más rompedores. Aunque esa es solo el resultado final de una cadena que arranca con el montaje de los diodos de led en una sala blanca, aislada del polvo, la humedad y con temperaturas controladas. “Este es el corazón de la fábrica”, asegura su responsable, Jesús Miranda. De su trabajo depende buena parte del éxito de unas iluminaciones con cinco años de garantía y con una vida útil de 50.000 horas en las que se puede ahorrar “hasta un 70% de energía”, como explica Guerrero.
Desde Barbate parten los pedidos para los más de 200 ayuntamientos españoles que, a través de terceras compañías instaladoras, figuran en su catálogo de clientes. Entre ellos, aparecen desde pequeños municipios de la España vacía a los que los proyectos smart cities permiten ahorrar energía, mejorar servicios y monitorear diversas variables de sus calles a grandes ciudades como Sevilla, donde han instalado parte del alumbrado antipánico para evitar estampidas durante las procesiones de la Semana Santa.
La firma ahora se propone consolidar su presencia en los mercados internacionales, que ya suponen el 20% de su producción, gracias a proyectos como la iluminación del metro de Riad (Arabia Saudi) o del aeropuerto de Asunción (Paraguay). A eso suman su interés por reforzar la implantación de farolas con placas solares integradas que son capaces de generar electricidad que se vierte a la red. No parece que les vaya a faltar encargos en España, un país tan aficionado a la iluminación nocturna que es campeón de la Unión Europea en gasto por alumbrado público, según la Red española de estudios sobre la contaminación lumínica.
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