Inflación y correlación entre bonos y Bolsa
El régimen de inflación es determinante en la capacidad de reacción de los bancos centrales ante eventuales perturbaciones cíclicas o financieras
La correlación entre el retorno de bonos y Bolsas está abandonando niveles negativos y situándose en positivo. De consolidarse el cambio de signo, algo que ya se produjo entre final de 2020 y la primavera de este año, supondría una alteración muy relevante frente a la dinámica de los últimos 20 años, con implicaciones profundas sobre la gestión de carteras.
La historia de esta correlación tiene dos etapas muy marcadas, separadas por el cambio de siglo. En las últimas tres décadas del siglo XX, alzas en los tipos de interés —caídas en precio de bonos— convivieron con cesiones en las Bolsas, y viceversa. La correlación era cercana al 40% en promedio. En las últimas dos décadas, en especial desde 2008 y salvo alzas puntuales, el signo de la correlación entre retornos de bonos y Bolsa ha sido negativa, cercana al -35%.
La configuración de la política monetaria ante distintos entornos de inflación subyace al comportamiento entre ambas clases de activo. Entre 1980 y finales del siglo pasado se observaron elevados registros de inflación y de las expectativas a largo plazo de los agentes sobre esta variable. La política monetaria de la Reserva Federal (Fed) estadounidense y otros bancos centrales de economías desarrolladas estuvo dictada por el objetivo de control y reducción de la inflación.
Desde inicios del siglo XXI, sobre todo a partir de la crisis financiera global, los registros de inflación han sido cada vez más bajos y las expectativas sobre la evolución de los precios se han anclado en torno a los objetivos de los bancos centrales, llegando incluso a situarse por debajo en los últimos años. Con la inflación bajo control y muy reducida con relación a su objetivo, la reacción de la política monetaria ante oscilaciones cíclicas o perturbaciones financieras ha consistido en reducciones agresivas de tipos de interés (hasta alcanzar tipos cero o negativos) y un creciente recurso a la inyección de liquidez y la compra de activos (ampliación de balance). Los inversores han confiado en la denominada put de la Fed, o expectativa de que el banco central acudirá al rescate de la economía y los mercados financieros.
El régimen de inflación es determinante en la capacidad de reacción de los bancos centrales ante eventuales perturbaciones cíclicas o financieras que pudieran darse. El signo de la correlación entre retornos de bonos y Bolsa es un resultado directo de ello. Que esta variable esté tornando a positivo al hilo de la persistencia de las presiones inflacionistas y el descuento de aceleración en la retirada de estímulos monetarios es de todo punto lógica. Los gestores de carteras globales a buen seguro están tomando buena nota de ello.
José Manuel Amor y Rui da Mota Guedes son profesores de Afi Escuela de Finanzas.
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