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Los empresarios alemanes desconfían de Scholz y le acusan de “subestimar” la gravedad de la crisis económica

Acusan al canciller alemán de no tener en cuenta sus reclamaciones para imponer una serie de medidas para mejorar la economía

German Chancellor Olaf Scholz
El cancilller alemán, Olaf Scholz, durante un acto en FriburgoHeiko Becker (REUTERS)

Las cuatro principales organizaciones empresariales de Alemania están desde hace tiempo en pie de guerra contra el canciller alemán, Olaf Scholz, al que acusan de subestimar los problemas económicos del país y no tener en cuenta sus reclamaciones para imponer una serie de medidas para mejorar la situación de una economía renqueante.

La Federación de Industrias Alemanas (BDI), la patronal BDA, la Confederación Alemana de Artesanos (ZDH) y la Cámara de Industria y Comercio (DIHK) se reunieron esta semana a puerta cerrada con el socialdemócrata Scholz en un nuevo intento por transmitir sus preocupaciones al líder socialdemócrata. Sin palabras de agradecimiento o fórmulas diplomáticas, los empresarios se limitaron a escribir en un breve comunicado sobre los “importantes retos estructurales” a los que se enfrenta la economía alemana y de que están “disponibles en todo momento para dialogar” sobre la forma concreta de aplicar las medidas necesarias para contrarrestar la persistente debilidad económica de Alemania.

El descontento quedó patente en las declaraciones de algunos participantes en la reunión recogidas por el diario económico alemán Handelsblatt, que afirmaron que durante los 90 minutos que duró el encuentro “hablaron entre ellos, pero no se acercaron”. La reunión no alivió la tensión que desde hace meses se vive entre el entramado empresarial y el Ejecutivo alemán. “Todo le sigue resbalando al canciller”, dijo uno de los representantes empresariales. “Sigue sin reconocer el desequilibrio económico de Alemania”, apuntó. La opinión unánime de los presentes fue que no se mostró receptivo con los representantes de las empresas y no hubo compromisos concretos. “Scholz habló casi exclusivamente de lo que ya había hecho por la economía”, indicaron los empresarios, que posteriormente se reunieron también con el líder del partido opositor, la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz.

En los últimos días ya se había filtrado hasta qué punto los empresarios se sentían defraudados por el canciller. El hecho de que las desavenencias tras la reunión se hayan hecho públicas de forma tan evidente ilustra su distanciamiento, aunque desde el Gobierno alemán insisten en que el canciller concede “gran importancia al diálogo con la comunidad empresarial y las asociaciones”.

Los empresarios quieren que el canciller actúe de manera decidida para dar la vuelta a una situación que califican de insostenible. Alemania está a la cola de todas las clasificaciones de crecimiento, con una previsión para el año en curso del 0,1%. La economía alemana fue la única de los países del G7 que se contrajo en 2023. Todos los datos económicos hablan en contra del país europeo, los países extranjeros muestran su preocupación por si Alemania vuelve a ser “el enfermo de Europa” y el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, no duda ya en calificar la situación económica de “dramática”.

“Si Scholz cree seriamente que todo va a cambiar a mejor solo gracias al poder de sus palabras, la economía alemana tiene un problema aún mayor. En ese caso, el propio jefe de Gobierno es una desventaja para la situación, porque no quiere admitir lo que no debe ser. Y no actúa en consecuencia”, escribe el Handelsblatt.

En una entrevista publicada la semana pasada en el Süddeutsche Zeitung, el presidente de la BDI, Siegfried Russwurm, lamentó “dos años perdidos” para la economía. El líder de la asociación industrial más poderosa del país describió al canciller como un hombre que no consigue hacer nada porque siempre está ocupado alabándose a sí mismo y lo acusó de “subestimar claramente la gravedad de la situación”. Mientras, Rainer Dulger, presidente de la patronal BDA, declaró ya en enero que las empresas habían “perdido la confianza en el Gobierno federal” y que se les estaba “acabando la paciencia”.

Su descontento les llevó a enviar una carta a Scholz a finales de enero para informarle de que observaban “con gran preocupación la evolución política, social y económica” de Alemania y le exigían reformas que “promuevan un despertar económico” en el país. La misiva iba acompañada de un documento adjunto en el que las asociaciones esbozaron medidas específicas en diez ámbitos políticos, desde la reducción de la burocracia y la reforma del estado fiscal y de bienestar hasta la obtención de mano de obra cualificada y la reducción de los precios de la electricidad. En opinión de los empresarios, “en gran medida, los problemas de Alemania como emplazamiento empresarial son de cosecha propia”. “Las reformas estructurales necesarias no se han materializado en los últimos años”, indicaron. Esta evolución “ha afectado al núcleo de los cimientos económicos de Alemania. Es necesario un cambio de rumbo”, solicitaron.

Ante este panorama, los institutos económicos apuntan que Berlín no actuará realmente hasta que no se produzca una verdadera llamada de atención como, por ejemplo, que uno de los fabricantes alemanes de automóviles entre en verdaderas dificultades. “Solo entonces se darían cuenta irrevocablemente de que no podemos seguir simplemente con el viejo modelo económico”, explica Moritz Schularick, presidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel, en declaraciones a la revista especializada WirtschaftsWoche. En opinión del asesor económico, es “improbable que veamos una gran reforma en el año y medio que queda hasta las elecciones, dados los muchos tabúes que han establecido todos los socios de la coalición”.

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