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Carrefour declara la guerra a los Doritos

El veto a PepsiCo por sus precios tendrá un efecto progresivo en el lineal: se notarán a medida que se agoten los productos. La firma estadounidense aún ve posible un acuerdo

"No vamos a vender más esta marca por el inaceptable incremento de sus precios", se lee en un cartel fijado en un lineal donde antes había 7Up en un Carrefour de París.
"No vamos a vender más esta marca por el inaceptable incremento de sus precios", se lee en un cartel fijado en un lineal donde antes había 7Up en un Carrefour de París.STEPHANIE LECOCQ (REUTERS)

En el Carrefour del número 269 de la calle Alcalá de Madrid aún se podían encontrar productos de PepsiCo este viernes, un día después de que la cadena de supermercados anunciara a sus clientes que, debido a su elevado precio, va a dejar de vender género de la multinacional estadounidense con marcas tan populares como Doritos, Cheetos, Lay’s o Pepsi. “Si te fijas, la mayoría de las marcas de bolsas de patatas cada día llevan menos producto dentro”, destaca una compradora. Unos lineales más allá, el matrimonio formado por Juan Mengoya, de 71 años, y María del Carmen Germán, de 64, no se ponen de acuerdo sobre la medida de Carrefour. Mientras él la defiende porque entiende que la empresa francesa quiere potenciar sus marcas propias, ella advierte de que si “los clientes no encuentran los productos de PepsiCo aquí, los buscarán en otras tiendas”.

Las marcas de PepsiCo se pueden encontrar en casi cualquier comercio, desde grandes cadenas de hipermercados a la tienda de la esquina. Pero pronto no van a poder comprarse en Carrefour. La decisión, que se notará en los supermercados de forma paulatina en Francia, España, Italia y Bélgica a medida que se vayan agotando las existencias, está provocando polémica: por un lado, porque es poco habitual que una empresa vete públicamente a otra por motivos comerciales y, por otro lado, porque se produce tras dos años de encarecimiento de los alimentos sin precedentes. PepsiCo aún considera que se puede llegar a un acuerdo. “Llevamos muchos meses negociando con Carrefour y seguiremos dialogando de buena fe para intentar garantizar la disponibilidad de nuestros productos”, ha afirmado este viernes en un breve comunicado.

No es la primera vez que una compañía deja de comprar a un determinado fabricante, pero no es habitual que anuncie la decisión con carteles en los lineales echando la culpa al proveedor con un mensaje bastante directo: “No vamos a vender más esta marca por el inaceptable incremento de sus precios”, se lee en los carteles que Carrefour empezó a colocar en Francia el jueves. La medida, que en redes sociales y algunos medios califican como un boicot claro al fabricante, incluye a España, Italia y Bélgica, pero la cadena no ha dado detalles sobre si se informará también a los clientes de estos países con carteles. Otras marcas afectadas son los gazpachos Alvalle, por ejemplo, muy populares en los supermercados españoles.

PepsiCo anunció en octubre que preparaba una “subida modesta” de los precios en 2023, tras el incremento de 2022, y elevó sus previsiones de beneficios por tercera vez en el ejercicio. En general, los grandes fabricantes han echado el freno a las subidas en los últimos meses: aunque siguen al alza, lo hacen a menor ritmo. Mientras, los principales distribuidores europeos insisten en que sus márgenes se han visto notablemente mermados al no trasladar todas las subidas de precios de sus proveedores a los lineales.

El veto de Carrefour a PepsiCo ha sido defendido por Michel-Edouard Leclerc, presidente de E. Leclerc, la mayor cadena de Francia por cuota de mercado (seguida de Carrefour), aunque no ha aclarado si su empresa va a seguir el ejemplo de su rival y dejará de comprar productos de PepsiCo. “En los próximos meses debemos convencer a todos estos grandes proveedores que han cometido el error de incrementar demasiado sus precios que los bajen ahora o los moderen”, ha dicho en LinkedIn.

Tensas negociaciones

El precio de los alimentos se ha disparado en los últimos dos años y las negociaciones entre los grandes fabricantes y los distribuidores sobre el precio son cada vez más tensas. Francia es un caso poco habitual en Europa. La ley es bastante intervencionista en cuanto a las negociaciones entre proveedores y distribuidores de alimentos y bebidas, e incluye muchos datos concretos sobre plazos y márgenes. El Gobierno además ha presionado mucho al sector para que ajustara los precios y este año las negociaciones anuales se han adelantado a enero, dos meses antes de lo previsto, en un intento de que se traslade cuanto antes a los lineales la moderación en las subidas de precios de los alimentos, que empezaron a remitir lentamente en otoño pasado. El ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, ha amenazado con imponer impuestos especiales a las empresas de alimentación que no trasladen las bajadas de precios a los consumidores.

En la mayoría de países de la UE, incluida España, las conversaciones entre fabricantes y vendedores también están sujetas a unas condiciones legales, pero son más flexibles (en principio, las subidas de precios se trasladan antes, pero también las bajadas). Además, la Ley de la Cadena Alimentaria española establece que productores, transformadores y distribuidores deben repercutir las subidas de costes a los precios y las condiciones de los contratos se basan en este principio que se incluyó para proteger a los eslabones más débiles de la cadena de los grandes grupos, con mayor poder de negociación. Si alguien incumple, se puede denunciar y el Ministerio de Agricultura tiene capacidad para imponer multas.

La escalada de precios de los últimos meses se ha traducido en anteriores choques entre distribuidores y fabricantes en toda Europa. E. Leclerc anunció en verano que dejaría de vender productos del productor de bebidas Pernod Ricard por desavenencias de precios, aunque un tiempo después volvieron a sus lineales. La cadena británica Tesco tuvo un choque similar con Heinz por el precio de las judías y el kétchup en 2022. En noviembre, el Gobierno griego multó a las filiales de Procter & Gamble (con marcas como Ariel, Pantene y Fairy) y Unilever (Magnum, Hellmann’s y Knorr, entre otras) con un millón de euros cada una por vulnerar las leyes de márgenes del país.

"Muchos alimentos siguen por las nubes"

L. E. V.

La subida de los precios de los alimentos ha ido remitiendo en los últimos meses, pero siguen altos. Además, con la fiestas de Navidad y el inicio del nuevo año algunos productos han vuelto a subir, tanto en la cesta de la compra como en el ocio, o esa es la percepción que tienen muchos consumidores. “Nos fuimos a comer unos churros y ya nos costaron 10 céntimos más el 1 de enero”, explican Juan Mengoya y María del Carmen Germán, clientes de uno de los Carrefour de Madrid. “Hasta los palillos de dientes han subido”, se lamentan.

Por los pasillos de este Carrefour de dos plantas también se encuentra Fabiola Montoya, de 50 años, quien se opone a la decisión de Carrefour de dejar de comprar los productos de PepsiCo. “Creo que al tener variedad uno puede escoger, tanto en precio como en calidad”. Aunque no todos opinan igual. Daniel Aldana, de 26 años, considera que la decisión de supermercado de origen francés es acertada porque cree que tiene que mirar por sus propios intereses. Explica que entiende que la cadena quiera mantener ciertos estándares en precios porque de otro modo la gente va a preferir a otros sitios a hacer la compra. Aldana lamenta que ha tenido que disminuir su compra de pescado y carne porque su bolsillo no se lo permite. “Hace la de Dios que no compro salmón”, admite.

“Suelo venir a este supermercado porque tiene los atunes, los garbanzos y las galletas más económicos”, relata otra clienta del supermercado, mientras tira de su carrito. “Aunque en otras cosas, como las patatas o las aceitunas, siguen por las nubes”, afirma.

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