Puig contempla salir a Bolsa pero manteniendo el control familiar
El presidente y consejero delegado de la empresa de moda, perfumería y belleza afirma que sacar el grupo a los mercados es una de las opciones que se estudian para imponer “disciplina”
El grupo Puig ya había coqueteado con salir a Bolsa en 2008, pero ahora el flirteo ha pasado a ser un cortejo más serio. La empresa familiar fundada en Barcelona en 1914 y dedicada a la perfumería, la moda y los productos de belleza, lleva en los últimos años una trayectoria de crecimiento que la aboca a buscar acceso a capital si quiere seguir compitiendo con los grandes grupos del sector del lujo. Y la compañía ha dado algunos pasos en este sentido, que han desatado los rumores: cambios en el consejo, transformarse en una sociedad anónima (paso previo indispensable para salir a Bolsa) y contactar con bancos de inversión para preparar una hipotética salida a los mercados. El presidente y consejero delegado de la empresa, Marc Puig, hasta ahora negaba que esta posibilidad estuviese sobre la mesa, pero este viernes ha admitido, en sendas entrevistas a Financial Times y La Vanguardia, que ya lo contempla como “uno de los escenarios, pero no el único”. El ejecutivo apunta que el objetivo es imponer la “disciplina” de los mercados en la compañía de cara al próximo relevo generacional, en línea de buscar un perfil de gestión más profesional que familiar. Eso sí, está fuera de toda duda que la familia Puig seguirá con el control del grupo.
Marc Puig forma parte de la tercera generación de la familia propietaria del grupo, y ya desde hace un tiempo ha marcado una línea roja para la siguiente generación: sus miembros podrán formar parte de los órganos de gobierno, pero no del equipo directivo. “Cuando se llega a una cierta complejidad y cuando se empiezan a multiplicar los miembros de la familia, es mejor profesionalizar la gestión”, ha reiterado este viernes. Este relevo generacional justifica, para Puig, que esté estudiando opciones como la de salir a Bolsa, aunque no hay un plazo concreto para esta operación, que se llevará a cabo “en la próxima década”. “Todavía no hemos tomado ninguna decisión. Las empresas [...] en cada generación tienen que encontrar su solución de liderazgo. Nosotros escogimos una forma de organizarnos con la tercera generación, a la que yo pertenezco. Eso ha funcionado todo este tiempo y seguirá funcionando unos cuantos años más. Ahora nos preguntamos si esta solución servirá para la siguiente generación y eso ha disparado la rumorología”, abunda Puig.
La salida a Bolsa sería una opción interesante para el grupo en este contexto de relevo hacia una cuarta generación que mantendría “por supuesto” el control de la compañía, pero que tendría en los mercados una forma de imprimir “disciplina” a la empresa. “Cuando hay un cambio generacional, hay riesgo de peleas por el liderazgo, de perder la pasión o de no encontrar la solución de gobernanza adecuada. Estar sujetos al escrutinio de los mercados sacude las empresas. No es la panacea, no da toda la solución, pero sí que es un buen equilibrio entre el mercado, que te hace mirar a corto, y la familia, que ayuda a mirar a largo”, ha explicado Puig.
Expertos consultados indican que no se trata solo de una cuestión de relevo generacional, sino también de crecimiento y de entrar de una vez por todas en la liga del sector del lujo, aunque sea bajo la etiqueta de “lujo asequible”. Pero el máximo ejecutivo de la compañía asegura en las entrevistas que la empresa tiene músculo suficiente para seguir creciendo sin necesitar acceder a más capital, y que las adquisiciones de los últimos años (10 marcas en 12 años), pese a hacerle acumular deuda, no han limitado su capacidad. “Gestionamos el negocio con prudencia desde el punto de vista financiero, así que hoy hay menos flexibilidad que la que podíamos tener un año o dos antes. Pero seguimos buscando cosas”, expresa Puig.
El crecimiento experimentado en los últimos años —en 2022, Puig obtuvo un beneficio neto de 400 millones y facturó 3.620 millones de euros, más del doble que diez años antes— y la ampliación del porfolio de marcas —con Charlotte Tilbury, Kama Ayurveda, Loto del Sur y Byredo, que se suman a marcas tan conocidas como Paco Rabanne, Carolina Herrera o Nina Ricci— le han dado un tamaño a la compañía que ya le permite mirarse de tú a tú con otros grupos. Las adquisiciones de Charlotte Tilbury y de Byredo se valoraron en 900 y 1.000 millones respectivamente, un esfuerzo que se tradujo en incremento de deuda: al cierre del ejercicio anterior esta se situaba en los 1.015 millones de euros, con una ratio de 1,6 veces el ebitda (resultado bruto de explotación). Esta proporción es el triple que la del año 2021, pero Puig siempre ha destacado que es muy asumible, gracias a la buena marcha del negocio.
El presidente de Puig también ha avanzado que el grupo facturará más de 4.000 millones de euros en ventas este año, y que alcanzará los 4.500 millones en 2025. Puig, según apuntan varias informaciones y expertos, podría estrenarse en Bolsa con una valoración de 8.000 millones de euros, un tamaño que tienen empresas competidoras como Shiseido o Zegna, que ya hace tiempo que dieron el paso de salir al parqué. Muy lejos quedan aún los grandes del sector: LVMH (334.160 millones de euros de capitalización bursátil) o L’Oréal (204.210 mil millones). La salida a Bolsa de Puig sería la mayor operación desde 2021, cuando se estrenó Zegna.
La decisión todavía no está tomada, y aunque fuentes de la compañía apuntan que hay más fórmulas, además de la salida a Bolsa —buscar un socio inversor minoritario, o quedarse en la situación actual— la salida al paso de Marc Puig a los rumores confirma que los movimientos que ha ido dando la empresa en este sentido tienen la intención de abrir la puerta a esta posibilidad.
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