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La familia Álvarez pone fin a su guerra tras más de una década y se reparte Eulen y Vega Sicilia

María José Álvarez se queda el 100% del grupo de seguridad y limpieza, mientras sus hermanos controlarán las bodegas

María José Álvarez, a su llegada a la ceremonia de entrega de los premios 'Cambio16' en un hotel madrileño, en noviembre de 2022.
María José Álvarez, a su llegada a la ceremonia de entrega de los premios 'Cambio16' en un hotel madrileño, en noviembre de 2022.ZIPI (EFE)
Cristina Galindo

La familia Álvarez Mezquíriz ha puesto fin a una de las batallas empresariales más polémicas de los últimos años. Los seis hermanos han llegado a un acuerdo para repartirse el imperio que en los años sesenta empezó a levantar de la nada su padre, David Álvarez, ya fallecido: así la propiedad del grupo de seguridad y limpieza Eulen queda en manos al 100% de María José Álvarez, mientras El Enebro, firma dueña de las bodegas Vega Sicilia, será controlado por sus hermanos, Pablo, Emilio, Elvira, Marta y Juan Carlos. El pacto incluye la retirada de todos los procesos judiciales activados a lo largo de una guerra que se prolongaba desde 2010.

“Esta reestructuración determina un fortalecimiento de ambos grupos empresariales y una mayor dinamización y agilidad en la toma de decisiones que exige la actualidad económica”, han indicado las partes en un comunicado conjunto difundido este jueves. “Los hermanos Álvarez Mezquíriz manifiestan su agradecimiento a las personas ajenas a la familia que han contribuido y facilitado la consecución de este acuerdo”, han añadido.

La paz entre los Álvarez se ha articulado a través de una reestructuración accionarial de los dos grupos en manos de la familia. María José Álvarez, presidenta de Eulen y su mayor accionista con el 57%, va a tener ahora el 100% del capital. En cuanto a El Enebro, cuya bodega estrella es Tempos Vega Sicilia, será totalmente propiedad de sus hermanos, que a cambio ceden la participación del 39% que tenían en Eulen.

La pelea interna de los Álvarez cuenta con muchos de los elementos de las guerras familiares que inspiran películas y series de televisión. Las desavenencias entre hermanos tienen su origen en problemas testamentarios. Los cinco “hijos díscolos” —como se refirió a ellos David Álvarez— fueron apartados de la gestión del imperio familiar en 2010 tras un enfrentamiento con su padre, quien en 2009 había soltado las riendas de El Enebro, sociedad que agrupaba los activos familiares, y había repartido el 49% de las empresa entres sus hijos, a partes iguales del 7%. Pero poco después decidió volver y recuperar la gestión a los 82 años, contra el criterio de la mayoría de sus hijos, que le destituyeron en una controvertida junta.

Pablo Álvarez, en las instalaciones de Vega Sicilia.
Pablo Álvarez, en las instalaciones de Vega Sicilia.

El patriarca se alió con otros dos de sus hijos, y en especial con María José, con quien formó una sociedad (Daval) para aglutinar las acciones de ambos y controlar Eulen. Mientras, el otro grupo se hizo fuerte en El Enebro, con el control de las bodegas de Vega Sicilia y la cárnica Valles del Esla. En todo momento, los dos bandos mantuvieron participaciones en las dos empresas.

La muerte de David Álvarez en 2015 dio la mayoría en Eulen a María José Álvarez y, lejos de apaciguar el conflicto, lo encendió aún más. La guerra acabó en los tribunales, con denuncias cruzadas entre las partes tanto por desavenencias en el reparto de la fortuna familiar como acusaciones de “artificios contables” para maquillar los resultados de El Enebro. En 2018, la principal accionista de Eulen se quedó sola en su bando después de que el séptimo hermano, Jesús David, que en un primer momento se puso del lado de su padre, vendiera sus acciones a los cinco díscolos. Falleció en marzo pasado.

“La familia que no tenga problemas que levante la mano. La única diferencia es que algunas son más discretas y otras airean sus trapos sucios”, afirmaba en una entrevista con este periódico, publicada en noviembre de 2022, Pablo Álvarez, responsable de la bodega. Sobre las guerras familiares al estilo Falcon Crest añadía: “No creo que estas situaciones se den solo en las bodegas, pero es verdad que por el glamur que rodea al vino suelen llamar más la atención”.

Desde que David Álvarez comprara Vega Sicilia en 1982, la bodega con sede en Valbuena de Duero (Valladolid) ha ido creciendo hasta convertirse en un imperio del vino que tiene en su haber la principal marca española de lujo. El holding familiar está compuesto también por Bodegas Alión, Pintia en Toro, Bodegas Tokaj Oremus en Hungría, la finca agrícola El Quexigal y las empresas asociadas Benjamín de Rothschild (con la que elaboran en La Rioja su vino Macán) y Europvin (20%).

Las turbulencias familiares no afectaron a las cuentas de El Enebro el año pasado. La compañía ganó 25,9 millones de euros, según las cuentas anuales depositadas en el registro mercantil, frente a las pérdidas cercanas a los tres millones de 2021. El resultado neto de Eulen, que agrupa a 30 sociedades, se resintió un 73% por el incremento de costes, pero aún así ganó 12 millones en 2022. La cifra de negocio fue de 1.675 millones, un 9% más. La empresa, fundada en 1962, cuenta con una plantilla de 75.000 empleados y está presente en una docena de países.

Ahora serán las propias Eulen y El Enebro las que tendrán que afrontar, más tarde o más temprano, su proceso de sucesión. En el caso de la segunda, el propio Pablo Álvarez comentó en otra entrevista en 2020 que estaban elaborando un protocolo para encontrar un equilibro, dado que los accionistas tienen por debajo una generación con 15 descendientes. Incluso no descartaba vender la firma, si no había un relevo claro. “Sí, por qué no. No por ser miembros de la familia van a trabajar en la bodega”. Y reconocía que varios inversores se habían interesado, aunque sin hablar de precios.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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