Adiós a Marie Claire, la centenaria marca de medias que no sobrevivió a los nuevos tiempos
La centenaria marca cierra tras ser incapaz de adaptarse a los cambios en los hábitos de consumo y en los procesos logísticos del sector textil
Hace 116 años una mujer, Francisca Íñigo, decidió sacar partido a las largas estancias de su esposo, Celestino Aznar, fuera de casa. El hombre, que se dedicaba al comercio de mulas y yeguas, viajaba mucho y Francisca empezó a aprovechar esos tiempos en algo que, hasta entonces, solo había sido una afición: coser. Ambos vivían en Villafranca del Cid, un pequeño pueblo del Maestrazgo castellonense, con largos y fríos inviernos de nieve que, incluso hoy en día, aíslan al municipio. La mirada emprendedora de ambos les llevó a la creación de una pequeña fábrica, Lencería Eugenia de Montijo, donde se confeccionaban medias que Celestino distribuía durante sus viajes. Con los años, la empresa explotó las sinergias de la cercana Cataluña, con una industria textil en plena expansión, y posteriormente la aplicación de tecnologías y nuevos materiales que la situaron en la vanguardia del género de punto. Fue también el tiempo en el que se dejó atrás el boato del nombre de la emperatriz y se apostó por uno mucho más glamuroso: Marie Claire.
La fábrica de Marie Claire no solo se adelantó en la utilización de los más modernos tejidos, y a un precio asequible. También fue rompedora en la promoción de sus productos a través de un medio recién nacido, la televisión. Eslóganes como “un panti para cada mujer” y “no son medias, son enteras” inundaron los hogares españoles, incrementaron su presencia internacional y llevaron a sus directivos, ya en manos de la segunda y tercera generación de la familia Aznar-Íñigo, a convertir a la empresa en la segunda mayor productora de medias de Europa y a llegar a confeccionar 60 millones de medias al año.
Marie Claire comenzó a tambalearse con el nuevo siglo. Sus puntos flacos fueron precisamente los que habían sido sus fuertes, tal como evalúan fuentes del sector: no supo adaptarse al cambio de los hábitos de consumo y no contaba con una logística que facilitara la comercialización de sus productos, ya considerablemente alejados en precio de otras marcas que ofrecían género duradero y barato. La empresa cesó hace 15 días su actividad, después de más de 100 años durante los cuales solo la Guerra Civil logró pararla. Esta semana ha dado el finiquito a los 190 trabajadores que salieron de la firma el 1 de junio —la empresa ha accedido a mantener hasta la liquidación definitiva a 72 empleados en la planta de Vilafranca y a 33 en las distintas oficinas distribuidas por España— y tiene pendiente de presentar el concurso de acreedores en la segunda quincena de julio.
El presidente del Consejo Intertextil español, formado por asociaciones y federaciones empresariales del sector textil, Pepe Serna, conoce bien el caso de Marie Claire: “Es una historia particular porque es una de las pocas firmas centenarias”. Sin embargo, el propio Serna recuerda declives parecidos en marcas como Dusen, nacida de una escisión de la propia Marie Claire y liquidada en 2013, o Ferrys, que se especializó en ropa interior masculina y empezó su caída en 2005. Todas ellas valencianas y todas con una plantilla que rondaba o superaba el millar de personas en sus mejores momentos. “Actualmente, solo hay empresas pequeñas”, asegura Serna, que considera que la llegada de producto chino no fue el único hándicap de estas marcas, sino que el cambio en el consumo de este género y la falta de adaptación del producto y al mercado fueron también determinantes.
Salomé Beneyto es gerente de ATEVAL, la asociación de empresarios textiles de la Comunidad Valenciana. Ella destaca cómo hubo otras marcas que se especializaron y desarrollaron la parte más técnica de la confección, como pasó con la ropa deportiva. Ambos coinciden en que el caso de Marie Claire no es una muestra de la situación de un sector que califican de “estable”.
Según Serna, se vivieron dos años complicados, los de la covid, durante los que incluso algunas empresas, como Marie Claire, lograron mantenerse gracias a la confección de ropa sanitaria y mascarillas. Pero en 2022, la industria ya volvió a los niveles de 2019 e incluso superiores. En ese año, el número de empresas de textil y confección ascendió a 7.823, poco más de un 1,5% menos que el año anterior. El número de trabajadores se incrementó en un 2,5%, hasta llegar a los 131.000 y su cifra de negocios creció dos dígitos, un 13,2%. Las importaciones se incrementaron en un número importante, un 32,1%, con países como China, Bangladesh y Turquía como principales proveedores, pero también subieron las exportaciones en casi un 13%, con Francia, Italia y Portugal como principales clientes.
Pese a que los datos del primer cuatrimestre del año no son malos, el presidente del Consejo Intertextil solo los califica de “equilibrados”. El sector se divide en dos subsectores: industria textil y confección. En el caso de la industria, la cifra de negocio ha bajado casi un 5%, mientras que en confección se ha incrementado un 13,6% respecto al primer cuatrimestre del año pasado. La producción se ha reducido en ambos subsectores (7% en industria y 3,3% en confección) pero las exportaciones y el empleo se mantienen estables. Aun así, Pepe Serna muestra su preocupación porque, a estas alturas del año, siguen esperando una reactivación del consumo.
El gran reto llegará en 2025, tal como expresan tanto Serna como Beneyto (quien además es secretaria general del Consejo Intertextil), con la legislación europea de recirculación con la que la proximidad será determinante. “Vamos a tener que empezar a pensar no solo en el diseño, sino en el final de la vida de cada prenda”, adelanta Beneyto. “Será el momento en el que se apueste, por obligación, por el ecodiseño y el material reciclado”, añade Serna, que vaticina un cambio “total” en el sistema de producción europeo y un panorama “complicado” al que habrán de adaptarse todos.
También ModaEspaña, la Confederación de empresas de la Moda de España, considera que la sostenibilidad es “uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector” y, según fuentes del colectivo, la industria debe aprovechar todo el apoyo que está ofreciendo Europa para que “la sostenibilidad sea una oportunidad para todos”.
“Estamos en unos tiempos de cambios y de oportunidades en los que la internacionalización, la calidad, la sostenibilidad, digitalización van a determinar la competitividad, desarrollo y crecimiento del sector”, señala Carmen Torres, secretaria General de Federación Española de Empresas de la Confección (FEDECON) y de Moda España.
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