Ramon Gras: “Barcelona y Madrid están aún en el desarrollismo”
El urbanista apuesta por una regeneración de las ciudades basada en la economía del conocimiento
Su juventud no ha sido un problema para que Ramon Gras esté revolucionando el urbanismo global con una metodología basada en modelos digitales y al que él se ha referido como una nueva visión científica de las ciudades. Gras, barcelonés de 39 años, es investigador en la Universidad de Harvard y cofundó Aretian, una empresa que en poco tiempo ha dejado de ser pequeña. En 2018 hizo cambiar de opinión a Amazon sobre el lugar donde tenía que ubicar su segundo cuartel general. Apostó por Arlington (Virginia).
P. ¿Por qué la sede de Amazon no debía instalarse en Chicago o Atlanta?
R. De las 238 ciudades que se presentaron, Arlington es la que cumplía con los requisitos esenciales: capacidad para desarrollar un campus para 25.000 empleados, más 100.000 de los proveedores, acceso a talento a través de universidades y centros tecnológicos de primer orden, buena conexión con otras grandes áreas urbanas y suficiente atractivo cultural y de estilo de vida para atraer esos miles de trabajadores. Y puede ejercer de lobby político, por su proximidad a Washington.
P. ¿Dónde la hubiera situado en España?
R. La única zona que cumple todos los requisitos es la región metropolitana de Barcelona, pero ni siquiera sería en Barcelona ciudad, porque no tiene capacidad urbanística e inmobiliaria.
P. El diseño de la Operación Chamartín, en Madrid, ¿cómo lo valora?
R. Se plantea un poco como se hacían los distritos centrales de negocios en los Estados Unidos durante los años ochenta. Es un modelo un tanto obsoleto y que no responde a los estándares de calidad de los distritos de innovación más dinámicos del mundo.
P. ¿España tiene un problema con el diseño de sus metrópolis?
R. Sus criterios de desarrollo urbano están anquilosados en metodologías de los años setenta y ochenta, igual que la visión del crecimiento económico, que depende de la estrategia que se desarrolló a finales de los años cincuenta y sesenta, con el desarrollismo. Está totalmente obsoleto y eso dificulta que estas ciudades crezcan cualitativamente, desarrollen nuevas áreas y regeneren el tejido preexistente. Crece la población, pero la calidad del diseño urbanístico y de la especialización de industrias y de servicios de alta tecnología y de alto valor añadido está atrofiado. La mayor parte de ciudades españolas están ancladas en la tercera Revolución Industrial.
P. ¿Las metrópolis que gobiernan el mundo mantendrán ese liderazgo dentro de 50 años?
R. ¡Claramente no! Las cien áreas urbanas que crecen más a nivel cuantitativo y cualitativo tienen algo en común: No hay ni una sola ciudad occidental. Eso va a suponer un cambio en las estructuras económicas y de poder a nivel mundial descomunal. Por dar una pincelada, en 30 años China pasará de 280 millones de clase media urbana a unos 700 millones. La única manera que tienen las ciudades occidentales es competir por la economía del conocimiento.
No hay ninguna ciudad occidental entre las 100 que más crecen cuantitativa y cualitativamente”
P. ¿Se ha tomado ese camino?
R. No. Hay un estancamiento generalizado en el mundo occidental, con pequeñas excepciones, sobre todo en los Estados Unidos. Y Barcelona y Madrid están aún en el paradigma del desarrollismo, que no tiene recorrido.
P. ¿Cómo lo haría?
R. Favoreciendo deliberadamente estrategias de especialización inteligente, por la vía de crear en cuatro o cinco distritos de innovación tanto en Madrid como en Barcelona, de entre 15.000 y 50.000 empleados intensivos en conocimiento.
P. Usted reside en Boston. ¿La política allí, en lo que se refiere al urbanismo, es muy diferente a la europea?
R. Allí los grandes centros de toma de decisiones piensan a cien años vista. Las discusiones cortoplacistas pueden ser espurias o poco relevantes, condicionadas por la coyuntura.
P. ¿La ciudad de los 15 minutos es una panacea?
R. No representa tan sólo un objetivo atractivo y hacedero, sino que además es deseable porque eleva los estándares de calidad de los ciudadanos y disminuye las desigualdades sociales, económicas y de calidad de vida. Hemos analizado 100 áreas metropolitanas de todo el mundo y hemos visto que tan solo un 4,5% de sus áreas, incluso en países altamente desarrollados, cumplen los valores necesarios de la ciudad de los 15 minutos.
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