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Libranza semanal fija y alojamiento incluido: la Costa Brava busca camareros ante una “temporada excepcional”

El sector turístico de la Costa Brava de Girona hace malabares para contratar personal después de que el convenio colectivo no haya hecho más atractivo un sector que se resiste a cambiar de modelo

Una terraza en Platja d'Aro (Girona), en junio.
Una terraza en Platja d'Aro (Girona), en junio.David Borrat (EFE)

Bares en zonas turísticas que cerrarán un día a la semana, restaurantes gastronómicos que renunciarán a banquetes y menús degustación o empresarios obligados a alquilar viviendas o a ceder habitaciones de sus hoteles para que sus empleados tengan donde alojarse. Este es el panorama del sector de la restauración en la costa catalana ante la llegada de la que se prevé una temporada “excepcional” y con el problema de la falta de personal agravándose por momentos. La falta de camareros y cocineros obliga a los empresarios a hacer malabares. Los sindicatos denuncian que se sigue incumpliendo el convenio colectivo, que se renovó para —en teoría— hacer más atractivo el sector. Pero las expectativas de mejora se difuminan, y tanto los camareros en activo como los potenciales trabajadores del sector siguen señalando la proliferación de contratos y ofertas indignos que impiden conciliar “vida y trabajo”. Exigen que la inspección de trabajo actúe sin más demora.

Un ejemplo extrapolable al resto de litoral es Begur, paradigma del turismo de calidad en la Costa Brava, que pasa de 4.000 habitantes a 30.000 en verano. Sus 70 restaurantes y bares y la veintena de hoteles afrontan como pueden la temporada. A Marc Caner, dueño y chef del Diferent, le ha sido “imposible” encontrar equipos. “Necesito 15 personas y tengo 6”, resume. “Como voy bien de cocineros, yo haré de camarero”, añade. Ha tenido que cambiar el modelo de negocio: “Éramos un restaurant gastronómico, pero dejaré de hacer unos 80 banquetes, el menú degustación de 10 platos y me adaptaré también a la situación económica bajando precios”, se lamenta. Para alojar al personal ha acabado usando cuatro habitaciones del hotel de su familia que se encuentra encima del local. Sin alojamiento, imposible encontrar mano de obra en una zona donde difícilmente se encuentran habitaciones por menos de 500 euros al mes y pisos por menos de 2.000.

También le falta personal y donde alojarlo a Marcos Morales, que hace dos meses regenta el Xela, de cocina mexicana. Optó por alquilar un piso. “Es una situación muy complicada, en Semana Santa empezó una joven y se fue al acabar las vacaciones; me cité con un chico que me dijo que si no le ofrecía 40 horas, dos festivos y 2.000 euros no hacía falta ni vernos”, detalla. Xevi Pons, copropietario de Sa Barra y la Taverna Son Molas, cerrará los miércoles, como ya tuvo que hacer el año pasado. La decisión generó sorpresa, pero su argumento es claro: “No encontramos personal para hacer turnos, no nos queda más remedio”. Uno de sus socios quedó a través de una app con un cocinero. No se presentó.

Algo diferente es la situación de Ramón Borrell, por segundo verano al frente de la Pizzeta, que sirve más de 400 cenas al día en verano. Ha optado por mejorar las condiciones laborales. También ha alquilado pisos y ha apostado por evitarse problemas: “No quiero gente sin experiencia que no sepa qué llevan en los platos”, resume. Ha optado por fidelizar a su plantilla para asegurar su formación. “Abro más días y meses, aunque en temporada baja no gane tanto, y les hago un turno seguido con los descansos propios para que el ambiente sea bueno”, detalla.

El último trimestre de 2022 trabajaban en el sector turístico 512.728 personas, un 14,5% del total de la ocupación de Cataluña. En marzo el mayor descenso del paro ha sido en Girona, un 2,45%, con la incorporación de 1.678 personas al sector servicios. El sector augura “éxito absoluto de ocupación”. Maxi Rica, secretario general de UGT en Girona, cree que “el ocio y el descanso se han convertido en prioridad”. Destaca el trabajo hecho en la Carta de Compromiso Nacional por un Turismo Responsable, “el plan de trabajo de lo que deberá ser la Ley de Turismo de Cataluña que sustituya la actual, desfasada y economicista”. Los sindicatos denuncian que se sigue incumpliendo el convenio colectivo y algunos empresarios lo ven “un problema de país” y piden “control sobre las ayudas a desocupados”. Quienes buscan trabajo están “indignados” por ofertas que incumplen salario y descanso.

La realidad es que muchas ofertas tienen mala aceptación, y algunas son motivo de mofa en perfiles de redes sociales. “El problema es el modelo fomentado por el empresariado, debe construirse otro que no sea de explotación. Donde no hay presencia sindical es la jungla”, advierte Rica. Para Antonio Ferro, secretario general de la federación de servicios de CC OO, el nuevo convenio, que no firmó su formación, “no aporta avances, el sector no era atractivo y sigue sin serlo”. Critica a empresarios que dicen haber “invertido” en renovar sus negocios, pero “al personal lo consideran un gasto”. Ve “misión imposible” el relevo generacional y advierte: “Se volverán a hacer semanas de seis días, que es ilegal. Exigimos un esfuerzo para controlar el fraude”.

También lo pide Albert, que lleva 36 años sirviendo comidas al norte de la Costa Brava. Critica que tras la covid no ha habido ni una inspección. “Si no asustan al empresario, el convenio no sirve para nada”, afirma. “Seguimos fingiendo que libramos cuando trabajamos dos meses seguidos”, lamenta. María es nueva, pero cree que todo es “un paripé”. “Haces más horas, festivos y noches, y te dan 1.200 euros, una vergüenza”, denuncia. Carlos dejó un empleo precario: “No les importa dar un servicio de calidad y no pagan por él”.

La falta de formación preocupa. Las escuelas de hostelería llenan la mitad de las plazas de las salas. Para el director de la de Girona, Jordi García, “los empresarios deben cambiar la mentalidad porque los jóvenes están poco motivados, no ven recorrido en un sector que no les deja claros horarios y salario”.

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