La salida de Rusia devuelve a Renault a las pérdidas y desdibuja su recuperación
El grupo francés pierde 700 millones tras vender el negocio en el país pero muestra su optimismo con la vuelta al reparto de dividendos
Grupo Renault vive sensaciones encontradas por la evolución de sus resultados durante el ejercicio de 2022. Por un lado vio cómo volvía a las pérdidas, hasta los 700 millones, y por el otro siente que la evolución del negocio vuelve a ser positiva, con unos márgenes que marcan una mejora evidente del negocio y que le hacen ser optimistas: volverán a repartir dividendos después de paralizarlos en 2019. El resultado se explica básicamente por su decisión de salir del Rusia tras el inicio de la invasión de Ucrania, que se ejecutó a través de la venta por un euro de todos sus activos en el país a la ciudad de Moscú ante la incapacidad de mantener la actividad por el bloqueo internacional al país.
El impacto de la salida del negocio ruso, que apenas representaba una décima parte del global de todo el grupo francés, es sonoro: 2.300 millones de euros que han obligado a reelaborar las cuentas de 2021. Le ha ido bien, no obstante, para reducir la deuda. Luca de Meo, consejero delegado del grupo Renault, siempre defendió que era una operación necesaria, porque la imposibilidad de llevar suministros a sus plantas impedía fabricar y obligaba a mantener la carga del empleo (45.000 trabajadores), quemando recursos en un momento en el que la marca del rombo los necesita para su relanzamiento. Las pérdidas son abultadas, como demuestra el contraste de resultados entre 2021 y 2022: 967 millones de beneficio neto a 700 millones de pérdida neta.
Pese a esas pérdidas, Renault se muestra satisfecho con la evolución de 2022. La primera señal es su anuncio de volver a repartir dividendos, por un importe de 0,25 euros por acción, reparto que llevará a la junta de accionistas. Los ingresos del grupo, pese a no contabilizar ventas en Rusia, crecieron un 11,4%, hasta los 46.391 millones de euros, y el margen operativo se más que duplica, pasando a los 2.595 millones de euros, aproximándose a sus objetivos: representa el 5,6% de los ingresos. A esa evolución se suma la aportación en forma de dividendos de Nissan, 526 millones correspondientes a los primeros nueve meses de su ejercicio fiscal.
“2022 ha cumplido con creces sus promesas: con resultados por encima de nuestros objetivos iniciales y de las expectativas de mercado expectativas”, señala De Meo en un comunicado, en el que da por cerrada la “Resurrección” de Renault, tal y como se llama la primera fase de recuperación del grupo en el plan que elaboró el ejecutivo milanés a su llegada. Esa primera fase, dice, llega tres años antes de lo previsto y le permite adentrarse en la siguiente, la Renovación, que pasa por el lanzamiento de productos que irá de la mano de la alianza que acaba de refundar con Nissan y Mitsubishi.
La fortaleza del negocio de Renault es visible en la recuperación de la cartera de pedidos, que alcanza niveles récord de 3,5 meses (480.000 coches frente a los 336.000 de un año antes), aunque es un dato que también se tiene que leer desde la perspectiva de la falta de vehículos por la falta de semiconductores y otras piezas para su montaje. Y las estimaciones para 2023 no son menos optimistas, con una gradual mejora del margen operativo para superar el 6% y un flujo de caja operativo situado en torno a los 2.000 millones de euros. Parte de esa mejora tiene que ver con el alza de los precios de los vehículos vendidos, de 9,7 puntos, y un sacrificio del volumen de ventas para sacar mayor rentabilidad a cada unidad vendida.
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