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Así funcionará el límite sobre el precio del gas en Europa

El mecanismo se activará cuando el mercado holandés supere los 180 euros por megavatio hora, pero incluye varias cláusulas para evitar riesgos financieros o de seguridad de suministro

Ignacio Fariza
Precio del gas
El primer buque metanero en descargar en la regasificadora flotante de Wilhelmshaven, la primera de Alemania.POOL (REUTERS)

Europa quiere evitar a toda costa que se repita el episodio del pasado verano, cuando el precio del gas natural se disparó por encima de 350 euros por megavatio hora (MWh), rompiendo cualquier esquema cabal. Con ese objetivo entre ceja y ceja, y tras varias semanas marcadas por la divergencia de posturas entre las capitales —con mucha más ambición en el sur y la periferia que en el centro y el norte—, los Veintisiete acordaron este lunes un tope sobre el precio del gas en el principal mercado mayorista europeo (el TTF holandés) que promete poner coto a la especulación y rebajar la presión futura sobre hogares y empresas.

¿Cómo funcionará?

El tope saltará cuando el precio del gas natural en el mercado TTF supere, durante tres días consecutivos, los 180 euros por MWh y exceda en 35 euros o más el valor de referencia de este combustible en el resto de grandes plazas mundiales. A partir de ese momento, el valor máximo a pagar será el de la cotización de esa cesta global más 35 euros. Con esta prima se trata de evitar que los suministradores prefieran vender en otras latitudes en lugar de a los países europeos, uno de los grandes temores de Alemania y Países Bajos.

En sentido contrario, el tope se desactivará cuando —también durante tres días consecutivos— el gas baje de 145 euros por MWh: los 180 euros del tope, menos los 35 de diferencial. Habrá, además, otros factores que podrían llevar a su desactivación: que se declarase una emergencia gasista a escala europea o regional, que las garantías a las empresas gasistas se disparen y provoquen inestabilidad en los mercados financieros o que la demanda de gas registre un incremento abrupto, entre otros.

¿Por qué en el mercado holandés?

Porque es, de largo, el más importante del continente y, de una manera u otra, al que están referenciados todos los demás. Así que, al ponerle techo a esta referencia, el precio en el resto de plazas gasistas europeas —entre ellas, el Mibgas español— también queda indirectamente limitado. En todo caso, si eso no sucediese, la Comisión Europea se guarda una carta bajo la manga: la posibilidad de que el alcance del mecanismo se amplíe también a todos los demás.

¿Cuándo estará activo?

A partir del próximo 15 de febrero. Hoy por hoy, sin embargo, el mercado está lejos del valor de activación: este lunes ha cerrado en 107 euros, casi un 70% por debajo. Lo sucedido este año —en el que el precio del gas ha llegado a quintuplicarse— es, en cambio, una muestra de la enorme volatilidad y de que una escalada de ese calibre no es ni mucho menos descartable si la demanda de gas en Asia —de largo, el principal actor del mercado— vuelve a resurgir.

De haber estado en marcha este 2022, el tope se habría activado durante 40 días en agosto y septiembre, según los cálculos de Bloomberg.

¿Qué implicaciones tendrá?

Muchas. En primer lugar, debería cortar en seco potenciales picos de precios para familias y empresas. Y, por tanto, también debería atenuar la parte energética de la inflación.

Sobre el papel, también tendrá un impacto sobre el precio de la electricidad. ¿La razón? Salvo en España y Portugal —donde el llamado mecanismo ibérico ha desligado los caminos del gas y la luz desde el pasado 15 de junio—, en el resto de países este combustible sigue marcando precio en las horas en las que las renovables y la nuclear no son capaces de cubrir el grueso de la demanda. Y si el gas tiene un techo, de alguna forma, la electricidad también lo tendrá cuando el gas se dispare. “En momentos pico en el mercado gasista, se va a frenar el contagio a la electricidad”, constata Alejandro Labanda, director de Transición Ecológica de la consultora BeBartlet. El mejor ejemplo, dice, es lo ocurrido el pasado verano, cuando el máximo del gas se trasladó de inmediato a los mercados eléctricos europeos.

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica.Foto: GETTY IMAGES

¿Hay riesgo de desabastecimiento?

Era uno de los principales temores de Alemania, pero es difícil que suceda. Con la citada prima de 35 euros por MWh, los proveedores de gas seguirán teniendo un incentivo para vender a Europa en lugar de al resto del mundo. Si no fuera así —algo improbable— el pacto alcanzado este lunes contempla la desactivación del tope si se registra una caída abrupta en las llegadas de gas natural licuado (GNL, en la jerga del sector, el que llega por barco), que ponga en riesgo la seguridad de suministro. El regulador europeo, ACER, será fundamental en el proceso: será el encargado de “monitorizar constantemente” el mercado gasista y, en caso de atisbar cualquier peligro, desactivarlo.

“Ante cualquier riesgo sobre la seguridad de suministro, saltará el tope”, resume Labanda. Los países del sur y la periferia han ganado la batalla en torno al valor de referencia (180 euros está a años luz de los 275 euros propuestos inicialmente por Bruselas). Pero Alemania se garantiza que, de haber la más mínima duda, la preocupación por el abastecimiento primará sobre el precio.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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