La corporación Mondragón pierde a dos de sus principales cooperativas
Los socios trabajadores de Orona y Ulma deciden por amplia mayoría abandonar el grupo empresarial
La Corporación Mondragón (antes MCC) pierde dos de sus principales cooperativas. Los socios trabajadores del fabricante de ascensores Orona y la firma constructora Ulma han acordado este viernes por una amplia mayoría abandonar el grupo cooperativo vasco y emprender en solitario su negocio empresarial. La marcha de estas dos compañías es un duro golpe para Mondragon, el referente del cooperativismo vasco, pues representan el 15% de las ventas totales y el 13% del empleo del conjunto. La desvinculación ha sido respaldada por el 70% de los votos en la asamblea de Orona y por el 80,52% en Ulma, según han informado estas compañías.
Orona y Ulma ya no pertenecen al mayor conglomerado industrial del País Vasco y décimo de España. Como hicieron Irizar (fabricante de autobuses) y Ampo (especializada en válvulas industriales) en 2008, han apostado por mantener la filosofía cooperativista, pero fuera de la marca Mondragon. De los 1.559 socios de Orona (el 89%) que han acudido a la asamblea, siete de cada diez (1.089 empleados) han respaldado la propuesta de la dirección. Ulma, un grupo que integra a nueve sociedades, se ha limitado a informar de que la ruptura con Mondragon ha sido apoyada por el 80,52% de los asistentes con derecho a voto.
Pocas horas después de conocer el desenlace, la corporación Mondragón ha divulgado un comunicado en el que anuncia el inicio de “una nueva etapa” para el grupo cooperativo, que seguirá poniendo “el acento en los valores de intercooperación y solidaridad, señas de identidad que han permitido que sus cooperativas hayan podido ampliar sus proyectos empresariales y contar con la solidaridad del conjunto en el caso de atravesar coyunturas adversas”.
La acción de Orona y Ulma ha sido coordinada en todo momento. Estas dos cooperativas, que suman 11.000 empleados, plantearon a mediados de este año su intención de cambiar el modelo de relación que venían manteniendo con la corporación. Trataron de que el congreso de Mondragon que se ha celebrado en noviembre pasado permitiera crear una nueva figura dentro del grupo cooperativo. Su pretensión consistía en dejar de ser una cooperativa de base adherida a Mondragon y crear una nueva figura de “cooperativa convenida”, a la que se acogerían para no estar sujetos a las normas aprobadas por el congreso y dejar de participar con carácter general en los mecanismos de intercooperación y solidaridad que distinguen al modelo cooperativo creado en 1956. Esta propuesta fue rechazada de plano, lo que activó un mayor descontento en las dos cooperativas.
De acuerdo con la idea que planteaban Orona y Ulma, estas quedarían exentas de la obligación de aportar una parte de sus beneficios —un mínimo del 13%— al fondo de solidaridad, destinado a ayudar a cooperativas en pérdidas. Su aportación a este fondo el pasado ejercicio fue de 2,4 millones y 1,85 millones, respectivamente. En adelante, tras consumar su desvinculación, estos compromisos económicos desaparecerán para ambas firmas.
El presidente de Ulma, Lander Diaz de Gereñu, ha asegurado hoy en una nota informativa enviada por la compañía radicada en Oñati (Gipuzkoa), que los órganos de las cooperativas de Ulma han “recibido un mandato claro”. “Somos parte del modelo de éxito que representa el modelo cooperativo vasco. Y vamos a defender y apoyar siempre sus valores. Creemos que la mejor forma de hacerlo es hacer de Ulma un grupo industrial cooperativo fuerte”, asegura.
Orona es el quinto grupo europeo en soluciones de movilidad vertical. En 2021 registró ventas por 832 millones y alcanzó un beneficio neto de 84 millones. Terminó ese ejercicio con 5.507 trabajadores, de los que 1.750 son socios cooperativistas. Ulma agrupa a nueve cooperativas y emplea a 5.500 personas (2.789 son cooperativistas). El año pasado facturó más de 900 millones y generó unos beneficios de 66 millones. Representan una cuota importante dentro de la corporación. Mondragon está formada por un centenar de cooperativas, ocho fundaciones, una mutua, 10 entidades de cobertura y 80.100 trabajadores. El año pasado aumentó un 5% sus ventas hasta los 11.404 millones y superó los 1.450 millones en inversiones realizadas durante el último quinquenio. Este año espera rebasar los 12.000 millones de facturación (6.500 millones en el área industrial).
Tanto Orona como Ulma, además de aprobar su huida, han dado luz verde para que los responsables de estas dos cooperativas traten de “promover futuras colaboraciones” con la corporación “para el desarrollo del movimiento cooperativo”. Su deseo es que las aportaciones que venían realizando a los fondos gestionados por la Fundación Mondragon “se puedan seguir destinando al desarrollo del movimiento cooperativo”, sin concretar qué tipo de acciones recibirían esas ayudas económicas.
La decisión que han adoptado entraba dentro de lo más previsible, dadas las malas relaciones que entre las partes había en los últimos meses. El presidente de Modragon, Iñigo Ucín, aseguró recientemente en declaraciones a este diario que la salida de Orona y Ulma no supondría el hundimiento del grupo: “Al contrario, este movimiento [de Orona y Ulma] ha provocado que haya más unidad entre el resto. El movimiento cooperativo es más necesario que nunca y tiene que seguir igual”.
“Mondragon quiere trasladar un mensaje en clave de ilusión”, dice la corporación en su último mensaje, “en la confianza de que el modelo cooperativo es el adecuado para enfrentar los desafíos de los mercados y para construir sociedades más cohesionadas y sostenibles”.
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