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CRISIS ENERGÉTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los tabúes del mercado eléctrico

La intensidad de la crisis energética está sacudiendo el modelo neoliberal de la Unión

Tendidos eléctricos en la zona norte de Madrid.
Tendidos eléctricos en la zona norte de Madrid.Luis Sevillano (EL PAÍS)
Andreu Missé

La intensidad de la crisis energética, agravada por la guerra de Ucrania, está sacudiendo el modelo de mercado eléctrico neoliberal de la Unión. El debate no está entre los defensores del mercado y quienes propugnan su intervención. El mercado eléctrico es de los más intervenidos. El problema es que la regulación de los mercados de gas y electricidad es claramente ineficiente. El desafío es establecer la regulación adecuada.

Hay tres fallos de la regulación. En primer lugar, se han creado mercados oligopolísticos con un reducido número de empresas que dominan en cada país, obstaculizando la entrada de más competidores. En segundo, es frecuente el descontrol de los precios hasta niveles desmesurados empobreciendo a consumidores, arruinando empresas y enriqueciendo a las grandes corporaciones. Finalmente, la integración de los mercados de gas y electricidad en la UE es muy débil.

El precio de la electricidad se establece por el sistema marginalista. Primero se utilizan las energías más baratas como la eólica, fotovoltaica, hidráulica, luego la nuclear, y si no son suficientes se recurre al gas natural, la más cara. La última fija el precio de todas. El modelo ha estallado cuando su coste se ha desorbitado y contagiado el de la electricidad.

Los fallos de este sistema ya eran evidentes antes de la invasión de Ucrania. Durante 2021, el gas se encareció un 707% en el mercado europeo de referencia, el TTF holandés, al pasar de 13,8 a 111,7 euros el MWh, según la CNMC. En el mercado ibérico, el Mibgas, el aumento fue del 508%. En 2022 los precios se dispararon mucho más en el TTF hasta los 343 euros MWh en agosto.

El sistema empezó a resquebrajarse el pasado junio cuando España y Portugal aplicaron topes al precio del gas. Fue un impulso clave para romper la dependencia del precio de la electricidad de un mercado especulativo como el TTF del gas. Los cambios decisivos llegaron en septiembre. La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, asumió que había que topar el precio del gas ruso. Después admitió que el criterio de referencia del TTF no funcionaba y puso a la CE a trabajar en un referente más representativo. Al tiempo, propuso limitar los ingresos desorbitados de las energéticas para dedicarlos a los más necesitados. Otro tipo de intervención.

Son cambios difíciles. Hasta hace poco la CE defendía con firmeza el sistema marginalista. En agosto la comisaria de Energía, Kadri Simson, aún sostenía que “la CE no había encontrado evidencias de abuso de mercado”. Pero la situación está cambiando aceleradamente. Un documento interno de la institución evidencia la astronómica especulación del mercado de gas TTF, cuyo “volumen comercializado fue 100 veces el consumo de Holanda y 10 veces el de toda la UE”. La CE investiga “cualquier posible abuso de poder de mercado en virtud de las normas de competencia”. Ya son 15 los países que piden limitar el precio. Ha sido preciso una terrible crisis y muchas víctimas para cuestionar los tabúes de un capitalismo irrazonable.

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