Falsos mitos sobre salario mínimo
California es el ejemplo desmitificador de los supuestos efectos negativos que conlleva subir el SMI
El deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores más pobres por el disparo de la inflación ha vuelto a fijar la atención sobre el salario mínimo. El Parlamento Europeo aprobó la semana pasada de Directiva Europea de Salarios Mínimos por una aplastante mayoría y está ahora pendiente del visto bueno del Consejo, integrado por los representantes de los Estados.
La directiva tiene como objetivo lograr un nivel de vida digno, disminuir la pobreza de los ocupados, que “en la Unión ha aumentado en la última década”, y reducir la brecha salarial de género. Para lograrlo prevé que los estados utilicen valores de referencia como el 60% de la mediana salarial bruta. También considera otros instrumentos como una cesta de bienes y servicios a precios reales para “determinar el coste de la vida con el objetivo de lograr un nivel de vida digno”. Precisa que “además de las necesidades materiales como la alimentación, la ropa y la vivienda también podría tenerse en cuenta la necesidad de participar en actividades culturales, educativas y sociales”.
La directiva que introduce el derecho de los trabajadores a la reparación en caso de la vulneración de las normas sobre salario mínimo, ha sido apoyada por los principales sindicatos.
En España el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), (1.000 euros) es cada vez más frecuente. En 2020, el 27,49% de las trabajadoras percibían un salario igual o inferior al SMI, frente a un 11,94% de los hombres. El colectivo se ha duplicado en una década. En 2009, percibían el SMI o menos el 15,2% de trabajadoras y el 5,6% de trabajadores, según el INE.
La Unión ha cambiado sustancialmente su postura sobre el salario mínimo. Un informe del Institute of Economic and Social Research, WSI Minimum wage report 2022, destaca el cambio radical de la Comisión Europea. Ahora propugna “una vida decente para los trabajadores”, pero “durante la crisis de 2008 presionó a los Estados para a congelar o incluso a reducir los salarios mínimos”. El trabajo señala que las advertencias de la literatura neoclásica sobre los efectos negativos de las subidas del salario mínimo sobre el empleo no se han cumplido en países como Corea, Nueva Zelanda o Reino Unido que han registrado notables alzas del salario mínimo.
Pero el ejemplo más desmitificador de los supuestos efectos negativos del salario mínimo sobre el empleo es el de California. Este estado ha aumentado su salario mínimo de forma continuada desde los ocho dólares 2014 hasta 15 dólares en enero de 2022, un 87,5% de aumento, señala el estudio Are $15 Minimum Wages Too High?, de los profesores Carl McPherson, Michael Reich y Justin C. Wiltshire. El trabajo concluye que “los aumentos del salario mínimo en California dieron a los trabajadores aumentos salariales continuados y sustanciales durante el periodo de 2014 – 2022. No detectamos ningún efecto significativo en el desempleo en general”. La experiencia de California, la quinta economía del mundo, debería estar presente en los debates sobre la próxima subida del salario mínimo.
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