Alimentos cada vez más caros: la inflación se extiende en la cesta de la compra
El índice de precios al consumo de julio muestra que los alimentos se encarecen cada vez más, mientras que otros productos han empezado a frenarse
Pese a que la inflación alcanzó en julio su mayor tasa en 38 años, el análisis detallado de los datos del INE muestra que los precios pisaron levemente el freno. Sin embargo, esa afirmación no se cumple para los alimentos, que cada vez se encarecen más. La inflación se está expandiendo en la cesta de la compra, liderada en julio por las harinas y otros cereales, cuyos importes crecieron un 7,5% con respecto a lo que se pagaba en junio. Pero también el pescado, el arroz o el café están acelerando. El fenómeno se observa igualmente en servicios relacionados con el turismo, mientras que algunos productos energéticos parecen empezar a ralentizarse.
De las 200 subclases de productos cuyo nivel de precio detalla el INE, 55 forman parte del grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas. Solo cuatro de ellas (aceite de oliva, otros aceites comestibles, legumbres y hortalizas frescas, y otros productos a base de cereales) resultaron más asequibles en julio que en junio. El resto vieron subir sus importes con la excepción de los frutos secos, que se quedaron igual. Los precios de la alimentación, por tanto, están elevándose claramente, algo que ya se veía en junio porque entonces fueron ocho las subclases que se abarataron.
Además, la subida está cobrando fuerza. Si se observa la diferencia entre cuánto se encarecía cada subcategoría en julio y cuánto lo hacía un mes antes, 25 de ellas arrojan como resultado una aceleración. En junio, con respecto a mayo, eran solo 20 las que mostraban ese comportamiento. Para Josep Maria Català Saintanes, profesor colaborador de la UOC, es sin duda una mala noticia para los hogares porque son productos difícilmente sustituibles: “No se puede prescindir de comprar ciertas verduras o carnes”, resume.
Entre las 10 subcategorías de alimentación que más subieron de precio, las harinas se llevan la palma; pero también entran algunos productos lácteos y de panadería, la pasta, la mantequilla, el agua mineral, el queso, las mermeladas y las carnes de ave y de cordero. La gran mayoría de ellas, además de encarecerse, son aceleradoras del proceso inflacionista porque en julio crecieron más que en junio. Pero no todas: la mantequilla, por ejemplo, es de los productos que más se encarecen, pero ha ralentizado su progresión, por lo que puede considerarse que está frenando la escalada.
Por el contrario, otros productos como el pescado fresco, el cacao en polvo o el café no aparecen en la lista de los que más suben, pero sí muestran una tendencia claramente ascendente. Y en la parte más baja de la tabla, las frutas dieron una sorpresa positiva porque bajaron mensualmente un 6,6%, aunque eso no significa que sean baratas respecto a hace un año, porque de mayo a junio habían subido un 11%. “Los alimentos necesitan transporte o cámaras frigoríficas y al final los costes crecen”, explica Català. El experto cree que “detrás de cada subida siempre aparece la energía, que repercute en cualquier negocio o sector”.
Carburantes más baratos
Desde el punto de vista de las variaciones mensuales, la energía dejó en julio noticias para todos los gustos. Los conductores pueden ver el vaso medio lleno, porque tanto la gasolina como el gasóleo se abarataron con respecto a junio. Sin embargo, el resto de subcategorías, más vinculadas al consumo doméstico, se elevaron. Las que más, el gas natural (un 7%) y la electricidad (un 6,4%). Para acabar de complicar las conclusiones, estas dos últimas muestran tendencias contrarias: el gas natural dio un acelerón respecto al mes anterior, mientras que la luz se frenó un poco (en junio subía más de un 9%).
En términos generales, 122 de las 200 subcategorías subieron de importe en julio, frente a 138 en junio. Desde la óptica de cuántos productos se convirtieron en aceleradores de la inflación (al progresar más que en el mes previo) aparecen 62 casos, por 67 en junio. Es decir que, en términos generales, el séptimo mes parece haber contenido el contagio de la inflación. El profesor de la UOC cree que se trata de una reacción a la política monetaria. “Al final, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal se pusieron manos a la obra un poco tarde y han subido los tipos de interés: eso ralentiza el consumo”, apunta. A eso se suma que “el precio del petróleo baja porque está anticipando una recesión” en la que técnicamente ya ha entrado EE UU.
Sin embargo, el turismo se sale de la regla general, en pleno verano. Esta actividad concentró las mayores subidas mensuales (aunque curiosamente los hoteles se abarataron un poco). Y quienes no viajaron tampoco escaparon de la carestía porque no hay rastros de mejora, de momento, en la cesta de la compra.
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