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Los bancos centrales aceleran la subida de tipos ante una inflación desbocada

Los expertos estiman que los efectos de las alzas pueden tardar más de un año en notarse en los precios

Banco de Inglaterra Andrew Bailey
El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey.Reuters
Álvaro Sánchez

Suben los tipos de interés los bancos centrales, y sube la inflación, en máximos de casi cuatro décadas en EE UU y buena parte de Europa, como en una pesadilla frente a la cual el zarandeo de Fráncfort, Washington y Londres no sirviera para despertar. Encarecer el precio del dinero para enfriar la economía, aunque sus resultados no se noten de buenas a primeras, es, sin embargo, el gran instrumento contra el alza del coste de la vida: se compran menos casas porque se pagan más intereses por las hipotecas, se consume menos porque la financiación deja de ser barata, y las empresas reducen la inversión, huyendo de un coste de la deuda menos asumible que antaño, así que la política monetaria sigue su curso.

El último en volver a actuar ha sido el Banco de Inglaterra, que este jueves aumentó los tipos por sexto mes consecutivo, esta vez en 50 puntos básicos, del 1,25% al 1,75%. La tendencia está por todas partes. La Reserva Federal (Fed) repitió la semana pasada el incremento de junio de 75 puntos básicos, y situó el precio del dinero en el 2,5%. Y el Banco Central Europeo acometió hace dos semanas un aumento desde el 0% al 0,5%, la mayor subida en 22 años.

Ese cuadro muestra que existen ritmos distintos, como explica Chris Iggo, de la gestora de fondos Axa IM. “Los bancos centrales de habla inglesa (EE UU, Reino Unido, Canadá y Australia) están muy avanzados en sus ciclos de ajuste”, señala. Europa está en una etapa más primaria que la Fed, lo que se nota claramente en el mercado de divisas, donde el euro alcanzó una paridad con el dólar inédita en 20 años. Pese a ello, el sector más halcón de la Fed sigue siendo partidario de emprender subidas parecidas en su reunión de septiembre, apoyándose en que el mercado laboral estadounidense sigue fuerte, y la ralentización es necesaria.

La decisión de los bancos centrales de infligir voluntariamente un daño a la actividad puede parecer extraña, pero algunos expertos la consideran imprescindible. Leopoldo Torralba, economista de Arcano Economic Research, lo explica así. “Hay que sacrificar crecimiento a corto plazo para dar más sostenibilidad al de medio plazo, controlando la inflación, aumentando la credibilidad de los bancos centrales y con ello, generando estabilidad y previsibilidad, caldo de cultivo de un consumo y una inversión sostenibles”.

Al menos un año para que se note en los precios

Lo contrario, por tanto, supondría elegir un mundo donde nos moveríamos en una espiral continua de precios y salarios muy perjudicial para la economía. Pero si los bancos centrales ya han subido tipos, ¿por qué la inflación sigue tan alta y ronda los dobles dígitos en Europa y EE UU? “Suelen transcurrir entre 12 y 18 meses entre el inicio de las subidas de tipos y su impacto en la demanda”, calcula Torralba. La primera subida de tipos de la Fed fue en mayo, por lo que eso significaría que su influencia no se sentiría plenamente hasta mediados de 2023. “Se espera que la inflación disminuya, pero seguirá alta en el próximo año y medio”, advierten desde BBVA Research.

Lorenzo Codogno, exsecretario del Tesoro italiano, puntualiza, sin embargo, que no solo hay que tener en cuenta las subidas de tipos, sino las expectativas del mercado sobre ellas. “Lo que importa no es el aumento real de los tipos, sino lo que se descuenta en la curva de rendimientos. Las tasas comenzaron a aumentar mucho antes de los movimientos reales de los bancos centrales”.

El shock actual viene provocado por un problema de oferta, no de demanda, y contra eso, instrumentos de política monetaria como la retirada de estímulos y las subidas de tipos de interés tienden a ser menos efectivos, como admitió en el pasado la propia presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Codogno explica que una política monetaria más restrictiva “no puede aumentar el suministro de energía o alimentos”, pero cree que cualquier aumento de precio en estas dos partidas solo puede ser temporal. “A medida que la demanda se debilite, los precios también se debilitarán para el resto de la economía”.

Torralba, de Arcano, opina que serán más efectivos contra la inflación factores externos que reduzcan el precio de las materias primas, como una menor demanda de bienes por parte de los consumidores estadounidenses —que utilizaron el ahorro acumulado en pandemia y los cheques concedidos por la Casa Blanca para disparar el gasto en mercancías, dado que los servicios funcionaban a medio gas por los confinamientos—, la crisis inmobiliaria china —en el epicentro tras el fiasco del gigante inmobiliario Evergrande—, o sobre todo, una resolución del conflicto de Ucrania, que por ahora no se atisba en el horizonte.

Aun así, estima que los movimientos de los bancos centrales también contribuirán. “La subida de tipos lastra la demanda, así que es más efectiva ante una inflación generada por exceso de demanda. Pero esta inflación viene de la oferta, de un mayor precio de materias primas, y por eso en general la subida de tipos no será demasiado efectiva para moderar la inflación, aunque algo hará”. Desde BBVA Research coinciden. “Los bancos centrales están decididos a reducir el desequilibrio entre una oferta limitada y una fuerte demanda, frenando el crecimiento de esta”.

Aunque hay señales de respiro en los precios de los combustibles y los alimentos, la preocupación en torno al gas y un eventual corte de suministro ruso mantiene la electricidad en niveles todavía muy altos, y eso afecta con fuerza tanto a los particulares como a las compañías, que intentan trasladar los aumentos de costes al consumidor final. Los mercados financieros, mientras tanto, observan el fenómeno vigilantes ante los efectos que pueda tener la acción de los bancos centrales sobre la economía y los márgenes de las empresas. Según los analistas de ING, el foco de los inversores “ha virado dramáticamente desde la inflación a los temores de recesión”.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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