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El nuevo tren de Extremadura no termina de arrancar: “Es una falta de respeto. No somos menos que nadie”

El Ministerio de Transportes asume parte de culpa durante estos primeros siete días, pero desliza que el principal problema de los retrasos es externo, con “paradas más largas de lo habitual por diferentes motivos”

Manuel Viejo
Tren Extremadura
Un tramo del tren extremeño a su paso por Badajoz. PACO PUENTES

El nuevo tren rápido de Extremadura ha arrancado de la peor manera posible. Ha sido noticia día tras día, hasta cuando ha llegado puntual. Es decir, solo dos veces en la última semana: una durante la inauguración el 18 de julio, con la presencia del rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; y otra el domingo, la primera para los usuarios extremeños. El resto de las jornadas ha llegado tarde, muy tarde o demasiado tarde. Hasta 90 minutos tarde.

Muchos viajeros, empresarios e incluso algunos políticos consideran que este remedio ―abrir parte de la nueva vía solo por Extremadura y durante varios tramos para que circule un tren de segunda mano de altas prestaciones y disminuya los tiempos con Madrid en 50 minutos― es mucho peor que el tránsito de un ferrocarril con mejores garantías circulando por las vías de antes —más antiguas― mientras se mejora el nuevo trayecto en su conjunto. El tiempo, de momento, les está dando la razón.

Para entender cómo ha descarrilado la puesta en marcha de este tren de altas prestaciones en los primeros siete días, basta con mirar la hemeroteca. El 17 de junio, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, inauguraba por primera vez el tren desde Plasencia con destino Badajoz. Un mes después, el ferrocarril se volvió a inaugurar con la presencia de Sánchez y Felipe VI, pero con salida en Cáceres. Es más, ya no parará en Plasencia. El motivo es que así se llega antes a Madrid. La realidad es que los 45.000 habitantes de la cuarta ciudad de la región quedan desconectados de este nuevo servicio. “Me enteré por la prensa tras haber estado en el tren de la inauguración”, cuenta ahora por teléfono el alcalde, Fernando Pizarro (PP). “Y, para colmo, nos han quitado el 50% de los trenes con Madrid. Si antes de la pandemia había 26 a la capital, ahora solo tenemos 13”.

Más hemeroteca. Las invitaciones para la segunda inauguración del nuevo tren extremeño, que el 18 de julio contó con la presencia del rey Felipe VI, fueron enviadas por el ministerio de Transportes y llevaban el siguiente asunto: “AVE extremeño”. El “AVE extremeño” ni siquiera cuenta con vías electrificadas en todo el trayecto; tampoco con las dos vías de sentido ni, por supuesto, con trenes AVE. La realidad es que el nuevo tren rápido extremeño es un Alvia de segunda mano con, al menos, 15 de años de uso, según fuentes del propio ministerio. Solo circula dos veces al día. Una por la mañana y otra por la tarde, con retrasos constantes. ¿Qué está sucediendo?

“Estamos analizando las causas”, afirma por teléfono una portavoz del ministerio de Transportes. “La mayoría de los retrasos en los últimos días se deben a que el tren tiene que reducir la velocidad en algunos tramos cuando hay temperaturas muy altas [el fabricante todavía tiene que dar la causa exacta] y por paradas más largas de lo habitual por deferentes motivos”. Esto ha derivado, incluso, en el cese inmediato del gerente responsable de la línea extremeña la semana pasada. “Es una vergüenza”, ha dicho el propio presidente de la Junta, Guillermo Fernández-Vara. La consejera de Transportes, Leire Iglesias, opina por teléfono: “Puede haber fallos el primer día, pero el segundo, el tercero y el cuarto...”, y añade: “Son incidencias de 70, 80 y 90 de minutos de retraso. Si la línea no estaba en disposición, no se debería haber puesto en servicio. Nos dijeron que había problemas de infraestructuras, motores y máquinas, que ahora parece que ya se están corrigiendo”.

El lunes, Renfe anunció la presencia de 15 nuevos profesionales durante el trayecto de Badajoz a Monfragüe para mitigar los continuos retrasos. También ha puesto un Talgo de reserva en la región para cuando falle el Alvia (el nuevo tren). La situación ha sido tan caótica en estos siete días, que el propio presidente de Renfe, Isaías Táboas, visitó Extremadura el viernes, pero no se pudo comprometer a que el nuevo ferrocarril extremeño cumpliera con su horario. A cambio, eso sí, redujo el precio de los billetes en un 50%. Es decir, que Renfe no abonará los retrasos que tienen todos los viajeros cuando el tren se demora más de la cuenta porque ya los asume desde un principio.

“No vemos la mejora por ningún lado”, se queja por teléfono el presidente de los empresarios extremeños, Javier Peinado. “Nadie puede negar la inversión de 1.700 millones del ministerio en la nueva vía, pero esto no se traslada en el tiempo de los viajeros. Lo que está pasando es una falta de respeto a los ciudadanos y a las empresas. No somos menos que nadie. Antes de abrir esta infraestructura se deberían haber hecho más pruebas”. En la misma línea se sitúa Juan Carlos López, periodista placentino de profesión y actual portavoz de Milana Bonita, la plataforma que reivindica un tren digno en todo el trayecto que va de Madrid a Badajoz, y no solo dentro de Extremadura. “Tienen que pedir perdón”, dice por teléfono. “Esto no sirve para nada. Se ha hecho una inauguración que no se tenía que haber hecho”.

Hasta 2018, Extremadura era la única región de España que no disponía de ferrocarriles de larga distancia. Tampoco había Alvias: trenes que pueden circular hasta 250 kilómetros por hora, con asientos más cómodos, con cafetería, con radio, con auriculares, con televisores: pequeños placeres a los que optaban todos los usuarios que realizan trayectos de más de cinco horas, excepto estos. Hoy, sí, ya optan, pero solo en una parte de Extremadura y con una velocidad media que no alcanza ni de lejos los 120 kilómetros por hora de media.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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