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Crece la presión en el BCE tras el alza de tipos de EE UU y Reino Unido

Arrecian las voces que urgen a una subida de las tasas de interés este verano

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras el Consejo de Gobierno de la entidad del pasado mes de marzo.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras el Consejo de Gobierno de la entidad del pasado mes de marzo.POOL (REUTERS)
Lluís Pellicer

El mundo pisa el acelerador para salir de la era de los tipos de interés negativos. La explosiva inflación que ha agravado la guerra en Ucrania ha llevado a los bancos centrales de todo el mundo, desde Australia hasta Inglaterra, a aumentar los tipos de interés, que estaban en unos niveles históricamente bajos. La enérgica decisión de la Reserva Federal de llevar a cabo la mayor subida en 22 años mete más presión al Banco Central Europeo (BCE), cuya cúpula asume ya que encarecerá el precio del dinero en el segundo semestre. La cuestión es cuándo. Y ahí los halcones empiezan a preparar ya el terreno para un posible primer movimiento en julio.

Tras una década de alzas de precios anémicas, la tasa de inflación en el conjunto de la OCDE trepó en marzo hasta el 8,8%, la más elevada desde 1988, a lomos de unas tarifas energéticas disparadas. La respuesta ha sido casi unánime en todo el mundo: la Reserva Federal subía medio punto el precio del dinero, mientras que el Banco de Inglaterra lo incrementaba otro cuarto de punto. Solo Japón, con una inflación del 1,2%, y Suiza, del 2,4%, siguen ajenos a esa tendencia. Además del BCE, que sigue con los tipos en el 0%. Pero ahora todo apunta a que eso cambiará pronto.

En apenas medio año, Fráncfort ha pasado de desdeñar una subida de tipos en 2022 —en diciembre, la presidenta Christine Lagarde la consideraba “muy improbable”—, a imprimir velocidad al fin de las compras de deuda para empezar a poner un coste al dinero. Fuentes financieras sostienen que los mercados esperan al menos dos subidas, pero varios miembros del Consejo de Gobierno en los últimos días han abierto la puerta incluso a tres movimientos. Todo dependerá de cuándo finalice el programa de compras de deuda, puesto que el máximo órgano del BCE se ha comprometido a dar un paso tras otro para evitar un resbalón como el que en 2011 dio Jean-Claude Trichet, que decidió un aumento de tipos a destiempo.

La secuencia consiste en acabar primero con las adquisiciones netas de bonos y, un tiempo después, subir tipos. El BCE decidió en abril que el programa culminaría en el tercer trimestre, pero sin aclarar cuándo exactamente. Eso llevó a los mercados a especular con septiembre. Sin embargo, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, y la miembro del Consejo Ejecutivo Isabel Schnabel han sugerido que el incremento podría producirse ya en julio. “Desde mi punto de vista una subida de tipos en julio es posible”, afirmó Schnabel en una entrevista al diario alemán Handelstblatt. La opinión de la alemana está en línea con la de los halcones, dentro de los cuales se la enmarca. Sin embargo, también en el otro bando se oyen esas voces. Es el caso del gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn, quien se ha decantado también por aumentar los tipos en julio.

La elevada inflación en la zona euro, del 7,5% en abril, ha dado alas a las demandas del Norte. El más duro de ese búnquer, el austriaco Robert Holzmann, ha pedido no esperar más y que las subidas se discutan ya en junio. Antoni Garrido, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona, cree que poco tienen ya que hacer los defensores de mantener las tasas en el 0%. “El BCE tendrá que actuar, puesto que su objetivo es la estabilidad de precios, aunque haya asumido también de facto la estabilidad financiera. Así que esta tasa de inflación le lleva a intervenir”, sostiene.

Impacto de la guerra

Sin embargo, Fabio Panetta, también miembro del Consejo Ejecutivo e identificado dentro del sector más laxo, ha defendido esta semana esperar a conocer la cifra de crecimiento económico del segundo trimestre. Ese dato está previsto que sea publicado por Eurostat el 29 de julio, por lo que la subida de los tipos de interés no se produciría hasta septiembre. “La evolución del PIB en el primer trimestre refleja solo parcialmente el impacto de la guerra. Tenemos que esperar a los datos del segundo trimestre para tener una fotografía clara. Nuestra política monetaria está guiada por los datos y no podemos tomar decisiones antes de verlos”, sostuvo en una entrevista en La Stampa.

El italiano ponía sobre la mesa otra de las variables que el BCE está calibrando para emprender esa senda: la del impacto de la guerra en Ucrania sobre el crecimiento. Estados Unidos arrancó el año con una contracción de su economía, mientras que la zona euro avanzó solo un 0,2%. “No podemos controlar la inflación por nuestra cuenta sin generar costes elevados para la economía. Necesitamos actuar en múltiples frentes, no solo a través de la política monetaria”, aseguró Panetta en la entrevista. Sin embargo, los analistas ven en las palabras del que Bloomberg considera como el más influyente del grupo de palomas un llamamiento a endurecer la política monetaria con calma. “Incluso Panetta ha admitido que el programa de expansión monetaria y los tipos negativos ya no son necesarios”, afirma el economista senior para Europa de Capital Economics, Jack Allen Reynolds.

El plan del BCE todavía está lejos del que proyecta la Reserva Federal, que ya se prepara para reducir su balance. Aun así, Schnabel también ha apuntado hacia esa vía. “Vamos a seguir reinvirtiendo los vencimientos de los bonos durante un periodo prolongado después de la fecha en la que comencemos a aumentar los tipos de interés. Pero, en principio, tiene sentido reducir gradualmente las carteras de bonos en algún momento en el futuro”, sostuvo la alemana. Por ahora, esas compras constituyen el arma del Eurobanco para frenar su gran temor: que la subida de tipos acabe por disparar las primas de riesgo en los países del sur de Europa. Algunos sectores plantean crear un instrumento específico para apagar cualquier fuego que pueda resucitar los fantasmas de 2012, aunque por ahora el BCE sigue dando prioridad a los mecanismos ya existentes.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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