La Reserva Federal aprueba la primera subida de tipos de interés desde el inicio de la pandemia por el auge de la inflación
Las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y la subida de los precios de petróleo llevan a la Fed a elevar el precio del dinero un 0,25%
La Reserva Federal de EE UU (Fed) ha anunciado este miércoles la primera subida de las tasas de interés desde 2018 para tratar de frenar la inflación, la más alta en cuatro décadas. Lo hace en una coyuntura de turbulencias y shocks exógenos: la guerra de Ucrania, la subida de los precios del petróleo y el veto al crudo ruso, y los nuevos confinamientos en China, que podrían interrumpir aún más las cadenas de suministro, afectadas por la congestión global de 2021. Para no perjudicar el crecimiento, que el año pasado fue del 5,7%, la Fed ha procedido con cautela, con una primera subida de la tasa de referencia en 0,25 puntos básicos, al rango del 0,25%-0,50%. Es la primera de las siete que se esperan este año, hasta alcanzar una tasa en torno al 1,50%.
El objetivo está claro: que los bancos comerciales cobren más a sus clientes por prestarles dinero, después de meses de consumo desaforado que se ha traducido en una creciente presión sobre los precios. La incertidumbre sobre la guerra en Ucrania, y en concreto la volatilidad del crudo y los alimentos, recomendaban prudencia a pesar de la tensión generada por la inflación y el buen ritmo de creación de empleo. Jerome Powell, presidente de la Fed, ya se pronunció a primeros de mes en una comparecencia ante un comité del Senado al defender una subida del 0,25%, en vez del 0,50%. Powell recalcó entonces el objetivo de “un aterrizaje suave”, y su confianza en la capacidad de la institución para “controlar la inflación sin provocar recesión”.
“Sin estabilidad de precios, realmente no se puede tener un período sostenido de máximo empleo”, dijo Powell en la conferencia de prensa tras la reunión. “El plan es restaurar la estabilidad de precios y al mismo tiempo mantener un mercado laboral fuerte. Esa es nuestra intención y creemos que podemos hacerlo. Pero tenemos que restaurar la estabilidad de precios”, apostilló.
La reunión del comité de política monetaria (FOMC, en sus siglas inglesas) ha actualizado también sus previsiones de crecimiento del PIB, inflación y desempleo. La Fed ha rebajado su expectativa de PIB para este año al 2,8%, frente al 4% previsto, por el impacto de la guerra de Ucrania, “que podría crear una presión adicional al alza sobre la inflación y pesar sobre la actividad económica a corto plazo”, explica el comunicado del FOMC. Para 2023 y 2024 no hay cambios: espera una expansión del PIB del 2,2% y el 2%, respectivamente. Con respecto al desempleo (a diferencia de otros bancos centrales, la Fed tiene el mandato de procurar pleno empleo), prevé una tasa de paro del 3,5%, la misma que el año próximo. “Con la reafirmación adecuada de su postura en política monetaria, el comité espera que la inflación regrese a su objetivo del 2% y que el mercado laboral se mantenga fuerte”, añade el comunicado sobre la decisión, adoptada por amplia mayoría, con el voto en contra de uno de los 12 miembros. A diferencia de la recesión de 2007-2009, la recuperación del empleo tras la pandemia es sostenida y vigorosa.
“Llevará más tiempo del previsto reconducir la inflación al objetivo del 2%”, ha avisado en su comparecencia ante los medios Powell, que pronostica una inflación elevada durante el verano. “Esperamos que se mantenga alta hasta mediados de año, para disminuir a finales de 2022 y caer bruscamente el año próximo”, ha anticipado. También ha señalado que el riesgo de recesión es “muy bajo”, dada la solidez del crecimiento. “La economía es lo suficientemente fuerte como para soportar una política monetaria más restrictiva”.
Conocidas con antelación las medidas, del oráculo de la Fed se esperaban, sobre todo, mensajes de calma sobre las perspectivas a medio plazo. Las inmediatas dejan entrever ciertas señales de alivio en medio de los riesgos: la bajada del precio del petróleo en los últimos días y, el lunes, un 2,14% de rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años, el nivel más alto desde 2019, y casi cuatro veces más que el mínimo registrado durante la pandemia en 2020. Un aumento en la rentabilidad de los bonos suele significar una economía más fuerte. Sin embargo, la semana pasada, Goldman Sachs recortó su pronóstico de crecimiento para este año al 2,9%, por debajo del 3,5% previsto a principios de enero. Las búsquedas en Google del término “estanflación” -la combinación de crecimiento estancado y alta inflación-, como la que se registró en los setenta, se han disparado en las últimas semanas.
El marco histórico de la inflación permite mirar por el retrovisor en busca de recetas eficaces, aunque con distinto coste. Como la que aplicó Paul Volcker, el presidente de la Fed que domeñó la carrera alcista de los precios de la década de los setenta y principios de los ochenta al aumentar agresiva y dolorosamente las tasas de interés. También se recuerda la experiencia de Ben Bernanke al frente de la Fed entre 2006 y 2014, el periodo de la Gran Recesión. Ambas crisis tuvieron raíces distintas: la primera, la crisis global del petróleo de los setenta; la segunda, la quiebra de Lehman Brothers y la implosión del los créditos hipotecarios. Powell y Bernanke, ambos nombrados por Administraciones republicanas, han intercambiado impresiones en las últimas semanas.
“Bernanke expresó con elocuencia en 2004 el dilema de los bancos centrales cuando se enfrentan a un shock exógeno [como el actual]: ‘La política monetaria no puede compensar a la vez los efectos recesivos o inflacionarios de un aumento de los precios del petróleo’. Hay que elegir. A pesar de todos sus límites, la Fed en la actualidad sigue claramente la doctrina Bernanke. Había suficientes señales antes de la pandemia de que la economía estadounidense estaba creciendo demasiado rápido y que la presión inflacionaria se había vuelto autosostenida. Por tanto, tiene sentido elevar los tipos en el shock energético actual y esperamos que la primera subida de 0,25% se anuncie esta semana”, anticipaba el lunes Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers.
La dolorosa receta de Volcker para contener la inflación fue contraproducente: disparó la tasa de interés a corto plazo a casi el 20% y el desempleo, a casi el 11%, en 1981. Un experimento desaconsejable para Powell, en el túnel de salida de una pandemia y en medio de la primera guerra en Europa en 80 años, cuyas ondas de choque económicas seguirán sintiéndose aunque se alcance un alto el fuego. A diferencia de entonces, a rebufo de la grave crisis del petróleo de 1973, pero sin guerra y sin covid, la Fed parece haber reaccionado ahora a tiempo. Los analistas así lo creen: dado que la Fed está actuando antes, es posible que no necesite aumentar las tasas tan bruscamente, lo que podría evitar que la economía caiga en una profunda recesión. Volcker en 1981 reaccionó tarde, y por eso la subida fue tan radical.
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