Josep Oliver: “Una vez termine la guerra, la reinserción de la economía rusa tardará”
El grupo de pensamiento económico Europe G advierte de que las primas de riesgo pueden “crepitar” ante una subida de tipos
La invasión rusa de Ucrania y sus consecuencias en forma de sanciones son el último shock económico de un siglo que no ha carecido precisamente de ellos. La duración de la guerra se antoja un factor decisivo para calcular su impacto, pero el fin de las hostilidades no supondrá una inmediata vuelta a la normalidad, según Josep Oliver, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Barcelona. “Una vez la guerra termine, la reinserción de la economía rusa va a tardar”, ha augurado durante la presentación en la Asociación de la Prensa de Madrid del informe del think tank Europe G, Desequilibrios financieros de la economía española 2013-2019, efectos de la COVID-19 e impacto de la intervención del BCE’, del que es autor.
El también catedrático de Economía Aplicada cree que el conflicto va a provocar que la inflación excesiva se prolongue, lo cual eleva la presión sobre el Banco Central Europeo para retirar estímulos. Oliver cree que la intervención del BCE ha abierto una ventana de oportunidad para que España reforme su estructura productiva y reduzca su endeudamiento, pero el tiempo corre. En medio de la creciente presión de los países del centro y norte de Europa, el apoyo de Fráncfort no será eterno, y los efectos del fin de ese paraguas anticrisis monetario desplegado por el BCE pueden ser nefastos para los países más endeudados. “Cuando suban los tipos, las primas de riesgo empezarán a crepitar”, opina.
Oliver ha incidido en que el BCE vive atrapado en el dilema entre la alta inflación y el riesgo de que el crecimiento se estanque debido a los efectos de la guerra en Ucrania. Los intereses contrapuestos de los países del sur frente a los del centro y norte de Europa, menos endeudados, plantean un complejo juego de equilibrios al organismo, que debe fijar una política monetaria uniforme para un grupo de países con realidades muy distintas.
El estudio incide en que sumando toda la intervención en la economía española, las operaciones de política monetaria se han elevado desde el 21% del PIB en 2015 al 72% en verano de 2021, unos valores “indicativos de la extraordinaria dependencia que tiene la estabilidad financiera de España del activismo del BCE”. Otro elemento de vulnerabilidad para la economía española es su excesiva dependencia del sector servicios, superior a la media europea, y que no solo no se ha corregido desde la última crisis financiera, sino que ha aumentado.
El experto sostiene que a pesar del desapalancamiento llevado a cabo entre 2013 y 2019, los aumentos provocados por la pandemia en la deuda privada, y los insólitos registros de deuda pública tras la covid-19, han situado el endeudamiento total público y privado al entorno del 270% del PIB, valores solo comparables a los de 2012, en los peores momentos de la crisis financiera. Y esas cotas son aún peores en algunos socios del sur. “Ver a Italia con una deuda pública del 170% del PIB a mí me asusta, porque no es rescatable, es volver a lo que discutíamos todos hace 10 años”.
Oliver destaca que la situación de las familias y el sector privado es más fuerte ahora que en la última crisis, pero la deuda publica es “una de las mayores vulnerabilidades” de España, por lo que debe seguir tratando de reducirla, lo cual no resulta sencillo en un contexto como el actual. “Las cuentas del sector publico se van a ver afectadas a peor por cualquier política compensatoria, por la caída de ingresos derivada de que el PIB va a crecer sensiblemente menos y por el aumento del gasto vinculado a la estanflación vía subsidios de empleo o partidas de gasto para mitigar el coste social de la crisis. Desde el punto de vista de las finanzas publicas, el futuro inmediato es malo”, vaticina.
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