Un siglo de artes gráficas para publicistas
Exaprint factura 9 millones de euros con sus servicios de impresión digital que lanzó por internet en España en 2005
Corría 1921 cuando Ildefonso Ginés Vallarín fundó Gráfica Minerva junto a dos socios en Molins de Rei (Barcelona), una empresa que ha sobrevivido a la llegada del offset, de la impresión digital y que en plena crisis financiera revolucionó el sector al ser la primera en ofrecer servicios de impresión a través de la web en España. Hoy celebra su centenario totalmente modernizada y bajo el paraguas de Exaprint. Enric Pardo es la persona que hizo posible el salto. En 1996, cuando Pablo Giner Simó, la tercera generación de la saga fundadora, veía que iba llegando el momento de la jubilación sin contar con la continuidad familiar que le hubiera gustado, miró a un joven que entonces trabajaba en una editorial cliente y había mostrado su interés por el negocio: “A menudo iba a ver los tirajes por la noche”, recuerda Pardo, para traspasarle el negocio.
Amante de los libros y de los tipos, el emprendedor compró Gráfica Minerva en 1997 por 160.000 euros y garantizando la permanencia del propietario durante tres años hasta su retiro, además del empleo de los trabajadores de la imprenta especializada en catálogos, papel de carta, tarjetería… Por su cabeza rondaba digitalizar un negocio que en España seguía siendo muy tradicional. Sabía que las artes gráficas cada vez iban a ser menos artes porque la impresión digital sería el futuro, “algo muy positivo para industrializar un sector que era muy manual”. Incluso hoy, dice, solo en torno a una cuarta parte de la impresión comercial que se realiza en España es digital. Y la venta por internet apenas llega al 15% cuando en países como Francia es prácticamente el doble.
El nuevo propietario de Gráfica Minerva tenía el rumbo claro. En 2003 desarrolló una aplicación de descarga para impresión con objeto de estandarizar los productos que comercializaba y dos años después la lanzó en internet. Entonces se asoció con HP, “que me compró la idea y los derechos del Barça que tenía para comercializar carpetas con la imagen de Ronaldinho, por ejemplo”, cuenta Pardo. Sin embargo, el empujón definitivo llegó de la mano de la compañía francesa Exaprint, que estaba trabajando en su misma línea. “Nos entendimos muy bien y decidimos exportar el negocio y la marca. Y fuimos los primeros en ofrecer servicios de impresión a través de la web”, el conocido W2P (web-to-print o web2print).
La imprenta se escindió en dos. Exaprint, en la que Pardo apenas contaba con un 10% del capital, y Gráfica Minerva, donde mantenía el 100%. Participaciones que vendió en 2018 para continuar como director general de Exaprint Iberia, al frente del mercado español y el portugués, y también del área de innovación del grupo, para el que las antiguas instalaciones de Molins de Rei de Gráfica Minerva se han convertido en su Freslab o laboratorio de I+D donde testar y desarrollar nuevos productos. “Renuncié al control porque era la forma de crecer mucho más rápido. En España nos sobra ego y nos falta entender que acompañados se va mejor que en solitario”, justifica.
Bajón pandémico
Y lograron esa expansión. Pero el año pasado se toparon con la pandemia. De manera que los 11,2 millones de euros facturados por Exaprint Iberia en 2019 se quedaron en 9 millones. “Cuando estalló la covid, en las primeras semanas nuestro negocio bajó un 90%. Después se fue recuperando hasta el 20% por debajo en que estamos hoy”, explica Pardo. La empresa utilizó estos meses para lanzar nuevos productos (desde mascarillas y pantallas de acristalamiento en los primeros compases de la pandemia hasta artículos de packaging con los que satisfacer la amplia demanda de los establecimientos de entrega a domicilio y take away).
Hoy, cuando esperan cerrar su ejercicio fiscal 2021 el próximo junio con 9,5 millones de facturación y un beneficio de explotación de unos 700.000 euros, Exaprint tiene entre manos un plan de inversión con el que pretenden llegar a 2023 con unas ventas de 15 millones de euros. El proyecto se basa en destinar 3,5 millones de euros sobre todo en maquinaria y nuevas tecnologías para poder lanzar novedosos productos al mercado y optimizar procesos a través de inteligencia artificial, así como en ampliar sus instalaciones de Molins de Rei.
El negocio ibérico de Exaprint supone un 30% del total de la compañía, con la particularidad de que se encarga de los pedidos de gran formato del grupo. Sus artículos más vendidos son los catálogos, etiquetas y packaging. Las tarjetas, flyers y dípticos, productos de usar y tirar, son los que más han sufrido con la pandemia. La empresa da empleo a 60 personas y vende a profesionales, especialmente del sector de la comunicación y la publicidad; realiza unas 150.000 impresiones y del orden de 800 pedidos diarios en un sector que en España está muy atomizado y que antes de la pandemia movía 5.000 millones de euros; 1.000 millones en el caso de la impresión comercial, es decir, sin contabilizar el negocio de prensa o de packaging, explica Enric Pardo, fundador de la asociación de impresores Impriclub, que agrupa a 42 empresas. “Antes de la crisis de 2008 había 12.000 impresores y antes de la covid éramos 5.600. Ya veremos qué ocurre después”, dice Pardo.
En una industria de capa caída y en la que el papel pierde peso [las ventas caen entre un 7% y un 10% anual desde 2006], entre otras cosas, por el creciente respeto al medio ambiente, el directivo cree que este soporte nunca desaparecerá, pero los impresores tendrán que hacer un nuevo mix entre lo digital, que crece exponencialmente, y lo táctil para poder sobrevivir. El camino que ha emprendido la antigua Gráfica Minerva, hoy Exaprint.
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