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El banco malo perdió 1.073 millones en 2020, un 13,3% más, en el peor resultado de su historia

La pandemia impactó negativamente en los ingresos de la Sareb, que se redujeron un 38%

José Luis Aranda
Jaime Echegoyen, presidente de Sareb, en una imagen de archivo.
Jaime Echegoyen, presidente de Sareb, en una imagen de archivo.Manuel Casamayón

La Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) perdió 1.073 millones en 2020, un 13,3% más que un año antes, lo que supone batir por segundo año consecutivo su récord histórico de pérdidas. El conocido como banco malo, cuyo consejo de administración ha aprobado sus cuentas anuales este miércoles, señala que ese balance negativo ya se incluye en el déficit público anunciado por Hacienda, por lo que no supondrá un incremento adicional. Por un criterio contable, Eurostat ha obligado recientemente a España a incluir el pasivo de 35.000 millones de la entidad en la deuda pública, lo que ha disparado esta hasta el 120% del PIB.

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La pandemia impactó en las cuentas de la Sareb el año pasado mermando sus ingresos, que retrocedieron un 38% hasta los 1.422 millones. Ese total se desglosa en 567 millones provenientes del negocio de los préstamos impagados, un 40% menos que en 2019, y en 848 millones de la venta de inmuebles, un 36% menos. Esto significa que el negocio en el que la entidad quiere centrar su futuro tuvo un comportamiento ligeramente mejor, dentro de la debacle general provocada por la crisis del coronavirus.

La entidad se conoce como banco malo porque se formó en 2012 con el ladrillo tóxico de la mayoría de entidades financieras (el BBVA optó por quedarse fuera). Estas formaron una sociedad, participada por el Estado en casi un 46%, en la que vertieron todos los activos inmobiliarios que comprometían sus balances, lo que incluía a grandes rasgos préstamos de difícil cobro y propiedades. La banca quedaba así liberada de ese peso y la Sareb tenía la misión de, en 15 años, intentar deshacerse de todo ese balance obteniendo el máximo beneficio (o, más bien, las menores pérdidas posibles). Tras unos primeros años de funcionamiento, en los que se vio la dificultad de vender directamente los créditos dudosos a otros inversores, la estrategia se ha centrado últimamente en convertir esos préstamos en inmuebles (mediante ejecuciones hipotecarias, daciones en pago y procesos similares), que luego en teoría es más fácil vender.

12.000 inmuebles vendidos

Respecto a sus cuentas de 2020, la Sareb asegura que “la evolución de los activos inmobiliarios ha estado marcada por la progresiva recuperación de la actividad en el segmento residencial”. Esa vía de ingresos, la venta de viviendas, le reportó 641 millones, frente a más de 1.000 millones en 2019, y representó más de tres cuartas partes de todo su negocio. Por contra, el banco malo señala que “la ralentización en las ventas fue más prolongada en el caso de los suelos y los activos terciarios”. Es decir, que la crisis del coronavirus afectó más a este tipo de bienes. En total, la compañía vendió 12.111 inmuebles en 2020, un 28,5% menos que en el año precedente.

La ralentización de las ventas se tradujo en mayores dificultades para desendeudarse, su objetivo principal. En 2020, la Sareb apenas canceló 179,8 millones de deuda sénior, que al acabar el año alcanzaba los 34.918 millones. Esto supone que al final de 2020, el ejercicio en que superó la mitad de su vida teórica, el banco malo se había deshecho del 31% de los 50.000 millones de deuda heredados en 2012. Respecto a ese mismo valor de partida, los activos que le quedan tenían una valoración a 31 de diciembre de 31.800 millones de euros, un 37,3% menos que al inicio de su andadura.

La entidad celebrará en mayo su Junta General de Accionistas, que deberá refrendar las cuentas y el informe de gestión correspondiente al pasado ejercicio. El pasado octubre, Javier García del Río fue nombrado consejero delegado de la compañía, presidida por Jaime Echegoyen. Las cuentas publicadas este miércoles destacan que el banco malo se ajustó el cinturón en 2020 para afrontar la situación de crisis, reduciendo sus gastos operativos un 8% (para un total de 609 millones). La alta dirección renunció a la retribución variable que debía percibir con cargo a los ejercicios 2019, 2020 y 2021. La remuneración fija de los consejeros externos y del presidente se redujo un 15% en la recta final del año.

La compañía ha recordado igualmente que el año pasado firmó convenios con diferentes Administraciones por los que cedió temporalmente 550 inmuebles para alquiler social. La Sareb creó en 2013 un parque social de 2.000 viviendas que precisamente el año pasado se amplió hasta las 10.000 (recientemente el Gobierno ha anunciado su intención de que se aumente hasta las 15.000). Sin embargo, según recogen las cuentas del banco malo, la mayoría de esas viviendas no se están utilizando. Entre 2013 y 2020 se han rubricado 13 convenios con comunidades autónomas y 27 con Ayuntamientos, en los que se han cedido 3.032 viviendas. Al margen de estos, la entidad ha firmado directamente con sus inquilinos 721 contratos de alquiler asequible en sus ocho primeros años de vida. A cierre de 2020, añaden las cuentas anuales, se estaban estudiando otros 479 casos similares.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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