Deli Deli, la ética del ‘rider’
Esta plataforma de reparto a domicilio sevillana apuesta por un modelo de cercanía entre el restaurante y el consumidor en el que todos sus repartidores tienen contrato laboral
Crear un servicio de reparto de comida a domicilio en plena pandemia por un par de socios con nulo conocimiento de la hostelería y en un escenario copado por grandes multinacionales asentadas en el sector parecería a priori una idea suicida y sin ningún futuro empresarial. Sin embargo, la plataforma sevillana Deli Deli ha pasado en nueve meses de trabajar con un repartidor y tres restaurantes facturando 1000 euros al mes, a tener 11 empleados en nómina, distribuir menús de 30 locales e ingresar 35.000 euros mensuales. El secreto: “Las relaciones humanas”, afirma su fundador Kevin Whalen.
“Todo comenzó como un hobby en el mes de julio, nos lo propusieron un par de restaurantes con los que habíamos trabajado en otro proyecto para comprar bonos de comida durante el confinamiento y canjearlos cuando pudieran volver a abrir. Nos parecía de locos, estando Deliveroo, Just Eat y demás, pero decidimos probar”, explica Whalen. Él, profesor Marketing, y Andrés Cifuentes, programador, eran conscientes de que en Sevilla no existía una aceptación generalizada del modelo de riders y constataron que muchos empresarios de hostelería ni podían soportar las comisiones y resto de tasas que lleva aparejado trabajar con las multinacionales del sector ni querían, por imagen y responsabilidad institucional, tener a decenas de repartidores con sus llamativos chalecos haciendo cola a la puerta de sus locales.
Con esas claves, apostaron por un servicio que se diferenciara de esas tendencias. “Quien reparte la comida es una extensión de quien la elabora y tuvimos claro que debía sentirse parte del restaurante y que el servicio debía ser personal, debía ser otra forma para el restaurante de tener contacto con su cliente”, señala Whalen. Por eso todos los trabajadores tienen un contrato laboral que se adecúa a sus circunstancias personales y que es flexible en cuanto a las horas de trabajo. “Tenemos 10 repartidores y una coordinadora que organiza los repartos y lleva la relación con los clientes. Los perfiles son variados, desde la que quiere trabajar todo el día, una madre soltera que prefiere media jornada, un estudiante que puede compaginar las clases y que además sabe exactamente lo que gana cada mes…”, describe.
La relación personal no solo se proyecta hacia el trabajador. El vínculo se extiende al hostelero y al cliente. “Para el restaurante este servicio debe ser una clara ventaja, sin que le suponga ningún riesgo, por eso solo cobramos una comisión fija del 25%”, indica Whalen. Al usuario, el repartidor lo llama por teléfono para avisarle de que está recogiendo su pedido. “No queremos ir a lo loco, queremos generar confianza”, abunda.
El boca-oreja y el incorporar a la plataforma a un prestigioso restaurante sevillano conocido por su calidad y exigencia les permitió consolidarse y pensar en su expansión. De momento, Deli Deli opera dentro del casco histórico de Sevilla y están a punto de ampliar su zona de actividad a otros barrios de Sevilla. Pero su filosofía no es crecer por crecer, los restaurantes con los que trabajan deben cumplir con unos parámetros que también marcan su carácter diferencial y han determinado, en buena medida, su éxito. “Nosotros apostamos por lo local, la comida debe ser de calidad y también observamos la buena reputación del restaurante. Queremos tener una oferta diversa, restaurantes que te dan consistencia y volumen y otros a los que solo acudes en determinadas ocasiones”, indica Whalen.
La plataforma que empezó con dos socios que aportaron 500 euros cada uno, ya tiene cuatro: Verónica Reyes, responsable de la comunicación, e Israel Boza, programador, que se encarga de profesionalizar el operativo y desarrollar el proyecto de usabilidad, necesario para garantizar la coordinación conforme la empresa crece. Y esa es su intención. Además de restaurantes ya han incorporado tiendas gourmet para llevar sus productos a domicilio y en un mes ofrecerán experiencias gastronómicas. “Que un chef te haga la comida en tu casa, entregar pasteles por una fecha señalada… Avanzamos desde el reparto inmediato, al que puede ser de un día para otro y al pausado. Las oportunidades son infinitas”, apunta Whalen.
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