La Fed y el Bolero de Ravel
La economía global ha despertado las expectativas de inflación que, a dos años, alcanzan el 2,6%
En el Bolero de Ravel la melodía se repite una y otra vez de manera obsesiva y, mediante la incorporación progresiva de los instrumentos, se genera un crescendo que concluye con la coda estruendosa de toda la orquesta. La aceleración en las vacunaciones, la determinación de Joe Biden por cumplir sus promesas electorales y, la cada vez más cierta evidencia de que, después del gran apagón, la economía global comienza el crescendo más fuerte de toda la década, ha despertado las expectativas de inflación que, a dos años, alcanzan el 2,6%.
Es natural pensar que, si abordamos una fase más normalizada de la economía, los precios comiencen a subir. También, que el plan de retirada de los 29 billones de dólares globales de estímulo, el más grande desde la Segunda Guerra Mundial, suscite perspicacias cuando coincide con un nuevo paquete fiscal en EE UU por valor de un 8% del PIB. ¿No les suena a esos compases finales en los que el Bolero cambia a un do mayor triunfante y los glissandi de los trombones hacen la explosión final? Aunque vivimos en un entorno estructuralmente deflacionista debido a la demografía, la tecnología y la incapacidad de la mano de obra para fijar salarios, abordamos unos meses de reapertura en los que, de manera temporal, imperará precisamente lo contrario.
La inflación ascenderá porque el crecimiento de la masa monetaria alcanza niveles no vistos desde los años 40, debido a la escasez de inventarios y a la falta de capacidad de algunos sectores, como el turístico, para abastecer toda la demanda y, sobre todo, por el efecto base de la energía —el Brent cotizó por debajo de 17 dólares el pasado abril—. La presión se ha girado hacia los bancos centrales y, como en 2013, cuando salíamos de la crisis financiera de 2008, a ellos les corresponde la carga de la prueba y escoger el mejor momento para preparar la retirada. Entonces, tras cinco años de recuperación, cuando los tipos de interés reales negativos comenzaron a repuntar en aquello que se denominó Taper Tantrum, Bem Bernanke, el mayor comprador de bonos del mundo, anunció la estrategia de salida de los programas de compras, que le habían llevado a triplicar el balance de la Reserva Federal (Fed).
La situación ahora no es, ni mucho menos, idéntica: desde marzo, la Fed ha comprado 2,9 billones de dólares en bonos, expandiendo su balance hasta el 36% del PIB, frente al 20% de 2013. Además, el apoyo fiscal multiplica por tres al de la anterior crisis. A cambio, ahora la Fed no está supeditada a la “Regla de Evans” —por la que, si el desempleo era menor al 6,5% o la inflación superaba el 2,5%, debía actuar—. Jerome Powell tiene más discrecionalidad pero, sin duda, una buena papeleta. En el Bolero de 2013, tras el anuncio de Bernanke, la rentabilidad del bono a 10 años norteamericano pasó del 2% al 3%, pero el S&P 500, tras un breve traspié del 6%, siguió con un largo crescendo que duró siete años más. Powell: el mundo está en tus manos.
Joan Bonet Majó es director de estrategia de mercados de Banca March.
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