ING España obtiene 85 millones en 2020, un 54% menos, pese a ganar 200.000 clientes en la pandemia
El 4% de los titulares de la Cuenta Naranja pagarán comisiones a partir de abril por sus ahorros
La filial española y portuguesa del banco holandés ING sufrió el año pasado el impacto de la pandemia: logró un beneficio neto de 85 millones de euros, una caída del 54% respecto a 2019. Antes de impuestos obtuvo 157 millones, lo que supone un descenso del 39%. Los ingresos cayeron un 4%, hasta los 696 millones. La explicación de este declive en los resultados, según Ignacio Juliá, consejero delegado de ING España desde noviembre pasado, aunque inició su carrera en ING en 1999, se debe a las provisiones realizadas “por prudencia, ante la posibilidad de que algunos de nuestros clientes no paguen este año”.
De momento, los temores de Juliá no se han materializado y la morosidad de la entidad está en el 1,08%, muy por debajo del 4,57% de media del sector bancario español. Mientras tanto, la rentabilidad sobre los recursos propios (ROE) se situó en el 7,4% el año pasado, frente al 13,1% del ejercicio anterior.
La pandemia ha golpeado las cuentas, pero también ha acelerado la digitalización de los clientes de esta entidad. El número de clientes ha aumentado en 200.000, una cifra superior a la de ejercicios anteriores. Suman ya 4,2 millones, de los que 2,5 millones tiene una Cuenta Nómina. Según la entidad, la razón del incremento es que “ING sigue siendo el banco más recomendado por los clientes en España”. “Trabajamos para no pintar nada en la vida de nuestros clientes: sencillos, transparentes, sin letra pequeña”, comentó Juliá.
“El 98% de los clientes son digitales y el 40% solo usa el móvil para relacionarse con el banco”, aseguró el primer ejecutivo del banco. También señaló que las ventas digitales han aumentado un 59% desde 2016 y en 2020 el móvil supuso el 55% de las ventas digitales, la cifra más alta registrada por la entidad holandesa.
El consejero delegado de ING España y Portugal destacó el crecimiento de los ingresos en un 41% en los últimos cuatro años gracias, entre otros factores, al mayor peso de las áreas de productos de inversión, seguros y crédito al consumo, que ha pasado del 26% al 44% y ha amortiguado el impacto de la pandemia. Preguntado por si temía que César González-Bueno, impulsor de ING España hace 21 años y ahora primer ejecutivo del Sabadell, creara una unidad similar para competir con el banco holandés, Juliá solo dijo que le deseaba lo mejor y que en España ya existe mucha competencia bancaria.
Cobrar por los depósitos
ING fue la entidad que más claramente advirtió, hace seis meses, que el dinero ahorrado podría tener un coste. Comunicó que, ante la persistencia de los tipos negativos, cobraría 10 euros al mes a los que tuvieran una Cuenta Naranja, destinada al ahorro, con más de 30.000 euros, si no tienen una Cuenta Nómina o Cuenta Sin Nómina pero con ingresos recurrentes. Hasta ahora, y desde su llegada en 1999, ING había basado su modelo de banca en España en no aplicar comisiones y retribuir por los depósitos, por lo que el modelo supone un giro radical.
Según Almudena Román, directora general de banca de particulares, esta medida afecta solo al 4% de los clientes del banco. Preguntado sobre una posible subida de comisiones, el consejero delegado de la entidad en España apuntó que la oferta de la Cuenta Naranja se ha convertido en un producto exclusivo de clientes de Cuenta Nómina como respuesta al contexto de tipos negativos.
De depósitos a fondos
“Seguiremos adaptándonos al entorno y tomando las decisiones que tengamos que tomar, pero lo importante es poner al cliente por delante y hacerlo sencillo”, señaló. En opinión de Juliá, el sector bancario evolucionará hacia un sistema en el que los clientes acepten que deben pagar por los servicios que reciben. “Creo que debemos hablar de pagar por los servicios y no a hablar tanto de comisiones, como suceden en otras industrias, que se paga cuando uno consume un servicio”. Preguntado por si lo harán otros bancos, dijo que cada uno se manejará “como considere oportuno”.
ING, quizá en previsión de los costes que tiene el pasivo para el banco (ya que debe pagar el 0,5% al depositar dinero en el BCE) realizó una fuerte campaña para que los clientes pasaran parte de sus ahorros de los depósitos a los fondos de inversión. Almudena Román ha sostenido que este movimiento está condicionado y advierten a los clientes de que no se puede pasar todo el ahorro a fondos, ya que es necesario contar con un colchón para imprevistos. También insisten en que, en principio, se debe colocar “lo que no se vaya a necesitar en siete años, aunque se pueda rescatar antes sin problemas”.
El resultado de esta estrategia es que en productos de inversión ING tiene 12.300 millones, y los Fondos Cartera Naranja suman más de 1.200 millones bajo gestión un año y medio después de su lanzamiento. En cuanto a planes de pensiones, uno de cada seis euros invertidos en este producto en España en 2020 han sido en ING.
Caída de cuota en hipotecas
En el lado del activo, la entidad ha recuperado los niveles previos a la crisis, con un saldo vivo en préstamos de 21.800 millones gracias a las hipotecas, que han tenido un mejor comportamiento en el último trimestre, No obstante, en 2020 la cuota de mercado de ING en este producto descendió desde el 8% al 6%. “La hipoteca fija lanzada en el último trimestre tiene buena aceptación y está ayudando a recuperar ese impulso” aseguró Román.
Para contribuir a amortiguar el impacto de la pandemia, ING gestionó líneas de financiación especiales y concedió 10.500 moratorias en préstamos y 5.000 en hipotecas, de las que cuales el 70% y el 60% respectivamente ya han finalizado.
El Banco de España multó a ING con 5,4 millones en 2020 por errores en el cálculo de la TAE y desajustes en las comisiones aplicadas. Preguntada la entidad por esta situación, Juliá dijo que aceptaron la sanción y corrigieron los errores. Román aclaró que el sistema hipotecario que tenían “era largo, más de tres meses, y no era preciso. El Banco de España ha elevado las exigencias, son los llamados costes regulatorios, que hemos subsanado”.
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