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Dos incidentes simultáneos en motores de aviones Boeing ponen de nuevo en jaque al gigante aeronáutico

El sábado sendos aparatos de la compañía debieron aterrizar de urgencia en EE UU y Países Bajos

María Antonia Sánchez-Vallejo
Operarios inspeccionan el motor derecho del Boeing 777 que tuvo que aterrizar de emergencia en Denver el sábado, en una imagen de la Agencia Nacional de Seguridad en el Transporte de EE UU.
Operarios inspeccionan el motor derecho del Boeing 777 que tuvo que aterrizar de emergencia en Denver el sábado, en una imagen de la Agencia Nacional de Seguridad en el Transporte de EE UU.NTSB HANDOUT (EFE)

Boeing no gana para sobresaltos. Lastrado por el impacto de la pandemia, el gigante de la aeronáutica encadena incidentes que cuestionan la seguridad de sus aparatos y empañan aún más su reputación corporativa, tras dos siniestros mortales registrados en los últimos años. Los últimos fueron, este sábado, la caída de piezas del fuselaje de un vuelo comercial en Denver (EE UU) y la pérdida de palas de turbina de un avión de carga en Maastricht (Países Bajos), tras sendos fallos en sus motores. Aunque ninguno de los sucesos provocó daños personales reseñables, el fabricante ha anunciado la inmovilización de los 128 aparatos del modelo 777 con motor Pratt & Whitney (PW) —el averiado en Denver—, mientras las autoridades neerlandesas investigan lo sucedido con el cargo 747-400 (Jumbo), que tras el incendio de uno de sus motores, también PW, diseminó pequeñas piezas de metal sobre las localidades de Meerssen y Maastricht. Dos personas resultaron heridas leves.

Los incidentes, cuya causa aún se desconoce, son el enésimo revés para una compañía que, como el resto del sector, se resiente del desplome de las operaciones por culpa de la pandemia, y de la grave crisis de reputación que siguió a dos fatídicos accidentes en 2018 y 2019 en Indonesia y Etiopía, respectivamente. Hasta los incidentes del sábado, a una y otra orilla del Atlántico, Boeing apenas había logrado disfrutar de unos meses de cierta normalidad tras recibir a finales de noviembre autorización para reanudar los vuelos de su modelo 737 MAX, que estuvo en tierra durante casi dos años a consecuencia de esos siniestros, con 346 víctimas mortales.

Las acciones de Boeing cayeron casi un 4% en la apertura de la sesión de Wall Street, este lunes, estabilizándose después y cerrando en tablas. Raytheon Technologies Corporation, propietaria de los motores Pratt & Whitney, también caía cerca de un 2% en los primeros compases de la jornada bursátil.

Los 128 aviones del Boeing 777 equipados con el modelo de motor implicado en el incidente del avión que despegó de Denver (Colorado), el P&W 4000-112, han sido inmovilizados en tierra, confirmó este lunes un portavoz de la compañía, tras la “recomendación” de suspender los vuelos realizada la víspera. La aerolínea estadounidense United Airlines, protagonista del incidente; las dos mayores compañías japonesas, ANA y JAL, y la surcoreana Asiana Airlines ya habían anunciado entre el domingo y el lunes la inmovilización de ese tipo de aviones en sus flotas; son prácticamente todas las aerolíneas que operan ese modelo. Según la agencia federal de aviación estadounidense (FAA, por sus siglas en inglés), solo compañías aéreas en Estados Unidos, Japón y Corea del Sur utilizan los 777 P&W 4000.

El Ministerio de Transportes de Japón indicó este lunes que ya había ordenado inspecciones más estrictas después de que un 777 de JAL que cubría la ruta de Tokio a Naha, en la isla de Okinawa, sufriera problemas con “un motor de la misma familia” en diciembre. El tipo PW4000 se utiliza únicamente en los B777, aunque la mayoría de aparatos de esta serie están equipados con motores GE Aviation.

El Reino Unido ha anunciado también la prohibición temporal de entrada en su espacio aéreo del modelo accidentado en Denver, mientras la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés) ha solicitado más información sobre estos motores, si bien ha descartado que ambos incidentes estén relacionados. Por su parte, PW, que pertenece a la empresa Raytheon —uno de los contratistas de defensa más importantes de EE UU—, ha comunicado que coordina con los reguladores aéreos una revisión de los protocolos de inspección. Según la primera estimación de la FAA, la avería del avión de Denver parece deberse a “las aspas huecas del ventilador que son exclusivas de este modelo de motor, utilizado únicamente en los Boeing 777”, dijo Steve Dickson, administrador de la FAA, en un comunicado.

Dickson explicó que, tras haber consultado con su equipo de expertos, les ordenó que emitieran “una directiva de aeronavegabilidad de emergencia que requerirá inspecciones inmediatas o intensificadas de los aviones Boeing 777 equipados con ciertos motores Pratt & Whitney PW4000”.

Ambos aparatos averiados se vieron obligados a realizar aterrizajes de emergencia poco después de despegar. El que salió de Maastricht con destino Nueva York, con un cargamento de productos farmacéuticos, lo hizo en Lieja (Bélgica). El de Denver, con 241 personas a bordo, regresó al mismo aeropuerto, no sin dejar sembrada de peligrosa chatarra la localidad suburbana de Broomfield, donde una pieza del fuselaje cayó a las puertas de una casa.

En vídeo, el incendio del motor del vuelo de Denver, este sábado, visto desde el interior del avión, en una captura de un vídeo grabado por uno de los pasajeros.Vídeo: EPV

De los 128 aviones inmovilizados, 69 se encuentran en servicio y 59 en almacenamiento. Durante los casi dos años de inmovilización del aparato siniestrado en Indonesia y Etiopía, el 737 MAX, la compañía perdió unos 20.000 millones de dólares (más de 16.800 millones de euros, incluidas las indemnizaciones por las víctimas), además de un millar de encargos y una reducción de plantilla de casi el 19% solo en 2020.

La crisis salpicó a la FAA, acusada en el pasado de dar un trato preferente a Boeing, y cuyos procedimientos fueron reformados en noviembre por una comisión del Senado estadounidense. Las dudas sobre el escrutinio en la certificación de los aparatos hicieron mella en el tradicional liderazgo del regulador, cuyos dictámenes habían sido asumidos sin rechistar durante décadas por el resto de países, a la vez que revalorizaba el papel de los reguladores globales.

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