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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La UE ante el monopolio farmacéutico

Europa debería afianzar una industria pública en lugar de financiar a compañías que priorizan sus beneficios

Andreu Missé
Vacunación contra la covid-19 del personal sanitario del hospital Sant Pau de Barcelona.
Vacunación contra la covid-19 del personal sanitario del hospital Sant Pau de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

Las razones de fondo de la interrupción de los programas de vacunación contra la covid-19 en la UE hay que buscarlas en el dominio del mercado por el monopolio de las farmacéuticas, la dependencia exterior de los medicamentos y la falta de una industria pública europea.

El programa de vacunación de la Unión parecía un éxito. Acuerdo con seis farmacéuticas para producir 2.300 millones de dosis con la financiación de 2.900 millones de euros de dinero público para investigación y producción. Los contratos habrían permitido vacunar a los 448 millones de europeos y a otras 1.000 millones de personas de Estados vecinos y países pobres.

Los contratos nacieron, sin embargo, con un serio problema de falta de transparencia. La diferencia de precios entre AstraZeneca (2-3 euros); Pfizer (17) y Moderna (31) es difícil de justificar. Los problemas surgieron cuando las farmacéuticas anunciaron que no cumplirían sus entregas. Las sospechas apuntaban a ventas a otros países con mejores contratos (Reino Unido) o que pagarían más. La Comisión Europea reaccionó con drásticas medidas para controlar la exportación de vacunas fabricadas en la Unión.

Pero el problema es más profundo. Un estudio de la Fundación Alternativas, Monopolios y precios de los medicamentos: un problema ético y de salud pública, elaborado en 2019 por los médicos Ramón Gálvez Zaloña y Fernando Lamata Cotanda, revela como las ganancias excesivas de las compañías generadas están “vulnerado el derecho humano a la atención sanitaria”. Según los autores “la causa de estos problemas está en el abuso del monopolio que los Gobiernos otorgan a las empresas a través de las patentes y otros instrumentos de exclusividad”. Y estiman que “el gasto excesivo en medicamentos asciende en España a más de 8.000 millones de euros anuales y, en la UE-28, a más de 70.000 millones de euros anuales”.

Un informe del Parlamento Europeo del pasado julio señalaba que “Europa ha perdido su independencia en el sector sanitario como consecuencia de la deslocalización de la producción, lo que hace que el 40% de los medicamentos terminados comercializados en la Unión provengan de países terceros”. Precisaba que se recurre a subcontratistas fuera de la Unión “en lugares en los que el coste de la mano de obra es inferior y las normas ambientales más laxas, de manera que entre el 60% y el 80% de los principios activos químicos se fabrican fuera de la Unión, principalmente en China y la India”.

Los eurodiputados piden a la Comisión y a los Estados miembros que “estudien la posibilidad de crear una o varias entidades farmacéuticas europeas sin ánimo de lucro y de interés general para producir medicamentos de interés sanitario y estratégico”.

Las crisis son también grandes oportunidades. El pasado julio la UE aprobó ayudar a los países más necesitados con una gigantesca emisión de deuda común. El proyecto de una Unión Europea de la Salud debería empezar por afianzar una industria pública farmacéutica en lugar de seguir financiando a unos monopolios que priorizan sus beneficios desorbitados.

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