La próxima revolución empresarial se llama genómica
Las compañías de este sector, favorecidas por la lucha contra la pandemia, multiplican su valoración y captan financiación por sumas millonarias gracias a su enorme potencial
Después de 13 años, el consorcio internacional del Human Genome Project descifró por primera vez la secuencia completa del genoma humano en 2003. Tres años antes, el expresidente estadounidense Bill Clinton se refirió a un primer borrador avanzado como “el mapa más importante y maravilloso producido por la humanidad”. Todo el proyecto costó entonces 2.700 millones de dólares. Hoy se puede obtener uno de esos mapas por una cantidad casi diez millones de veces menor.
El desarrollo tecnológico, el desplome de los costes y la reducción de los tiempos han impulsado el sector de la genómica, llamado a revolucionar la medicina. La llegada de la covid-19, además, lo ha puesto en el punto de mira de biotecnológicas, instituciones y empresas de la salud a la hora de buscar soluciones, según Damien Ng, analista de Julius Baer.
Esta disciplina se centra en el estudio de todos los genes, del ADN completo, de un organismo, o, dicho de otro modo, en el manual de instrucciones genético para su construcción y mantenimiento. En el caso de los humanos, leerlo, es decir, secuenciarlo, está encaminado, entre otros aspectos, a buscar mutaciones que con el tiempo pueden derivar en enfermedades, hacer un diagnóstico temprano de otras o diseñar tratamientos adaptados al paciente. Escribirlo, o editarlo, tiene por objetivo prevenir dolencias y abrir un nuevo abanico de posibilidades para tratarlas. “Uno de los grandes potenciales que tiene esta tecnología es la de poder realizar un diagnóstico precoz de cáncer a través de un análisis de sangre”, comenta Jordi Xiol, doctor en bioquímica y asociado sénior del fondo de capital riesgo especializado Ysios, sobre las biopsias líquidas.
Aún está en desarrollo, pero ya mueve millones en inversión. Como botón de muestra, Xiol apunta a dos empresas estadounidenses, Grail y Freenome, que comparten el objetivo de diagnosticar el cáncer de manera precoz sin haber lanzado aún un producto al mercado. “Grail ha captado 1.500 millones dólares en financiación, con aportaciones de Bill Gates y Jeff Bezos”, cuenta sobre la compañía, fundada en 2016 y adquirida a finales de 2020 por Illumina, referente en el sector, por 8.000 millones de dólares. Freenome, su competidora puesta en marcha en 2014, ha captado 500 millones.
“El sector de ciencias de la vida se ha demostrado como uno de los que han despertado un mayor interés inversor en los últimos meses”, dice por correo electrónico Susana de Antonio, responsable en España de Euronext. De las 117 compañías que forman parte de esta Bolsa paneuropea, cuatro se dedican a la genómica. “Todas ellas han tenido un perfil muy activo en 2020, al haber puesto en marcha diferentes ensayos relativos al desarrollo de tests, tratamientos o vacunas para la covid-19”, añade.
El de la genómica es un mercado global, en el que los grandes actores se encuentran, sobre todo, en Estados Unidos y algunos países europeos como Reino Unido y Alemania y en el que China, probablemente, tenga algo que decir en el futuro. Sin embargo, en España existen ya desde hace años empresas que decidieron apostar por ella. Es el caso de NIMGenetics, fundada en 2008, especializada en el diseño y comercialización de productos y servicios genómicos para el diagnóstico.”Estaba claro que la genómica y la genética iban a impactar en medicina de una manera muy importante”, dice Enrique Samper, uno de los tres cofundadores y director ejecutivo. “Es un campo que evoluciona cuatro veces más deprisa que la informática”, asevera. NIMGenetics, presente también en EE UU y América Latina, crece cada año desde su fundación. Al principio de manera más acentuada y en los últimos cuatro, dice el empresario, entre un 15% y un 20% por ejercicio. Su facturación de 2020 superará los 13 millones de euros.
Samper augura un futuro brillante al sector. “En España hay magníficos investigadores, hay bastantes empresas dedicadas al diagnóstico de una calidad que no tiene nada que envidiar a las empresas extranjeras”. No obstante, señala, falta mucha inversión para trasladar ese conocimiento científico al mercado. “Yo creo que en España la ciencia es una gran desconocida y hay muy poca inversión”, dice por teléfono Isabela del Alcázar, doctora en biología molecular y directora de Sostenibilidad de IE University,. “Y en esta ocasión, sí que creo que gracias a la covid-19 seguramente se reactiven fondos”.
Por otro lado, están las compañías dedicadas a la edición del genoma, que desarrollan tratamientos basados en su capacidad de cambiarlo. Entre ellas destacan CRISPR Therapeutics, Editas Medicine, Intellia Therapeutics y Beam Therapeutics. “Sin tener aún ningún producto en el mercado y en fases muy tempranas de desarrollo clínico, suman una capitalización de mercado de más de 25.000 millones”, cuenta Xiol. “En particular, la modificación genómica se está explorando como parte de la investigación en enfermedades como la anemia falciforme, fibrosis quística y hemofilia”, señala Ng. Y esto es solo un primer paso. “Si se demuestra que esa tecnología se puede usar de forma segura y eficaz en pacientes, se podría usar más adelante para tratar enfermedades más comunes, como podrían ser enfermedades degenerativas, autoinmunes, el cáncer, etc.”, apunta Xiol.
Para Yazzan Romahi, responsable del equipo de inversiones de Quantitative Solutions en J.P. Morgan AM, las terapias genéticas representan un espacio interesante e innovador que las farmacéuticas ven como “la nueva área de crecimiento dentro de la industria de la salud”. Ese interés es uno de los principales catalizadores de su crecimiento.
“Creemos que las terapias genéticas se encuentran en un punto de inflexión crucial, ya que estamos viendo que el campo se mueve del pipeline a la realidad comercial. Y, por lo tanto, tiene el potencial de ser un gran disruptor para la industria biofarmacéutica existente”, señala Romahi. El fondo de JP Morgan centrado en este tipo de tratamientos, con activos en CRISPR e Intellia, entre otros, ha obtenido “fuertes rendimientos” desde su creación. Creen que esta tendencia se mantendrá, impulsada por los avances en ensayos clínicos y por el desarrollo de adquisiciones y colaboraciones con actores de la salud ya establecidos.
A pesar de las buenas expectativas ligadas al sector, hay un aspecto que, según apunta De Antonio, conviene no olvidar. “Es un sector muy intensivo en capital, con periodos muy largos de maduración al tener que pasar por distintas fases de estudios clínicos, aprobaciones, etc. Lo que añade un componente de incertidumbre y riesgo que el inversor tiene que valorar”, reflexiona la responsable de Euronext.
Esta industria joven hace de su potencial disruptivo, de su rol guía en la medicina personalizada y del vaticinio de altas ventas sus principales atractivos económicos. Ha habido grandes avances en el campo durante los últimos años, como la técnica de edición genética CRISPR, que valió el Nobel de Química 2020 a sus creadoras, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier. Sin embargo, según los expertos, la revolución solo está comenzando.
Un acceso desigual al cuidado de la salud
Los avances en genómica marcan la apertura de una nueva era encaminada a la medicina de precisión. “Uno de los principales objetivos de la medicina personalizada radica en su promesa de ofrecer una mejor experiencia a los pacientes en términos de resultados de salud”, se lee en el estudio de Julius Baer. Pero, si finalmente se materializa, ¿quiénes y cuántos serán esos pacientes?
Los costes de los tratamientos personalizados siguen siendo elevados y se corre el riesgo de que la brecha se dilate todavía más entre personas ricas y pobres dentro de un país, que por ejemplo no tenga un sistema público y universal de salud, y entre países. “Hay varias cuestiones que necesitan ser abordadas si la medicina personalizada finalmente está disponible en nuestros sistemas de salud por medio de la genómica”, dice Ng. Según el autor, la comunidad de atención médica, las autoridades, los seguros y los ciudadanos deberán involucrarse para buscar juntos una respuesta.
En una entrevista con el Financial Times, Jennifer Doudna, una de las responsables de las “tijeras” CRISPR para editar el genoma, dijo que la innovación era la manera de asegurarse que la técnica no fuese prohibitiva. A mayor eficiencia, mejor funcionamiento y menor coste. “Supongo que crecí en una sociedad capitalista en la que a medida que las tecnologías se vuelven más capaces, más compañías pueden hacer cosas interesantes y eso reduce los costes. Y lo hemos visto una y otra vez”, dijo la bioquímica.
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