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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nuevas desigualdades tras la pandemia

Hay que acompañar las ayudas financieras de medidas que den más participación a los trabajadores en las decisiones

Varias personas frente a una oficina de empleo en Madrid el 5 de enero de 2021.
Varias personas frente a una oficina de empleo en Madrid el 5 de enero de 2021.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)
Andreu Missé

La pandemia de la covid-19 está transformando profundamente la sociedad. Los cambios afectan a la economía pero también a los hábitos más básicos como la forma en que nos movemos, trabajamos, colaboramos y disfrutamos. Una de las consecuencias más inquietantes de estos trastornos es el aumento de la desigualdad que se está generando en el ya deteriorado mundo del trabajo. Este aspecto ha sido objeto de un riguroso estudio, Covid-19 and the world of work: the impact of a pandemic, (Covid-19 y el mundo del trabajo: el impacto de una pandemia) elaborado por el Instituto Sindical Europeo (ETUI, por sus siglas en inglés).

El trabajo pone de manifiesto la intensa relación entre la desigualdad y la pandemia. Las desigualdades preexistentes se han visto agravadas por la pandemia. Así, sostiene que “las desigualdades en el mundo laboral han exacerbado la propagación de la covid-19”. Cita en este sentido numerosos estudios que indican que “los trabajadores con bajos ingresos y poca cualificación son los más afectados por la pandemia”. Uno de los factores determinantes de esta desigualdad se refiere a las ocupaciones que requieren una presencia física e interacción con otras personas que frecuentemente corresponden a empleos con bajos ingresos.

Los jóvenes figuran entre los más perjudicados por una mayor pérdida de empleo debido a su precariedad laboral. En el segundo trimestre de 2020 “el número de jóvenes activos en el mercado laboral cayó un 5% de promedio —y hasta un 10% en Eslovenia, Italia y España— comparado con un descenso del 2% de la población laboral general”

La enfermedad también ha mostrado como el teletrabajo también ha incrementado la desigualdad. El estudio cita una investigación del Fondo Monetario Internacional que sostiene que “el teletrabajo no funciona para los pobres, los jóvenes y las mujeres”. Precisa que los trabajadores con menos probabilidades de trabajar tienden a ser “jóvenes, sin educación universitaria, que trabajan con contratos atípicos y empleados en pequeñas empresas y los que están en la parte inferior de la distribución de ingresos, lo que sugiere que la pandemia podría exacerbar la desigualdad”.

La pandemia ha desmitificado ciertos dogmas del pensamiento económico convencional. La enfermedad ha demostrado cuáles son los verdaderos empleos clave, (sanitarios, transporte, comercio y logística), que se han convertido en vitales pese a su baja remuneración. Según el profesor Ian Cough “la hegemonía de la teoría neoclásica del valor, según la cual el precio determina el valor, ha mostrado su irrelevancia y por lo tanto necesitamos una nueva teoría del valor si queremos construir una economía sostenible y resistente”.

La crisis provocada por la pandemia significó la pérdida de nueve millones de empleos en los primeros meses. Muchos fueron los más vulnerables, aunque eran esenciales. Las elevadas ayudas financieras aprobadas por la UE y las declaraciones de los líderes sobre el diálogo social se deben acompañar de medidas que aumenten la participación de los trabajadores en las decisiones si se quiere reducir efectivamente la desigualdad y sus nefastas consecuencias para la salud y la economía.

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