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Vidrala calienta sus hornos y despega en Bolsa

El grupo vasco, uno de los mayores productores de vidrio de Europa, tiene un plan de inversión de 500 millones

Vidrala
Vidrala comercializa más de 8.000 millones de envases al año.

Fabrica envases de vidrio para alimentación y bebidas desde 1966. Empezó con una fábrica en Llodio que contaba con un horno y dos máquinas, unos pocos empleados y una capacidad de 25.000 toneladas. Vidrala fue y es todavía una empresa familiar, de las de toda la vida. Capitaneada por los Declaux, uno de los apellidos más adinerados de este país, que, divididos en cinco ramas, se sientan en el accionariado de esta empresa, con Carlos Declaux Zulueta a la cabeza, como presidente desde 2002 y máximo accionista con un 7% de forma indirecta. En los últimos cinco años la acción de Vidrala se ha revalorizado un 122% y la compañía ya vale 2.654 millones de euros en Bolsa.

Casi seis décadas después de su puesta en marcha, Vidrala sigue fabricando para los mismos sectores que cuando empezó y “no nos planteamos hacer otra cosa”, apunta Carlos Declaux. Vidrala tiene una plantilla de 3.700 empleados y produce y comercializa más de 8.000 millones de envases al año que entrega a 1.600 clientes radicados en España, Portugal, Francia, Italia y el Reino Unido, que fabrican desde cerveza o vino hasta conservas o mermeladas. Su trayectoria se consolidó en 2019 con un crecimiento previsto en ventas del 5% respecto a 2018, una facturación que se va a acercar a los 1.000 millones de euros y unos beneficios que rondarán los 125 millones. “El año pasado empezamos a recoger el fruto de todo lo que hemos hecho antes, como la expansión de los últimos años”, apunta el presidente. La compañía ya cuenta con una cuota de mercado del 35% en la península Ibérica.

Su estrategia de crecimiento y expansión ha culminado en la presentación de un plan de inversiones de 500 millones de euros que se ejecutará desde este año y hasta 2024. Un plan que llega con el antecedente de otro más pequeño, implementado entre 2017 y 2019 en la fábrica de Corsino (Italia), en la que se han gastado 100 millones de euros. “Con esta inversión la planta ha mejorado en tecnología y en estándares medioambientales. Pese a que Italia no tiene la dimensión y el peso que el resto de nuestras fábricas, funciona bien y hemos apostado por ella”.

Ampliar capacidad productiva, modernizar instalaciones y mejorar las prácticas medioambientales son los ejes sobre los que gira el plan estratégico. El grueso de las inversiones irá a parar a las dos plantas de Portugal y Reino Unido. Sin concretar partidas, fuentes de la empresa explican que la inversión está sujeta al calendario de reparación de hornos y al peso de la planta dentro del conjunto. “Vamos a invertir en los mercados que tenemos una posición competitiva”, asegura Declaux.

Las plantas del Reino Unido viven a la expectativa por el Brexit. Una situación que no ven como una catástrofe, “aunque influir, influye”. “Pero nosotros” —explica el primer ejecutivo— “no exportamos al continente y nuestros costes se manejan en libras, salvo en la República de Irlanda, que trabajamos en euros y a donde sí exportamos”. Estas plantas, una en Elton, cerca de Manchester, y otra en Derrylin Fermanagh, en Irlanda del Norte, en las proximidades de la frontera con la República de Irlanda, y que es la única fábrica de vidrio de la isla esmeralda, fueron adquiridas en 2015 a Encirc por 408 millones de euros. La compra fue un punto de inflexión “y nos hizo ser ambiciosos”.

En estas plantas no solo se fabrica vidrio, también cuentan con seis líneas de embotellado, que tienen en el vino su negocio estrella, que se importa a granel, sobre todo desde Chile, Australia y California. “Al principio no vimos el potencial del embotellado. Pensamos que era un negocio curioso pero también una incógnita. Con el tiempo, el embotellado ha crecido mucho en el Reino Unido, ya que no producen vino pero lo consumen cada vez más”. A sus envasadoras llegan más de 170 millones de litros al año, que luego venden en los supermercados del país, como Sainsbury o Tesco.

Un negocio este último que preocupa a Declaux ante la salida del Reino Unido. “No sabemos qué puede pasar con los contratos con países como Chile, Estados Unidos o Australia. Hay cierta incertidumbre que no es buena. Algunos son de la Commonwealth y creemos que los acuerdos no tienen que ser peores que lo que hay ahora. La caja que hemos generado aquí en estos años supone el 30% del total de la facturación. Si baja el precio de la libra, nos perjudicará. Si las previsiones se cumplen y el consumo y el crecimiento van a ser menores en el Reino Unido después del Brexit, también nos afectará, claro”, apostilla.

Al margen de las citadas factorías del Reino Unido e Italia, Vidrala cuenta con seis plantas más. Además de la casa matriz de Llodio y, tras levantar una factoría en 1989 en Caudete (Albacete), en 2003 comenzó su expansión con una política de adquisiciones, que ha marcado la buena marcha de la empresa. Su primera compra fue en 2003 con las fábricas del grupo Ricardo Gallo en Portugal y en 2005 con Castellar del Vallés (Barcelona) y Corsico (Italia), ambas adquiridas a Owens-Illinois, empresa norteamericana líder mundial en la fabricación de vidrio.

En 2017 volvió a mirar a Portugal, donde adquirió Santos Barosa, una planta de propiedad familiar, por 245 millones, al lado de la de Ricardo Gallo. “Es la fábrica más grande de vidrio de la península Ibérica y produce 400.000 toneladas. Con su compra veíamos posibilidades de mejora en logística, aunque estuviera al lado de la otra. No es una ventaja, pero tampoco un inconveniente y funcionan de forma independiente” .

Venta a sede dos euros

Actualmente, Vidrala ha frenado su afán comprador, “pero no estamos cerrados a oportunidades si surgen”. Compras que también han visto la otra cara de la moneda, con la venta de la sede de Bélgica, que hasta diciembre pasado fuera su novena factoría. Un simbólico precio de dos euros es lo que ha pagado la francesa Saverglass. “No sé si hubiera preferido o no comprar esa planta cuando lo hicimos, pero Bélgica ha perdido competitividad. En esa planta ganábamos dinero, pero se acercaban el fin de las instalaciones y teníamos que hacer fuertes inversiones. Por eso nos planteamos que era mejor invertir donde somos fuertes y vemos futuro”, asegura Declaux.

El presidente también presume de la atención que Vidrala tiene con sus accionistas. La retribución de este año se sitúa en 1,09 euros, un 15% más que en el ejercicio anterior. “Desde hace más de 25 años hemos mantenido un dividendo en metálico creciente”. También han realizado una recompra de acciones para su amortización y en noviembre pasado ejecutaron una ampliación que su presidente denomina “casi como un regalo”. Por cada 20 títulos dieron una nueva. “Esto permite al accionista monetizar sus acciones y a la vez esas acciones nos permiten aumentar la liquidez del valor”. Pese a la importante subida en Bolsa, en Ahorro Corporación aún creen que la acción tiene gasolina: “Es una de las compañías más rentables del sector en Europa. Su elevada capacidad para generar caja y el bajo nivel de endeudamiento la sitúan en un lugar privilegiado para afrontar futuras adquisiciones”.

Asignatura pendiente

El vidrio es un material con infinitas vidas, que se puede reciclar infinitas veces y es el de mayor tasa de reciclado en España. Según datos de Ecovidrio, en 2018 se reciclaron 893.989 toneladas de vidrio, que supone una cuota del 76,5%. Pese a esto, la península Ibérica es deficitaria en vidrio reciclado por varias razones. Además de la falta de conciencia, el volumen de envasado en vidrio es muy alto, pero estos envases se exportan en buena parte y es en esos países de destino donde se recicla. De hecho, España tiene que importar vidrio reciclado de Inglaterra, que tiene superávit en este sector.

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