Lo que se oculta tras los datos de empleo
La línea entre la ocupación y el paro se ha ido haciendo más débil para amplios segmentos del mercado laboral afectados por la volatilidad de los contratos y el empleo inestable
Ya conocen las noticias sobre afiliación, contratos y paro registrado. Ahora les contaré algunas verdades que se ocultan tras ellas. Quizás la más relevante es que la línea entre la ocupación y el paro se ha ido haciendo más débil para amplios segmentos del mercado laboral, que o bien son inherentemente inestables o bien se han convertido en inestables aprovechando el diseño institucional. No se trata de un fenómeno nuevo. Lo que sucede es que su intensidad aumentó con la recesión y no ha remitido con la recuperación. Cabe predecir que tampoco lo va a hacer en los años siguientes si nada cambia, puesto que se trata de un elemento estructural del modelo productivo y social del que nos hemos dotado: se refleja en un nivel ineficientemente elevado de flujos brutos (de altas y bajas de contratos y de trabajadores) asociado al mantenimiento de los mismos puestos de trabajo y a un cambio relativamente pequeño del empleo neto, y en la existencia de una rotación y una volatilidad considerable de los contratos temporales. ¿Es esto lo que nos dicen los datos? Sí.
Primero, los datos de la composición de la contratación. El peso de los contratos indefinidos ha disminuido respecto a lo observado en 2007, mientras que el de los contratos a tiempo parcial ha aumentado sustancialmente: suponían en torno a una cuarta parte del total de contratos en los últimos años antes de 2008, pero este peso ha situado en el 35-36% desde 2012. No solo eso. También desde 2012 los contratos a tiempo parcial suponen algo más de un tercio de los contratos temporales que se registran y más de un 40% de los indefinidos.
Segundo, los datos de la duración de los contratos temporales. Durante la crisis y la recuperación ha ido aumentado el peso (de menos del 30% al 40% dentro de los contratos temporales firmados) de aquellos cuya duración pactada de antemano era extremadamente corta (siete días o menos) o muy corta (treinta días o menos). Este aumento ha dado lugar a que la duración media en días de los contratos temporales (para los que se conoce su duración) pasase de 78 días en 2008 a 53 en 2013-2015 y haya alcanzado los 50 días en 2019.
Tercero, los datos de la rotación laboral. Si se calcula el porcentaje que representan los contratos temporales de todo tipo con respecto a la población asalariada de la EPA, resulta que en 2019 se realizaron 122 contratos por cada 100 trabajadores. Esto es como si el trabajador promedio cambiase de contrato cada diez meses. Este indicador ha crecido rápidamente con el inicio de la recuperación del empleo a partir de 2013, alcanzando máximos históricos.
Estos aspectos del funcionamiento del mercado de trabajo merecen una atención especial. Para alterar los resultados referidos a la rotación excesiva es preciso adoptar medidas que afecten a algunos de los mecanismos básicos que configuran el mercado laboral.
Carlos García Serrano es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá.
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