La economía de las vacunas
Si España invierte los fondos europeos en empresas innovadoras, saldrá de la crisis reforzada
Las pandemias de coronavirus suelen durar dos o tres años. Esta es la primera global, que ha afectado a los países desarrollados y ha provocado la mayor concentración de ciencia, talento e inversión de la historia. En menos de un año, las vacunas ya están distribuidas.
A pesar de no ser un organismo vivo, la covid tiene instinto de supervivencia. El bicho no quiere matar, pero provoca una sobrerreacción inflamatoria en muchos pacientes y neumonías en otros que son las causas de la muerte. La vacuna tiene doble efecto: en cuanto el virus entra en un humano, activa el sistema inmunológico y evita que esa persona desarrolle la enfermedad, y la carga vírica es tan baja que la probabilidad de que esa persona contagie a otras es muy reducida. Reduce tanto el numerador como el denominador de la función exponencial que representa la dinámica del contagio y contendrá la curva.
La causa de la crisis económica fueron los confinamientos forzosos para evitar el colapso de los sistemas de salud. En Asia, que han conseguido contener la curva, la economía ya crece a tasas similares a las anteriores a la pandemia. Asia concentra casi dos tercios del crecimiento mundial y arrastra vía importaciones el crecimiento del resto del mundo, especialmente de Europa, donde el peso de las exportaciones sobre el PIB es muy elevado. La producción industrial en España en octubre fue similar a la de octubre de 2019. El sector servicios sigue más afectado, especialmente: turismo, ocio, restauración y cultura.
En las crisis, el PIB y el empleo caen más de lo que predicen los economistas, y se recuperan antes y con más intensidad. En 2009, la crisis griega se gestionó fatal y el contagio a otros países provocó una doble recesión. Europa ha aprendido la lección. El BCE ha ampliado su programa de compras hasta marzo de 2022, la Comisión no exigirá cumplir el Pacto de Estabilidad en 2021 y Europa ha aprobado el mayor plan de inversión pública de su historia.
España, desde 1960, ha demostrado ser una economía agradecida que cuando tiene condiciones de estabilidad, crece y crea empleo. La clave es qué tipo de empleo y qué salarios, y eso lo determinará el tipo de empresas en las que se inviertan los fondos europeos. Si volvemos a invertir en sol y playa para competir con Turquía, tendremos salarios de Turquía. Si invertimos solo en ciencia y parques tecnológicos como entre 2004 y 2009 su efecto sobre la productividad y los salarios será inapreciable.
Si invertimos en empresas innovadoras que colaboren con universidades y parques tecnológicos para desarrollar proyectos rentables en la era de la tecnología global (como EE UU, Asia, países nórdicos, Francia, Alemania o el Reino Unido) reduciremos el desempleo, aumentaremos los salarios, evitaremos que nuestros jóvenes emigren, devolveremos la hipoteca de esta crisis y de la anterior que es la deuda pública y habrá dinero para pagar las pensiones.
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