Así viven los hoteles de lujo sin turistas
Ante el desplome del turismo internacional por la pandemia, establecimientos de cinco estrellas como el Four Seasons de Madrid miran al cliente local y al corporativo
“Entre semana tenemos una ocupación del 6% y el fin de semana podemos llegar al 10% con una clientela exclusivamente madrileña”. Marta Centeno, directora de comunicación del primer Four Seasons Hotel en España, inaugurado el pasado 25 de septiembre, resume así el mes y medio de apertura después de ocho años de obras en la céntrica plaza de Canalejas, a dos pasos de la Puerta del Sol. Centeno reconoce que poner en marcha un hotel de estas características no ha sido nada fácil en plena segunda ola de la pandemia: “Nuestros clientes son principalmente estadounidenses, latinoamericanos y asiáticos. Esperábamos llegar al 50% de ocupación en los primeros meses, pero con las fronteras cerradas a nivel mundial decidimos abrir centrándonos en el cliente madrileño, eso se traduce en un cambio de estrategia y hasta de mentalidad de nuestros empleados”.
Con una plantilla de 254 personas y 57 habitaciones en funcionamiento, de las 200 que abrirán en un futuro, el hotel ha abierto al público espacios como el lobby, con servicio de bar, o su exclusivo spa de cuatro pisos, con la intención de “dar a conocer la experiencia Four Seasons en tu propia ciudad”. De los 20 hoteles que la cadena canadiense tiene en Europa, tan solo permanecen cerrados seis de ellos como consecuencia de la pandemia, pero su reducida clientela es muy diferente a la habitual, es local o de negocios.
La caída del turismo extranjero ha sido especialmente dramática para los establecimientos de lujo. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, España recibió 1,1 millones de turistas internacionales en septiembre, un 87,1% menos que en el mismo mes de 2019. En los nueve primeros meses de 2020 han visitado España 16,8 millones de turistas. El año pasado lo hicieron 67,0 millones.
Nuevas fórmulas para nuevos clientes
Ante este escenario, los establecimientos que han abierto se han lanzado a la búsqueda de nuevas fórmulas para resistir frente a la crisis. De los 34 hoteles de cinco estrellas que forman parte de la Asociación Empresarial de Hoteleros de Madrid, apenas están abiertos nueve, y su ocupación ronda el 10%, según la organización. El hotel Boutique Tótem, situado en plena milla de oro madrileña, ha centrado sus esfuerzos en buscar y fidelizar al cliente corporativo: vender las habitaciones para trabajar como si de una oficina se tratara pero con los servicios de un establecimiento hotelero.
“Este tipo de huésped tiene nuevas necesidades así que hemos lanzado un paquete ejecutivo que contiene un check out (salida) más tardío sin coste, el uso de una sala de reuniones o el disfrute privativo del gimnasio”, explica la directora, Dulce Ortega. De una ocupación del 80% en el mes de octubre del año pasado, este alojamiento ha caído al 15% en este otoño, “aunque esta semana hemos subido al 25% y creemos que es por las noticias que llegan sobre las diferentes vacunas”, cuenta con optimismo la dirección de Tótem.
La segunda ola de contagios ha vuelto a hundir la demanda turística de este otoño. Las pernoctaciones en establecimientos hoteleros disminuyeron un 83,3% en octubre, cinco puntos más que en septiembre, según los últimos datos del INE publicados este martes. La caída en octubre es cinco puntos más profunda que en septiembre y dejan lejos las cifras de julio y agosto, cuando se vivió una tímida recuperación ( del 73% y el 64%, respectivamente).
Después de un verano con unas cifras aceptables para ser temporada baja en Madrid, el hotel URSO, el primer boutique cinco estrellas que abrió en la capital después del confinamiento, vio como su ocupación caía en septiembre. Así que cambió de estrategia y puso su mirada en el barrio de Las Salesas donde está ubicado.
“Buscamos fórmulas para atraer a los vecinos del barrio, que vengan aquí después del trabajo y disfruten de los servicios de un establecimiento de lujo”, cuenta su director, Víctor Vacas. Talleres de gin tonics y vermuts, habitaciones convertidas ocasionalmente en modernas barberías y tardes de piano con champagne antes de entrar a su restaurante, son algunas de las nuevas fórmulas que ha adaptado el equipo de URSO. Se trata de seguir trabajando y poco a poco recuperar la facturación y la normalidad del negocio. “Gracias a estas iniciativas nuestro lobby vuelve a tener vida, la gente consume y además damos trabajo al pequeño comercio que rodea al hotel”, afirma satisfecha la dirección del hotel.
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