Bankia: un crimen sin culpable
EL PAIS añade un sexto capítulo al podcast con las opiniones de supervisores, consejeros y directivos
¿La catastrófica salida a Bolsa de Bankia fue una gestión negligente o un intento de engañar a los clientes?
Con esta pregunta se cerró el quinto y último capítulo del podcast sobre el caso Bankia, pero ahora la Audiencia Nacional ha respondido a esa pregunta. Por este motivo EL PAÍS lanza un sexto y último capítulo, el epílogo, para explicar por qué la sentencia ha sido absolutoria para los 34 acusados.
En el nuevo episodio se incluyen las opiniones de supervisores, abogados, consumidores y consejeros y directivos de Bankia que juzgan la sentencia, cuentan cómo han vivido este juicio y las lecciones que se pueden obtener de la mayor crisis bancaria.
El documento de audio cuenta con las opiniones de Antonio Carrascosa, exdirector general del fondo de rescate, FROB, y miembro de la Junta Única de Resolución de bancos en Europa; Francisco Verdú, ex consejero delegado de Bankia; Ángel Acebes, expresidente de la comisión de auditoría de Bankia; Andrés Herzog, abogado que ha llevado la causa desde su origen; Juan José Toribio, profesor de la escuela de negocios IESE, y Patricia Suárez, presidenta de la asociación de defensa de los consumidores ASUFIN.
El tribunal ha considerado que los 34 acusados no han cometido falsedad contable ni estafa a los inversores en la salida a Bolsa de Bankia porque durante todo el procedimiento siguieron las indicaciones de las autoridades supervisoras y reguladoras.
Por otro lado, tanto el Banco de España como la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV) que pilotaron la salida a Bolsa, no estaban entre los acusados. Durante el proceso de instrucción, la Audiencia consideró que no se les podía acusar y se centró en los consejeros y directivos que finalmente han sido absueltos. Al final, ha sido un crimen perfecto, porque ha habido un muerto, Bankia, que fue rescatada con 22.424 millones, pero no hay ningún culpable.
10 años después, Bankia desaparece
Curiosamente la sentencia ha coincidido con el anuncio de la desaparición de Bankia como entidad independiente, ya que será absorbida por CaixaBank. 10 años después de crearse, la entidad pública dejará de existir, pero los ciudadanos seguirán teniendo un dinero comprometido en la nueva CaixaBank, exactamente un 16% de su capital. Esa participación es la esperanza de recuperar parte del dinero aportado por los contribuyentes para el rescate, aunque los expertos consultados en el podcast coinciden en que será muy difícil obtener más allá de unos pocos miles de millones.
El documento arranca con unas declaraciones de José Ignacio Goirigolzarri, actual presidente de Bankia, en la rueda de prensa de presentación del proyecto de fusión con CaixaBank. “La desaparición de la marca Bankia me da mucha pena. En 2012 era una marca muy tocada, y gracias al esfuerzo de todas las personas de Bankia, esa marca se ha revitalizado de una manera absolutamente notable, pero dicho eso, todavía tiene connotaciones negativas derivadas del pasado”.
Intentar explicar por qué desaparece un banco en una década no es fácil. Pero todavía es más difícil si se sabe que fue reforzado con más de 22.000 millones y, además, sacó activos tóxicos del ladrillo al banco malo por valor de 22.300 millones, lo que casi suma 45.000 millones de ayudas.
Además, en 2012 se tragó el patrimonio de las siete cajas que formaron el banco; solo Caja Madrid se dejó 5.455 millones, su patrimonio acumulado durante 310 años. Todas las cajas se convirtieron en fundaciones con los escasos recursos que salvaron en aquella debacle por lo que redujeron drásticamente su obra social. Y, pese a todo, Bankia no ha podido seguir adelante en solitario.
El origen del banco y su gestión, claves
El origen de Bankia y su deficiente gobernanza explican parte de este interrogante. La falta de preparación para dirigir bancos por parte del equipo directivo, con un claro sesgo político de afinidad al PP, destaca en los análisis. Además, la fusión de Caja Madrid con Bancaja, formando un conglomerado que reunía miles de inmuebles que, tras llegar la segunda crisis, la de final de 2011 y principios de 2012, se devaluaron hasta casi cero.
El dinero público se metió para compensar la depreciación de los activos, es decir, colocar a cero cuentas del balance que estaban en negativo. De no haberlo hecho, si se hubiera dejado quebrar, el agujero se habría tapado con los depósitos de los clientes con más de 100.000 euros. Esta operación podría haber causado un pánico contagioso en los demás bancos si los ahorradores acudían a retirar el efectivo.
Los expertos consultados creen que hubiera sido más barato para el erario público no sacar a Bolsa a Bankia, sino inyectar el dinero antes, reconocer pronto sus males y evitar el desastre en el que se implicó a cientos de miles de pequeños accionistas. Pero los gestores, primeros responsables, no reconocieron la verdadera situación de su entidad y el Gobierno socialista de entonces optó por sacar a cotizar bancos procedentes de cajas en parte porque, previamente, habían recibido el visto bueno del Banco de España y de la CNMV aunque eran bombas de relojería. Cuatro errores consecutivos que hicieron explotar el artefacto.
La contabilidad, un chicle
La contabilidad también jugó aquí un papel relevante. Las cuentas de Bankia de 2011 serán un caso de estudio: presentaron beneficios de 300 millones, cuando se formularon en marzo, y dos meses, después, tras la intervención y la llegada de Goirigolzarri a la presidencia, se convirtieron en pérdidas de 3.000 millones. Las dos fueron aprobadas por el responsable máximo de contabilidad, el Banco de España.
¿Qué justifica este cambio? Que las segundas se hicieron en pleno auge de la segunda crisis, la de 2012, con un sesgo negativo, ya que las ayudas que se solicitaron se basaban en la mala situación de Bankia y las negras perspectivas económicas.
En las cuentas de Goirigolzarri se planteaba que lo que antes se evaluó con un valor de 100.000 euros, por ejemplo una casa rehipotecada en la playa, ahora se sabía que realmente valía casi cero, porque nadie estaba dispuesto a comprarla. Con estas perspectivas se formulan las provisiones de los bancos, que no dejan de ser un intento de conocer el futuro de la economía, un arte arriesgado.
Los expertos consultados creen que hay que sacar lecciones de esta crisis para no repetirla. Sobre todo porque casi no se ha salido de la depresión de 2008 y estamos en otra. Los bancos no han sido el origen y han respondido bien al primer embate, con las moratorias de los créditos, pero también están siendo afectados y pueden volver a convertirse en graves problemas.
El Supremo choca con la Audiencia en el folleto de salida a Bolsa
Una de las claves de la sentencia es la aparente contradicción que hay entre el criterio de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo en 2016, cuando anuló la venta de las acciones de Bankia al entender que existían “graves inexactitudes” en su folleto de salida a Bolsa con la opinión de la Audiencia Nacional, que afirma que era correcto.
El Supremo dictaminó entonces que estos errores impidieron a los accionistas conocer la situación del banco; y el Estado, es decir, los contribuyentes, devolvió 1.900 millones a esos accionistas. Ahora, sin embargo, la Audiencia no encuentra nada penalmente punible en el mismo folleto y no ve conductas delictivas concretas que se puedan aplicar a personas concretas. Enumera hasta 36 advertencias que contenía este documento sobre los problemas que podía tener Bankia, aunque muchas de ellas son las que tienen todas las empresas que salen a cotizar y ninguna acaba como este banco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.