La OIT estima que se perderán 245 millones de empleos en el último trimestre de 2020 por el coronavirus
El organismo empeora sus últimas previsiones y asegura que la crisis económica aumentará la brecha entre países ricos y pobres
El incesante desgarro en materia de empleo que está provocando el coronavirus por todo el mundo ha obligado a actualizar las estimaciones que venía realizando en sus informes la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En su último análisis, publicado este miércoles, la OIT advierte de un incremento mayor del previsto en las horas de trabajo perdidas en todo el mundo, y una disminución del volumen de ingresos provenientes de los trabajadores de 3,5 billones de dólares (3 billones de euros). Según la OIT, los ingresos por trabajo a escala mundial han disminuido alrededor de un 10,7% en los tres primeros trimestres de 2020, con respecto al mismo período de 2019, siendo América la región más afectada, con una pérdida del 12,1%. En su estudio, la OIT deja al margen los efectos de las medidas adoptadas por los países para sustentar el nivel de ingresos.
En el análisis Observatorio de la OIT: la COVID-19 y el mundo del trabajo. 6.a edición, la revisión de las estimaciones realizadas sobre el segundo trimestre en el informe anterior (publicado el 30 de junio) elevan del 14 al 17,3% las horas perdidas. Esto equivale a la destrucción de 495 millones de empleos a tiempo completo (el estudio toma como referencia una semana laboral de 48 horas), frente a los 400 millones que se calculaban inicialmente. Del mismo modo, las previsiones para el tercer y cuarto cuatrimestre no son nada halagüeñas. La OIT calcula que durante el tercer trimestre de 2020, a nivel mundial, se perderán un 12,1% de las horas de trabajo (345 millones de empleos a tiempo completo siguiendo la misma equivalencia), mientras que para el cuarto la previsión es del 8,6% (245 millones de empleos).
Según el organismo internacional, este incremento de las previsiones responde a que los trabajadores de las economías en desarrollo y emergentes “se han visto mucho más afectados que en las crisis anteriores”. “Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, fomentar el empleo y la actividad empresarial y garantizar los ingresos”, señala Guy Ryder, Director General de la OIT.
Otro de los aspectos que, según el estudio, determina el impacto que está teniendo la pandemia sobre el trabajo depende del distinto grado de aplicación de las medidas restrictivas relacionadas con el cierre de lugares de trabajo que se ha llevado a cabo en función de la región en la que se encuentran los trabajadores. Según el observatorio, el 94% de los trabajadores residen en países en los que se sigue aplicando algún tipo de restricción que afecta a los lugares de trabajo, y el 32% en países en los que se ha establecido el cierre de todos los lugares de trabajo, salvo los esenciales.
Medidas de apoyo desiguales
Así mismo, otra de las conclusiones de la OIT es que los números empeoran en función del impacto de las medidas de incentivo fiscal determinadas por los distintos gobiernos. Según el estudio, cuanto mayor es el alcance de las medidas de incentivo fiscal, menor es la pérdida de horas de trabajo registrada. “No obstante, pese a que las medidas de incentivo fiscal han constituido una ayuda fundamental para fomentar la actividad económica y mitigar la pérdida de horas de trabajo, su aplicación se ha concentrado en países de altos ingresos, habida cuenta de la limitación de recursos de los países emergentes y en desarrollo para financiar esas medidas”, señala el estudio.
Para que los países con ingresos bajos se situasen a la altura de los números de aquellos con más recursos, la OIT estima que deberían realizar una inversión de 982.000 millones de dólares (839.000 millones de euros), y 937.000 millones de dólares (800.000 millones de euros) los de ingresos medios-bajos. La OIT argumenta que “esa amplia brecha en materia de incentivos fiscales tiene efectos aún más adversos si se tienen en cuenta los deficientes programas de protección social de muchos países en desarrollo”.
“Habida cuenta de la celebración en Nueva York de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cabe subrayar la imperiosa necesidad de que la comunidad internacional formule una estrategia a escala mundial encaminada a facilitar la recuperación a través del diálogo, la cooperación y la solidaridad. Ningún grupo o país, ni ninguna región, podrá superar esta crisis por sus propios medios”, añade Ryder.
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