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El peso argentino vuelve a sufrir presión devaluadora

Los controles a la compra y venta de dólares hace subir la cotización de la divisa en el mercado paralelo

Enric González
El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, anuncia el acuerdo con los acreedores extranjeros, el 31 de agosto pasado en Buenos Aires.
El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, anuncia el acuerdo con los acreedores extranjeros, el 31 de agosto pasado en Buenos Aires.POOL (Reuters)

El peso argentino vive su enésima situación angustiosa. El “supercepo” establecido la semana pasada sobre el mercado cambiario ha frenado la sangría de divisas que sufría el Banco Central, pero ha agravado la ansiedad de empresarios, ahorradores y especuladores. El dólar blue (o libre, o ilegal, según quién lo defina) supera los 140 pesos, frente a los 130 de principio de este mes o, puestos en comparaciones, los 37 pesos de hace dos años. El cambio oficial, al que deben atenerse importadores y exportadores, está en 75 pesos. La diferencia entre lo oficial y lo real se agranda día a día. Los bancos llevan cuatro días sin vender dólares.

Los ciudadanos argentinos pueden adquirir mensualmente hasta 200 dólares. Pero el ansia compradora (la adquisición de dólares es la mejor forma de proteger los ahorros frente a la inflación, o de ganar un pequeño sobresueldo pagando dólares al precio oficial y revendiéndolos clandestinamente al precio real) estaba dejando el país sin reservas. Desde el miércoles 16 de septiembre, al ya existente impuesto del 30% sobre la compraventa de dólares, que elevaba el precio del cambio oficial (75) por encima de 100, se sumó otro recargo del 35% descontable a fin de ejercicio en el impuesto sobre ganancias. Pero se desconoce aún la efectividad de ese nuevo ejercicio disuasorio: los bancos llevan cuatro días sin vender billetes estadounidenses.

Una de las condiciones que el gobierno de Alberto Fernández estableció la semana pasada fue que los perceptores de subsidios estatales no tendrían derecho a adquirir los 200 dólares mensuales. Y ese es el problema que padecen ahora los bancos: dicen que les supone demasiado tiempo comprobar si un cliente cobra o no un subsidio y, por tanto, han interrumpido ventas. Nadie sabe cuándo se reanudarán.

La decisión del gobierno, vehiculada por el Banco Central, afecta también a las empresas, que sólo pueden acceder al 40% de los dólares que necesitan para hacer frente a sus deudas en divisa estadounidense. Tras conseguir un acuerdo con los acreedores de deuda pública en dólares, el gobierno ha obligado a las empresas, en la práctica, a renegociar su propia deuda privada para ceñirse a las limitaciones en el acceso al billete verde.

Esta situación ha provocado un nuevo aumento del riesgo país por encima de los 1.300 puntos, un descenso en la cotización de los bonos públicos (el lunes bajaron un 3,5%) y una leve depresión bursátil.

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