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El Banco de España confía “en un rebote del consumo de los hogares a partir del verano”

En un informe sobre los sistemas de pago apunta que en junio el gasto con tarjetas fue el mismo que un año antes

Íñigo de Barrón
Una mujer realiza una compra por Internet con su tarjeta de crédito.
Una mujer realiza una compra por Internet con su tarjeta de crédito.

El Banco de España cree en “la posibilidad de que, durante los meses de confinamiento, se hayan pospuesto, como suele ocurrir en las crisis, decisiones de consumo. Esta demanda acumulada no satisfecha, que suele venir asociada a los bienes duraderos, contribuiría a favorecer un eventual rebote del consumo de los hogares a partir del verano”.

Así lo ponen de manifiesto un artículo analítico publicado este martes por el banco central español, en el que advierte de que, en cualquier caso, el comportamiento del gasto dependerá de que la proporción de empleos que puedan ser salvados mediante Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sea lo más elevada posible o que las medidas de protección de las rentas y de ayuda a los hogares más vulnerables constituyan un elemento de soporte.

El informe explica el comportamiento sicológico de los españoles ante la incertidumbre que está suponiendo la pandemia y su reflejo en los medios de pago. Así, afirma que “en las fechas previas al confinamiento, el gasto acometido a través de este medio de pago registró un notable repunte, hasta el 20 % interanual, como resultado del dinamismo de las compras de productos de primera necesidad, probablemente porque los hogares hicieron acopio de ellos en previsión de que fuera más difícil adquirirlos con posterioridad.”.

Después, con la declaración del estado de alarma, llegó el bajón absoluto. “El consumo privado, aproximado por el indicador de gasto con tarjetas, experimentó una caída drástica, igual o superior al 50 % interanual, durante un período que comprende, aproximadamente, los diez últimos días de marzo y los veinte primeros de abril, y que, por tanto, incluye la etapa de suspensión de las actividades no esenciales”.

A partir de los últimos días de abril, la situación fue retornando a la normalidad, poco a poco. El estudio “Evolución del consumo en España durante la vigencia del estado de alarma: un análisis a partir del gasto con tarjetas de pagos”, indica que los descensos en el valor de las operaciones realizadas con dinero de plástico “comenzaron a moderarse, tendencia que se intensificó gradualmente a lo largo de mayo y junio, con el desarrollo del proceso de desescalada, que, de modo heterogéneo por actividades y territorios, facilitó una ampliación paulatina de las posibilidades de gasto de los hogares, al permitirse la reapertura de los diversos establecimientos de comercio minorista que habían permanecido cerrados durante el confinamiento y la realización de un número mayor de desplazamientos”.

El 60% de las ventas para un solo establecimiento

Esta situación es la que ha permitido, según los autores del estudio, José González Mínguez, Alberto Urtasuny Miguel Pérez García de Mirasierra, que el desconfinamiento “se ha trasladado al gasto con tarjetas, que desde mediados de junio se está aproximando al nivel mostrado un año antes”.

A lo largo del estudio, se apunta un detalle significativo al afirmar que se ha producido “un rápido aprendizaje por parte de los consumidores, que entendieron pronto el papel sustitutivo de las compras en plataformas digitales —en las cuales el vendedor es, en más del 60% de las ocasiones, un establecimiento no residente— respecto a las compras presenciales”.

Una de las peculiaridades de la crisis actual es que, a diferencia de lo que suele ser habitual, la contracción del consumo ha sido mucho mayor que la de la renta, lo que ha ocasionado un aumento muy fuerte de la tasa de ahorro, que se elevó en casi 3 puntos porcentuales, hasta el 11,2% de la renta disponible.

En parte, los autores del estudio creen que este comportamiento puede ser consecuencia del incremento de la incertidumbre, pero la elevada magnitud del aumento sugiere que han debido de desempeñar un papel relevante los esquemas públicos de protección de las rentas de los hogares y el factor más puramente idiosincrásico de esta crisis.

En este último caso se refieren al hecho de que una proporción significativa de la perturbación sufrida haya sido la propia imposibilidad de consumir determinados bienes y servicios.

Menos uso del efectivo

El artículo pone de manifiesto también que el confinamiento habría afectado al medio de pago utilizado. Durante las restricciones se observaron descensos en pagos con tarjeta en compras presenciales, así como en compras online y en las retiradas de efectivo. Ya en mayo, el efecto positivo del comienzo de la desescalada se produjo únicamente en el pago en terminal punto de venta (TPV), mientras que las retiradas de efectivo en cajeros han seguido mostrando retrocesos interanuales muy pronunciados.

Este comportamiento, que los autores del estudio consideran que podría deberse a la incertidumbre acerca de una hipotética percepción de riesgo de contagio asociada al manejo de efectivo, sugiere que una eventual calibración de la caída del consumo en el segundo trimestre realizada a partir exclusivamente del uso de tarjetas en TPV estaría quizá sobreestimando la mejora de este componente de gasto.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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