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Holanda exige a España e Italia reformas laborales y de pensiones a cambio de las ayudas

Sánchez y Conte insisten en la voluntad reformista de sus Gobiernos ante Rutte, que se convierte en el gran obstáculo para un acuerdo europeo

La canciller alemana, Angela Merkel, en primer plano, ayer en la cumbre de Bruselas.
La canciller alemana, Angela Merkel, en primer plano, ayer en la cumbre de Bruselas.FRANCOIS LENOIR / POOL (EFE)

El primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, ha confirmado este viernes los pronósticos y se ha erigido en la cumbre europea que se celebra en Bruselas en el estandarte de las posiciones más exigentes para aprobar el fondo europeo de recuperación. Rutte parece resignado a que buena parte de ese fondo se destine a subsidios. Pero exige como contrapartida unas “garantías absolutas” sobre las reformas que acometerán los países beneficiados a cambio de las multimillonarias ayudas. Y entre ellas cita expresamente las de pensiones y mercado laboral. La primera jornada de negociaciones se ha prolongado durante 13 horas, hasta las 11 de la noche, pero el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, no ha logrado avances ni doblegar la resistencia de Rutte ni de sus principales aliados (Suecia, Austria y Dinamarca).

“La negociación pinta mal”, ha señalado una fuente diplomática nada más concluir la jornada. Los 27 volverán a reunirse este sábado, a partir de las 11 de la mañana, pero el primer asalto ha enrarecido el ambiente peligrosamente. “Estamos en un momento delicado de la negociación, con un bloqueo total sobre la gobernanza del plan de relanzamiento”, lamenta una fuente europea. “Falta ver si hay una vía de salida de esta situación”, añade esa fuente.

La reforma de las pensiones reclamada por La Haya es un asunto especialmente sensible en España e Italia, los dos principales beneficiarios de este gran fondo. Rutte confirma así lo que ya había planteado en privado en las citas en La Haya con Pedro Sánchez y Giuseppe Conte, según fuentes de la negociación, esto es, que a cambio de aprobar el fondo quiere compromisos de que habrá reformas muy sensibles políticamente en España e Italia.

Ambos países han insistido ante Rutte y los demás líderes en que son reformistas y están dispuestos a modernizar sus economías, pero rechazan de plano que sea Holanda o cualquier otro quien decida qué reformas se hacen en sus países. Por eso también rechazan la unanimidad para aprobar los planes que exige Países Bajos, que sería una manera de entregarle a Rutte una capacidad de convertirse en una troika disimulada. La dureza del Gobierno holandés se suma a una miríada de demandas por parte de todas las delegaciones, lo que apunta a que este sábado tendrá lugar una segunda jornada de la cumbre aún más tensa que la primera.

La cumbre europea de los codazos arrancó a las 10 de la mañana, con cinco horas de antelación sobre el horario habitual. Nunca antes los líderes europeos habían tenido que saludarse a base de rozarse los codos, pero las medidas de seguridad para evitar el contagio de covid-19 impusieron nuevas normas de protocolo.

La mayoría de los asistentes tampoco había participado nunca en la guerra de codazos que desata siempre la negociación de las cuentas de la Unión Europea, con todos los socios pugnando por mejorar su cuenta de resultados a base de aportar lo menos posible o de hacer acopio de los fondos disponibles.

Entre los 27 líderes nacionales, solo la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, tienen entre sus galones haber participado con anterioridad en la negociación de un marco financiero plurianual. Pero las reglas del juego son bien conocidas y no han cambiado como consecuencia de la pandemia: valen todas las artimañas, por brutales o retorcidas que parezcan, y nunca se puede apagar la calculadora ante unas sumas y restas que alteran el saldo final a velocidad de trilero.

Rutte, en su calidad de líder de los autodenominados frugales (Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca), asestó el primer golpe nada más llegar al edificio Europa, sede del Consejo Europeo. “Peleo por una Europa más fuerte para todos, incluidos los contribuyentes holandeses”, señaló Rutte a su llegada a la primera cumbre presencial desde el mes de febrero. “Una Europa más fuerte también significa que los países que se han quedado atrás aceleren en reformas como las de pensiones o del mercado laboral”. No mencionó a nadie, pero por las conversaciones de los últimos días era fácil deducir que está pensando sobre todo en Italia y España.

La delegación holandesa había exigido en anteriores cumbres que las ayudas del fondo se aprobasen por unanimidad, como vía para controlar el cumplimiento de las reformas reclamadas por La Haya. Rutte, según fuentes diplomáticas, insistió en la reunión en su propuesta. Pero comprobó que los otros 26 socios están en contra y la idea de la unanimidad parece destinada a ser abandonada. A pesar de ello, el primer ministro holandés ha mantenido este viernes su exigencia y ha rechazado cualquier alternativa, como la posibilidad de un freno de emergencia que permitiría en ciertos casos suspender el desembolso de las ayudas y no reanudarlo hasta que fuese autorizado por el Consejo Europeo.

Rutte sostiene que si la UE va a endeudarse para conceder subsidios, como propone la Comisión Europea, “entonces hay que explicar a los holandeses cómo se van a acometer las reformas y no conformarme con la promesa de hacerlas”. Y en ese terreno, puede contar con el apoyo de los frugales, que son firmes partidarios de un endurecimiento del control y condicionalidad de las ayudas.

El liberal holandés, líder de un frágil gobierno de coalición, asegura que no pretende decir a cada país las reformas que debe acometer pero exige “garantía absoluta de que se llevarán a cabo”. Rutte, según fuentes diplomáticas, no concretó durante la reunión qué reformas espera a cambio de las ayudas ni mencionó el sistema de pensiones o el mercado laboral. Pero sí que repitió la exigencia de garantías irreversibles sobre la ejecución de las reformas que se vayan a financiar con el fondo. Tampoco ha sido muy concreto en esas conversaciones privadas con Sánchez y Conte, pero sí insiste en todo momento en que necesita algo de calado para poder argumentar ante su parlamento que vale la pena aceptar el fondo millonario.

Fuentes españolas recordaron que “España es un país que no tiene miedo a las reformas y las está haciendo. En transición ecológica, por ejemplo, estamos a la vanguardia”. Pero esas mismas fuentes advierten que las reformas exigibles como condición para acceder al fondo de recuperación “deben estar ligadas al impacto de la covid-19”. España no parece dispuesta a admitir que la ejecución del fondo se convierta en una especie de rescate encubierto, como parecen pretender los autodesignados frugales. Y no quiere meter las pensiones en la ecuación, porque no tienen relación directa con la crisis del coronavirus y conllevan una enorme complejidad política. En cuestiones laborales, en España aún está vigente la durísima reforma de 2012, impulsada entonces por Bruselas, y Sánchez tiene en su programa de Gobierno la idea de suavizarla, no endurecerla como pretende Rutte.

Antes de la cumbre, el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunió durante media hora con Rutte, según indicaron fuentes del Elíseo. Y acto seguido, Macron se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel, con la que defiende un fondo de medio billón de euros destinado a subsidios. La coreografía de la cumbre empezaba así incluso antes de llegar al edificio Europa.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, deseaba evitar una cumbre de trincheras, con los países agrupados por intereses más o menos comunes. Pero la concertación de unos y otros empezó nada más llegar, con los cuatro frugales reunidos por un lado, y los cuatro de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), por otro.

El propio Michel, que en esta negociación se juega gran parte de la credibilidad de su mandato, acudió al formato reducido nada más terminar las dos primeras rondas de negociación al filo de las seis de la tarde. El presidente del consejo convocó a Merkel, Macron y a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, para un primer balance del difícil regateo.

“Los países han reiterado uno tras otros sus posiciones sobre los puntos más polémicos”, señala una fuente diplomática. Los tirones a favor de un recorte del marco presupuestario propuesto por la Comisión para 2021-2027, desde 1,1 billones a 1,05 billones, y de un tajo al fondo de recuperación, para dejarlo en torno a los 700.000 billones se sucedieron durante la tarde.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, según fuentes españolas, defendió el mantenimiento de la propuesta original (1,85 billones de euros en total), calificada por la Comisión como el mínimo imprescindible para reactivar la economía europea después de la parálisis de la pandemia. Sánchez también rechazó de manera tajante la aprobación por unanimidad del desembolso de las ayudas y reclamó “un sistema ágil y eficiente”.

La primera ronda de negociación dejó claro que los puntos más explosivos de la negociación son el volumen del presupuesto comunitario y del fondo, el porcentaje de subvenciones y préstamos y el sistema de votación para autorizar el desembolso de las ayudas. Michel concentró la segunda ronda en esos tres elementos, antes de suspender la sesión y emplazar a los 27 para una cena de trabajo prevista a las 20 horas pero cuyo comienzo se fue atrasando como consecuencia de los contactos multilaterales previos y del pasilleo, con mascarilla al rostro, de unas delegaciones a otras.

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