El Banco Mundial urge a ampliar la moratoria de deuda para los países más pobres
La nueva economista jefa del organismo, Carmen Reinhart, muestra su “preocupación” por la discordancia entre la economía real y los mercados financieros tras la pandemia
La nueva economista jefa del Banco Mundial, Carmen Reinhart, ha llamado este viernes a las 20 mayores potencias del planeta a ampliar la moratoria de deuda a los países más pobres y a “ir mucho más allá” en las medidas de apoyo a estas economías, las de mimbres más frágiles en la actual coyuntura. “Su movimiento ha sido útil y positivo, pero tristemente no ha ido tan lejos como se esperaba”, ha subrayado la recién nombrada Reinhart en la víspera de una cumbre del G20 importante para el bloque en vías de desarrollo pero que ha quedado opacada por la reunión clave de los jefes de Estado de la UE. “Se han dado pasos [en la ayuda a los países pobres muy endeudados], pero aún está por ver la voluntad de hacer algo más acompasado”, ha remarcado la jefa de análisis del multilateral en su primer encuentro virtual con media docena de medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS. Mucho más probable ve la extensión de la moratoria de la deuda aprobada en abril: “creo que hay una visión clara por parte de todos de que serán necesarios más de seis meses”. Pese a lo pactado por el G20 en primavera, el grado de compromiso de los prestamistas privados sigue siendo una incógnita y, según el Instituto de Finanzas Internacionales, solo una pequeña fracción de países en problema ha contactado con sus acreedores para hacerlo efectivo.
En un contexto de incertidumbre radical, Reinhart se ha mostrado especialmente “preocupada” por la “desconexión” entre el hundimiento de la actividad económica y el discurrir de los mercados financieros, “cuya evolución no está siendo consistente con la realidad”. “Tenemos una tendencia a confundir rebote con recuperación, cuando una recuperación verdadera sigue aún muy distante”. El caso de EE UU, donde las Bolsas han recuperado ya buena parte del terreno perdido mientras su Gobierno anuncia planes de estímulo para aminorar el golpe de la mayor recesión desde que hay registros, es paradigmático. Pero ni mucho menos, único: la dinámica también se está dejando ver con claridad en los países en vías de desarrollo, “que están sufriendo reveses en todos los indicadores sociales (pobreza, desigualdad, educación...) y donde la incertidumbre sobre la recuperación, que será lenta, es aún mayor”. Estas naciones —”especialmente los de menor renta”—, ha alertado la flamante jefa de análisis del Banco Mundial, han entrado un periodo de “fragilidad financiera” que complicará aún más las cosas en los próximos meses. En la misma línea, Naciones Unidas ha llamado este viernes al G20 a poner encima de la mesa 10.000 millones de dólares (algo más de 9.000 millones de euros) para hacer frente a la crisis humanitaria desatada por la pandemia.
Sea cual sea la evolución sanitaria —y, particularmente, si no es favorable—, la segunda mitad de 2020 será dura en los emergentes. Pero lo será aún más si el bloque de países desarrollados —en el que los acuerdos para los planes de reactivación no están saliendo adelante con el consenso esperado: solo hay que ver el enésimo encontronazo entre Países Bajos y el sur de la UE en el Consejo Europeo de este fin de semana— no son capaces de poner encima de la mesa los fondos requeridos para que los emergentes puedan superar su peor trance en el último siglo. “Va a hacer falta más de lo que se ha hecho hasta ahora”, ha advertido Reinhart.
El fantasma de las crisis bancarias en América Latina
Tras la brutal sacudida de marzo y abril, cuando los inversores apretaron el botón del pánico y huyeron en estampida de los emergentes, buena parte de estos países han podido regresar a los mercados de capitales con varias emisiones de deuda que han tenido buena acogida. Este extremo es motivo de esperanza para Reinhart que cree, sin embargo que buena parte del interés de los inversores por esta deuda tiene más que ver con una búsqueda desesperada de rentabilidad en un mundo marcado por los bajos tipos de interés que por un análisis detallado de los fundamentales emergentes, que están sufriendo un choque multicanal: desempleo y pobreza claramente al alza, e ingresos por exportaciones y remesas claramente a la baja.
El Banco Mundial atisba una recuperación especialmente lenta en América Latina, una región altamente dependiente de las materias primas y sujeta a “importantes desafíos”. La estabilidad financiera del subcontinente, ha dicho Reinhart, está en juego. “Es algo que va más allá de la deuda soberana: hablo, más bien, de crisis financieras y problemas bancarios: una paralización económica como la que estamos viendo suele dejar un importante legado de créditos fallidos. Una de mis grandes preocupaciones es cómo de resistente será el sector financiero tras esta crisis, justo cuando más se necesita crédito privado y un sector financiero robusto para alimentar el crecimiento y la recuperación”, ha zanjado la economista jefa del multilateral.
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