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Hong Kong rescata a la aerolínea Cathay Pacific

Lastrada por las protestas prodemocracia y la pandemia, la aerolínea se convierte en la primera empresa salvada por la Administración

Varios aviones de Cathay Pacific, aparcados sin uso en el aeropuerto de Hong Kong.
Varios aviones de Cathay Pacific, aparcados sin uso en el aeropuerto de Hong Kong.AFP

El Gobierno de Hong Kong acudirá al rescate de la aerolínea Cathay Pacific después de que su actividad se viese lastrada por las consecuencias económicas de las protestas prodemocracia que sacuden a la excolonia británica desde hace un año y, más recientemente, por una pandemia que ha golpeado con fuerza a todo el sector aéreo. Es la primera vez en la que la Administración del territorio interviene para salvar de la quiebra a una empresa local.

Cathay llevará a cabo una restructuración de capital gracias a la inyección de 40.000 millones de dólares hongkoneses (más de 4.500 millones de euros), 30.000 de los cuales (3.400, un 75%) saldrán de las arcas públicas. El objetivo de esta operación sin precedentes es mantener con vida a la compañía, cuya conexión con 101 ciudades de todo el planeta hace de Hong Kong uno de los grandes núcleos de transporte de la región y de su aeropuerto el octavo más transitado del mundo. “Cathay ha recibido posiblemente el mayor voto de confianza por parte del Gobierno de Hong Kong en el año más complicado de su historia”, afirma la aerolínea en el comunicado en el que confirma la operación.

Como parte del trato, Cathay acometerá una ampliación de capital que reducirá la participación de sus accionistas actuales. Hasta ahora, su socio mayoritario era el conglomerado Swire Group, con sede en Londres y Hong Kong, que controla un 45%. El siguiente en la lista es Air China, con un 29,99%. Ambas reducirán su participación a un 42,26% y 28,17%, respectivamente; mientras que el gobierno se hará con un 6,08%. El ejecutivo no tendrá representantes en la junta directiva, pero dispondrá de dos puestos observadores, sin voto pero con voz en la toma de grandes decisiones que afecten a los intereses públicos.

Esta operación se llevará a término por encima de la actual capitalización bursátil de la compañía, la cual en este momento se cifra en 34.600 millones de dólares hongkoneses (3.954 millones de euros). Su cotización ha quedado suspendida a primera hora de la mañana del martes, mientras la jefa del ejecutivo, Carrie Lam, se reunía con su gabinete para ultimar los detalles del plan gubernamental.

Las cuentas de la Cathay, como la del resto de aerolíneas mundiales, han sufrido un enorme varapalo como consecuencia de la pandemia: solo en los primeros cuatro meses del año perdió 4.500 millones de dólares hongkoneses (500 millones de euros), así como el 99% de los ingresos derivados de pasajeros ante la ausencia casi total de operaciones. La situación llegó a ser tan grave que su director general, Augustus Tang, se dirigió en febrero a los 33.000 empleados de la empresa para pedir que todos ellos, “desde trabajadores de primera línea hasta ejecutivos”, aceptaran tomarse tres semanas de suspensión de empleo y sueldo. “No sabemos cuánto tiempo durará [la situación actual]. Con una perspectiva tan incierta, preservar nuestro flujo de caja es clave para proteger nuestro negocio”, declaró Tang entonces.

La aerolínea había acudido al sector privado en busca de préstamos, pero ninguna entidad se había mostrado dispuesta a proporcionar financiación, aduciendo la incertidumbre política que rodea a Hong Kong, uno de los frentes de tensión entre China y Estados Unidos. Su futuro sigue en el aire. Después de que el partido puenteara al legislativo local para imponer desde Pekín su Ley de Seguridad Nacional, la cual fue recibida por las fuerzas prodemocracia como un golpe fatal a los derechos y libertades del territorio, EEUU amenazó con retirar las ventajosas condiciones mercantiles que concede al territorio, derivadas de su reconocimiento como región cuasiautónoma.

La compañía ya ha experimentado en carne propia los efectos de las protestas y las exigencias de Pekín. En julio del año pasado, las autoridades chinas ordenaron a la empresa suspender a todos los empleados que hubiesen participado en las manifestaciones, y más tarde les prohibió trabajar en el espacio aéreo del país. Las presiones resultaron en la dimisión del director general de Cathay, Rupert Hogg, y la de su mano derecha, Paul Loo Kar-pui, en agosto del año pasado. También la retirada semanas más tarde de su máximo responsable, John Slosar.

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