El ‘retrovisor’ es mal aliado para los ahorros
Seleccionar un producto de inversión solo por sus rentabilidades pasadas puede agrandar las pérdidas
Hay un viejo lema en el mundo de la inversión que, como la letra pequeña de los prospectos de las medicinas, muy poca gente tiene en cuenta. Este mensaje reza que “rentabilidades pasadas no son sinónimo de rentabilidades futuras”. Si para hacer crecer el dinero bastase con observar el pasado, sería todo demasiado sencillo. Sin embargo, muchos ahorradores siguen cayendo una y otra vez en la tentación del atajo fácil. En el mundo de los fondos de inversión, por ejemplo, echar la vista atrás, dejarse llevar por el llamado “efecto retrovisor”, es aún bastante habitual. Según este criterio, lo más importante en la selección de los productos pasa a ser su historial de rentabilidad. Una praxis que, en muchos casos, puede distorsionar el perfil de riesgo del inversor y aumentar las posibilidades de pérdidas.
Las entidades que comercializan fondos de inversión tienen la obligación de entregar al cliente, siempre antes de que lo suscriba, una copia del llamado documento de datos fundamentales para el inversor (DFI). En él, además de su denominación, una descripción detallada de la estrategia del fondo, su perfil de riesgo, sus gastos corrientes y comisiones, se ha de incluir mediante un gráfico de barras la rentabilidad anual que ha obtenido el fondo a lo largo de 10 años y, en el caso de que la antigüedad del producto sea inferior, una simulación de ella. En este apartado, siempre debe constar la advertencia que aparece al principio de este artículo: “Rentabilidades pasadas no son indicativas de resultados futuros”. El objetivo de este warning no es otro que evitar los ángulos muertos que siempre hay cuando miramos por el retrovisor.
En situaciones como la actual, llena de incertidumbre en los mercados por el impacto que la crisis sanitaria tendrá en la economía global, “lógicamente las rentabilidades pasadas transmiten cierta sensación de tranquilidad”, por lo que, a juicio de José Luis Manrique, director de estudios del Observatorio Inverco, “son muchos quienes tienen la tentación de dejarse llevar solo por este parámetro a la hora de canalizar sus inversiones”. Según sus datos, marzo, cuando se decretó el estado de alarma, fue un mes en el que destacó la elevada utilización del mecanismo de traspasos (llevar el capital de un producto a otro sin peaje fiscal): las suscripciones brutas durante este mes (que incluyen los traspasos) se elevaron hasta los 13.348 millones de euros, cifra un 18% superior a la del mismo mes del año anterior. En cambio, en abril y mayo, el volumen de traspasos ha tenido un comportamiento más plano.
No hay duda, aseguran desde Dunas Capital, que en estos meses está vigente el “efecto retrovisor” ya que “es lógico que se piense que los gestores que mejores rentabilidades tuvieron en el pasado son los de mayor calidad”. Aunque en la gestora Fidelity comparten esta opinión, también precisan que este efecto se está produciendo en menor medida que hace unos años y definitivamente que en crisis anteriores. A su juicio, “los inversores comienzan a tener memoria. Han visto casos de fondos superventas con un excelente comportamiento durante muchos años que, en un momento dado, han caído mucho más que los competidores de su categoría cuando ha llegado una crisis; no importa que la caída fuera corta en el tiempo como la de finales de 2018 o más larga, como la que provocó la Gran Recesión de 2008”.
La pregunta es inevitable: ¿Por qué puede ser un error decantarse por fondos con buenos historiales? Según Dunas Capital, para empezar porque podría suceder que los fondos de mejor comportamiento, dados los ciclos económicos, “fueran los que peores resultados tendrían en el futuro”. También, a su juicio, porque si bien la consistencia de los resultados pasados puede ser un indicador de calidad y solvencia, “no dice nada sobre si es el activo adecuado para invertir ni si es más o menos arriesgado”. Para Manrique, la única forma segura de no equivocarse es orientar la inversión hacia el medio y largo plazo, dando el tiempo necesario al ahorro para que genere rentabilidad. “Una estrategia de inversión basada en cambios, incrementa el riesgo de perderse buenas rentabilidades”, puntualiza.
Trampas al solitario
En esta misma línea, desde Fidelity aseguran que el problema de esta estrategia de inversión viene cuando el fondo o fondos en los que se quiere entrar no encajan en la asignación de activos de la cartera, o para encajarlos se ha de modificar, por ejemplo, la diversificación de la misma u otros parámetros clave. “Y es muy fácil que esto ocurra, con lo cual el perfil de inversor se vería artificialmente modificado si el inicial estaba bien hecho. Sería como hacerse trampas al solitario. Las teóricas mejores expectativas de futuro de un fondo pueden no cumplirse por mil razones. Nadie tiene la bola de cristal”, dicen desde esta gestora.
Para Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, si bien el análisis del pasado permite estudiar las caídas máximas o el tiempo que tarda en recuperarse un fondo tras uno de esos momentos de crisis, lo más importante es “entender cómo gana dinero un gestor y en qué escenarios es probable que lo pierda y no tanto si ha ganado un 15% o ha perdido un 7%”. De ahí que, en estos momentos de incertidumbre, crean que la visión a largo plazo y la disciplina en la inversión es fundamental. Con todo, piensan que “los fondos multiactivo son una buena opción para cualquier perfil por su elevada diversificación y adaptabilidad”.
El mundo de la inversión es muy complejo; los tipos de interés en negativo distorsionan muchas de las posibles alternativas, que pasan de ser atractivas a no serlo en un periodo muy corto de tiempo, dicen desde Dunas Capital. Aunque en general, tiene sentido, a su juicio, contar con productos en los que los gestores sean capaces de adaptar las carteras con celeridad a los cambios que se producen en los mercados financieros (fondos flexibles/multiactivos), si se trata de un inversor de riesgo bajo o medio. “Creemos que, a día de hoy, es adecuada una combinación de una cartera de bonos de compañías sólidas de países grandes con bonos subordinados de entidades aseguradoras y bancarias, con un porcentaje no demasiado elevado de renta variable, en compañías centradas en negocios con ingresos recurrentes y poco cíclicos”, aconsejan.
Aunque todo depende del tiempo en que un inversor entre y se salga de un fondo, en un momento como el actual, con los tipos de interés prácticamente a cero, señalan desde Fidelity, es necesario “asumir algo de riesgo si no quieren perder dinero en términos reales una vez descontada la inflación, por muy baja que esta sea”. A su juicio, existen fondos de renta fija a corto plazo en euros, con muy poca duración, que pueden darles esa rentabilidad mínima que (siempre a largo plazo) les permita batir a la inflación. “No hay otra manera”, concluyen.
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