Yolanda Díaz: “Me preocupan más las colas de Aluche que las caceroladas de Nuñez de Balboa”
La ministra de Trabajo ha acordado con empresarios y sindicatos desligar los ERTE de la declaración del estado de alarma y mantenerlos vigentes, al menos, hasta el 30 de junio
En sus cinco meses al frente del Ministerio de Trabajo, Yolanda Díaz (48 años, Ferrol) ha logrado dos pactos sociales a los que les ha seguido todo el simbolismo de la firma y la foto en La Moncloa. El primero, el que se alcanzó para subir el salario mínimo a 950 euros, forma parte de la España precoronavirus y ya parece muy lejano. El segundo ha sido más difícil y ha servido para desvincular los ERTE —que amparan a más de 500.000 empresas y 3,3 millones de trabajadores en este momento de crisis— de la declaración del estado de alarma y mantenerlos, al menos, hasta el 30 de junio.
Pregunta. En un momento de tensión política fortísima, con manifestaciones no autorizadas en Madrid en pleno confinamiento, hay un acuerdo con los empresarios. ¿Cómo es posible?
Respuesta. Es lo que quiere la sociedad y los agentes sociales lo han entendido muy bien. Ellos tienen una trayectoria histórica muy relevante de la que pocas veces se habla. Siempre han estado donde deben estar. Saben que estas políticas pueden ayudar en este momento histórico y son capaces de ponerse de acuerdo.
P. ¿Y por qué ustedes lo consiguen con los empresarios y no con la oposición? ¿Han negociado más con la CEOE [Confederación Española de Organizaciones Empresariales]?
R. No. Lo novedoso es observar al principal partido de la oposición en una posición absolutamente descolocada. Yo no reconozco en este PP a Ana Pastor ni a Mariano Rajoy. Están desubicados. No son capaces de hacer lo que se espera del principal proyecto de alternativa de país.
P. ¿Cuántas veces ha hablado con Garamendi últimamente?
R. Muchísimas.
P. ¿Y cuántas el presidente Sánchez con Casado?
R. Lo desconozco. Pero habla todos los domingos con los presidentes autonómicos.
P. ¿Es cierto que el acuerdo estuvo a punto de no salir por tensión interna en la patronal?
R. La patronal tenía un debate legítimo respecto de la cláusula de mantenimiento del empleo. Tenían dudas sobre la posibilidad o no del reparto de dividendos y acerca de la posibilidad de operar en paraísos fiscales. Creo que esas dudas en el siglo XXI se disipan por sí mismas y creo que el equipo de Garamendi y él mismo las disiparon. Acertaron, y quiero agradecérselo.
P. ¿Negociando se ha sentido vigilada por otros ministerios?
R. No.
P. ¿Y cómo explica que se creara una comisión interministerial coordinada por Economía?
R. Hay conexión permanente, pero no me siento vigilada.
P. ¿Es compatible su visión con la de Nadia Calviño?
R. Esta crisis hace que la ortodoxia económica coincida con planteamientos como los que yo defiendo. Hace que Toni Roldán [antiguo portavoz económico de Ciudadanos] pueda coincidir conmigo. Los dogmas y apriorismos económicos se han truncado. Tenemos puntos de partida diferentes pero la gravedad de la crisis nos ha cambiado a todos.
P. Pero no negará que en el debate sobre cómo reconstruir el país hay discrepancias en el seno del Gobierno.
R. Cada día me seduce más la pluralidad de este Gobierno. Quizá porque tengo una procedencia en la que siempre me he sentido cómoda en el mestizaje cultural y político. Es una riqueza que tengamos voces que son absolutamente complementarias. ¿Quién va a cuestionar hoy el valor de la sanidad pública? No es cuestión de ser de izquierdas o de derechas. Pensemos en cuando empezó el debate sobre los ERTE. Hoy hay un consenso sobre la necesidad de esta herramienta. Es cierto que luego en los matices está todo, pero…
P. Y en esos matices ¿quién tiene más vértigo con el inmenso gasto que eso va a suponer, usted o Calviño?
R. Calviño y yo compartimos el mismo vértigo por el gasto en relación con los ERTE. Pero es una reflexión común [sobre los ERTE] en la Comisión Europea. Estamos centrados en la atención de la protección social y, por tanto, se abordará de manera conjunta. La UE debe estar a la altura de las circunstancias. Estoy segura de que la Europa alemana no quiere excluir a España o Italia.
P. ¿Cuánto ha pesado la disponibilidad presupuestaria en que los ERTE solo se extiendan hasta el 30 de junio?
R. No se van a extender solo hasta el 30 de junio.
P. De forma general, sí. En el Reino Unido ya se sabe que los van a prorrogar hasta octubre.
R. El Gobierno no tiene planteamientos que obstaculicen esa protección. El céntimo que invirtamos en este momento ayudará a salir con prontitud de esta enorme crisis. Hay sectores económicos que tienen una mejor situación, afortunadamente, no tendría sentido que se acojan a recursos públicos.
P. Pero esos sectores no han recurrido a los ERTE.
R. A partir del 30 de junio los sectores que necesiten acompañamiento, lo tendrán. No tengamos la menor duda, por una razón evidente: proteger a las empresas es proteger el empleo y la economía. Este es el círculo en el que nos movemos en el Ministerio de Trabajo desde el minuto menos uno. Créame, este no entró nunca en una lógica presupuestaria [en la negociación]. Esta crisis no se puede resolver desde ahí.
P. No está entrando en este momento, pero la lógica del dinero existe. ¿Cuánto tiempo puede aguantar esta presión la caja pública española, que no está en la situación de la alemana?
R. Alemania y los restantes países europeos tendrán déficit y vamos a ver cuánto.
P. Alemania parte de un superávit y de una deuda por debajo del 60% del PIB; España tiene un déficit próximo al 3% del PIB y una deuda del 95%.
R. España tiene una distancia de presión fiscal en la media europea y nuestro país ha de abordarlo. Llegar a esa recaudación nos colocaría casi en 80.000 millones de euros más [al año].
P. ¿Y hay que abordarlo ahora que llega una recesión?
R. Es clave. Nuestro país justamente ahora necesita herramientas fiscales. Necesitamos tener margen de actuación para bajar impuestos a clases medias, autónomos y pequeñas empresas.
P. Entonces, ¿a quién se le suben y cuándo?
R. En nuestro país hay consciencia de una enorme injusticia fiscal, de que las rentas salariales soportan sustancialmente los recursos tributarios. Los que más tienen, deben aportar más.
P. ¿Hay consenso de lo que ha dicho usted en el Gobierno? Por ejemplo, Unidas Podemos plantea este impuesto a la riqueza.
R. Le hablo del acuerdo político suscrito. Formo parte de un Gobierno y me debo a lo suscrito. Por supuesto como militante de otra organización política tengo criterio propio.
P. ¿Ve consenso en el Gobierno para esa reforma fiscal?
R. Creo que hay consenso en nuestro país de que hay injusticia social. Y creo que hay consenso de que en este momento hay que ayudar a quienes más lo necesitan y me parece que una herramienta clave es la aguja de la fiscalidad. Somos muy conscientes de lo que está pasando en la calle Núñez de Balboa. Pero con lo que hay preocupación absoluta es con las colas en Aluche [para recoger comida] o en otras partes de España. Y esto es lo realmente importante y no veo diferencias entre los 22 ministros del Gobierno.
P. ¿Cree que se puede contar con Ciudadanos para aprobar los Presupuestos?
R. Hago un llamamiento a seguir el ejemplo de los interlocutores sociales. Este Gobierno tiene unos aliados con los que ha sacado adelante la investidura y tiene una personalidad progresista que queremos seguir manteniendo. Pero es cierto que en la emergencia sanitaria y económica me gustaría ensanchar el círculo.
P. ¿No le produce ningún reparo?
R. Nosotros con Ciudadanos tenemos diferencias en materia laboral en el contrato único. Y seguramente en materia fiscal, pero este Gobierno no va a renunciar a tratar de llegar a posiciones que nos puedan encontrar a todos. He apelado a un pacto contra la precariedad con el reflejo de lo que estamos viviendo. Es cierto que el principal partido de la oposición no se posicionó, pero casi todos dieron un paso. ¿Quién puede defender hoy relaciones laborales debilitadas?
P. ¿Es el momento de la contrarreforma laboral?
R. Es el momento de abordar la pandemia. Pero fíjese si un empresario hoy quisiera aplicar la reforma laboral del PP, habría despidos masivos, cláusulas descuelgue, flexibilidad interna no pactada, modificación de las condiciones laborales impuestas. Lo que ha hecho el Gobierno es sortear la reforma laboral del PP incorporando mecanismos legales. Hemos dicho, por ejemplo, en los ERTE, que hay un compromiso de empleo durante seis meses; no se podrá despedir por causas vinculadas a la covid-19.
P. Sorteada pero vigente.
R. Correcto. El momento ahora es que los grupos políticos definan cómo salimos de esta crisis y creo que las relaciones laborales debilitadas no le interesan a nadie. Digo más. Necesitamos salarios dignos porque necesitamos pensiones dignas y porque necesitamos consumir. El sistema se nutre de estos elementos.
P. Viene una crisis muy fuerte. ¿El Gobierno puede aguantar todo esto con solo 155 escaños?
R. La preocupación de este Gobierno está con los que están en el paro o en las colas como las de Aluche. No comparto que este Gobierno sea frágil. La sociedad española quiere diversidad y que nos pongamos de acuerdo.
P. ¿Hay presiones de sectores económicos para que Unidas Podemos salga del Gobierno?
R. La política está rodeada de presiones. La vida es así.
P. ¿En la última negociación no ha sentido que la CEOE prefiriera a otro interlocutor?
R. Tengo una magnífica relación con Antonio Garamendi.
P. Ambos son de trato cordial. Hablamos de otra cosa.
R. Pero a lo mejor hay que aprender de eso en política. Tener buenas relaciones personales es importante.
P. Fuentes de la patronal señalan que es más fácil negociar con otra parte del Gobierno.
R. Pero la parte que alcanza acuerdos está aquí. Al principio hubo muchos prejuicios legítimos. Pero en esta negociación se observó lo que decía el Ministerio de Trabajo. Y ahí lo dejo.
P. ¿Cuándo abrirán las oficinas de empleo para los que lo necesitan?
R. Cuando Sanidad y Función Territorial lo permitan, lo haremos. A pesar de que hemos implementado los servicios digitales y del esfuerzo del SEPE [Servicio Público de Empleo Estatal], es cierto que hay gente que necesita las oficinas. Hemos tenido que arbitrar los sistemas en las casas de los funcionarios. No ha sido sencillo.
P. Usted se comprometió a regular el teletrabajo. ¿Cómo y cuándo lo van a hacer?
R. Queremos que sea rápido pero por proyecto de ley. Debe regular bastantes matices. El teletrabajo es muy eficaz, pero debemos contemplar los problemas que tiene: hay que respetar el derecho al descanso de jornada, la conciliación y la desconexión horaria. Y hay que evaluar los riesgos laborales. Tenemos un borrador y lo tendremos que negociar con agentes sociales.
P. Antes de la crisis anunció que iba a cambiar la ley para dejar más claro que los repartidores, los riders, son asalariados.
R. El borrador también está casi listo. Estas semanas, en las calles de todas las ciudades, veíamos como una nebulosa por la ventana a trabajadores que se estaban jugando la vida con una precariedad manifiesta.
P. El decreto sobre ERTE no prevé una vuelta atrás en caso de repunte.
R. Si se diese esa coyuntura, legislaríamos, no puede ser de otra manera. Hemos hecho cosas tremendas a un ritmo vertiginoso y en condiciones delicadas. Ojalá no nos coloquemos ahí, es lo que más me asusta.
P. La oposición, y en especial la Comunidad de Madrid, trasladan que el riesgo es destrozar la economía pensando en la salud. ¿Cómo vive el Gobierno ese equilibrio?
R. No estoy de acuerdo en contraponer esos dos factores. Proteger la salud es proteger la economía. El planteamiento del presidente es claro. Hay que corregir la pandemia y bajar la curva del virus. Estamos siendo ecuánimes con decisiones similares para autonomías también de signo político diferente. Me ha enseñado mucho esa enorme altura de miras de la oposición portuguesa que dice que no hagamos política de la pandemia. A mí me gustaría ser un poco portuguesa a veces.
P. Portugal ha regularizado inmigrantes, Italia también, ¿lo hará España?
R. No es objeto de mi competencia.
P. ¿No hay consenso en el Gobierno?
R. No es objeto de mi competencia.
P. Asaja pide su dimisión por una norma de la inspección de trabajo sobre los inmigrantes.
R. Son las mismas instrucciones que los últimos tres años. Es un protocolo técnico que es el mismo. La única novedad es que esta vez se ha filtrado a la prensa. Es literalmente la recomendación de la OIT [Organización Internacional del Trabajo] y el Protocolo de Palermo.
P. Es el primer Gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. El único en Europa con la socialdemocracia y un grupo a su izquierda. Usted viene del comunismo, es hija de sindicalistas de Ferrol. ¿Cómo está funcionando esa experiencia?
R. Vengo de una política muy grande, la comunista, que ha formado parte de la Transición española. Que ha entendido siempre donde hay que estar. Creo que España es el único país europeo que no ha reconocido esa cultura de quienes dieron la vida para que hoy tengamos democracia. La cultura de generosidad y enorme sacrificio que me enseñaron en casa te hace ver las cosas de otra manera. Entiendo que hay cierto morbo por la ministra comunista, pero en mi tradición es natural el diálogo social. Y también hablo mucho con todos los portavoces. Es pura cultura democrática. Seguro que algunos empresarios dirán de mí “esta es una mujer dura” pero nadie espera otra cosa de un Gobierno progresista. Y los acuerdos que alcanzamos son siempre ponderados, no son la posición del Ministerio de Trabajo.
Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Guía de actuación ante la enfermedad
- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad
- Pinche aquí para suscribirse a la ‘newsletter’ diaria sobre la pandemia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.