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LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Columna
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Una agenda por el empleo

Sería necesario impulsar una que facilite liquidez y flexibilidad al tejido productivo para mantener puestos de trabajo, y rentas a los trabajadores

Imagen de archivo de una oficina de empleo.
Imagen de archivo de una oficina de empleo.EFE

Las limitaciones de actividad implementadas en España para contener el coronavirus han provocado el cierre de más de 120.000 empresas, la suspensión o reducción de jornada de cuatro millones de contratos de trabajo, el cese de actividad de más de un millón de autónomos y la destrucción de casi un millón de empleos en marzo. La economía suma cinco años reduciendo la pobreza y la desigualdad gracias a la creación de empleo. Estamos a tiempo de evitar que estas vuelvan a crecer porque millones de españoles se queden sin trabajo. Para ello sería necesario impulsar una agenda por el empleo que facilite liquidez y flexibilidad al tejido productivo para mantener puestos de trabajo, y rentas a los trabajadores. Debería atender las prioridades de hoy, planificar las necesidades del mañana y retomar, a la vuelta de la normalidad, las cuestiones que debían haber sido atendidas antes del virus.

Para evitar la destrucción de tejido productivo y empleo urge facilitar la liquidez a empresas y autónomos con créditos y avales más generosos, así como moratorias de impuestos y cotizaciones más amplias en plazos y beneficiarios. A su vez, es prioritario agilizar la tramitación de los ERTE, reducir la inseguridad jurídica que generan las condiciones de sus incentivos y proceder al pago inmediato de las prestaciones.

Urge, a su vez, diseñar y acordar el modelo de flexibilidad interna para mantener el empleo en el desconfinamiento. Bruselas pone a disposición el Instrumento Europeo de Apoyo Temporal para mitigar los riesgos del paro (SURE), dotado con 100.000 millones de crédito, que debería facilitar recursos suficientes. Estos podrían llegar a empresas y autónomos con ayudas directas de las autonomías al mantenimiento del empleo o con bonificaciones de las cotizaciones, y a los trabajadores con prestaciones y complementos a éstas, por ejemplo, para quienes hagan formación. Además, sería preciso aplicar los ERTE por fuerza mayor más allá del estado de alarma y facilitar después su ágil conversión a ERTE por causas productivas y organizativas, permitiendo, a su vez, la afectación y desafectación de trabajadores según el nivel de actividad hasta el retorno a la normalidad, manteniendo la protección a los afectados y los incentivos a empresas.

Finalmente, la crudeza con la que la crisis está afectando al empleo temporal hace necesario establecer, una vez recuperada la normalidad, incentivos a la contratación indefinida: el impulso de los fijos discontinuos, el incremento de las penalizaciones a la contratación temporal sin causa y la reducción de la brecha entre los costes de extinción de temporales e indefinidos, sin merma de los derechos económicos de los trabajadores, a través de cuentas individuales de capitalización. Y, adicionalmente, es preciso adaptar nuestro marco de relaciones laborales a las nuevas formas de trabajo y al nuevo contexto de volatilidad, reforzando la flexiseguridad y la capacitación permanente de los trabajadores.

En definitiva, es necesario impulsar una ambiciosa estrategia de empleo coherente con el Plan Nacional de Reformas y el Programa de Estabilidad 2020-2023 que infunda confianza. Una agenda consensuada con los agentes sociales y las autonomías, con el suficiente respaldo parlamentario para obtener financiación de los mecanismos de la UE. No podemos exigir a nuestros socios europeos que confíen en nuestra estrategia de salida más que nosotros.

Juan Pablo Riesgo es socio de EY y ex secretario de Estado de Empleo.

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