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Las grandes empresas temen perder el año por la crisis del coronavirus

El consumo cae de forma peligrosa desde que el Gobierno decretó el estado de alarma

Miguel Ángel Noceda
Una tienda de Zara cerrada en Alemania, el pasado miércoles.
Una tienda de Zara cerrada en Alemania, el pasado miércoles.Europa Press

El confinamiento y la alerta sanitaria han provocado un alud de cierres de establecimientos y un parón de la actividad. Esta decisión deriva en la suspensión temporal de muchos trabajadores, que reducen sus gastos, lo que se va a notar en la cuenta de resultados y en el PIB. Las empresas temen que el impacto les lleve a pérdidas y a recortar plantillas. Ninguna de la decena de firmas cotizadas consultadas se atreve a adelantar previsiones apelando a la “falta de visibilidad” sobre cuánto va a durar la crisis, pero la mayoría teme perder el año. Y confiesan que creen que los problemas seguirán una vez termine el confinamiento.

“En tiempos difíciles, soluciones difíciles”. El dirigente de una patronal española resume con esta frase la situación que viven las empresas ante la crisis. En todas ha calado el mensaje institucional de “este virus lo paramos unidos”. Pero más allá de eso tienen asumido que “esto es una guerra” que hay que superar. La decena de ejecutivos y empresas consultadas para hacer esta información lamenta la falta de perspectivas. No logran ver el final del túnel, porque el enemigo que ha infectado a la economía es desconocido. La mayoría teme perder el año y cree que las consecuencias de la crisis se prolongarán más allá del aislamiento forzoso.

Cada empresa y cada sector tiene una naturaleza distinta, pero todos sufren el embate de la crisis con mayor o menor intensidad. Las microempresas salen peor paradas, como muchos restaurantes, que se ven abocados al cierre.

El sector bancario, que tiene la brújula como prestador del resto de empresas y que también puede ver mermados sus ingresos, juega un papel crucial. José María Roldán, presidente de la patronal bancaria AEB, cree que no se puede permitir “que todo se vaya al garete”. Tal vez por eso los bancos están dispuestos a colaborar y “podrían ampliar en otros 100.000 millones de euros la línea de avales concedida por el Gobierno, llegando así a los 200.000 millones, cerca del 20% del PIB”, que anunció Sánchez.

Respecto a la decisión de BCE de comprar deuda por 750.000 millones, Roldán reconoce que “hubo una frustración inicial por la actitud que mostró, pero corrigió adecuadamente porque es algo extraordinario”. “Es necesario que haya liquidez, que fluya y los engranajes no se rompan”, concluye.

El sector más machacado es el aeronáutico. Fuentes del sector han subrayado que las medidas del Ejecutivo español no son suficientes para afrontar las dramáticas caídas de ventas. El problema es mundial. Las compañías aéreas, a través de la asociación internacional IATA, ya han reclamado ayudas por más de 150.000 millones de euros, de los que la Administración de EEUU se plantea poner gran parte.

Parecida situación vive el sector hotelero, muy ligado al aeronáutico y en el que España es una potencia mundial. El decreto del Gobierno ha obligado a cerrar todos los establecimientos, lo que ha dejado el sector “totalmente muerto”, según un empresario del sector que como otros prefiere guardar el anonimato. Añade que la resurrección depende de lo que dure y de las deudas que tenga cada empresa. Esa misma fuente sostiene que “reactivar el sector, al igual que toda la economía, va a ser muy lento”.

Las energéticas también sufren las consecuencias de la crisis. A la caída de ventas en el queroseno que utilizan los aviones, que supera el 70% en España, se junta el desplome en las estaciones de servicio. No existen cifras fehacientes todavía, pero, según la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH), la salida de gasolinas y gasóleos de automoción se ha reducido cerca del 15% en lo que va de semana. Esto incidirá en la cifra de negocios de compañías como Repsol y Cepsa, que sin embargo mantienen silencio.

Las compañías eléctricas se encuentran en la misma tesitura con un consumo que ha caído drásticamente en las empresas de servicios y de manera notable en las grandes industrias, que no se compensa con la subida de los hogares. Esto incide en el precio, aunque el del mercado mayorista ya venía cayendo por la entrada de energía renovable, más barata (casi un 20% en el último mes). Las fuentes consultadas tampoco quieren aventurar cifras. “Veremos cuántos piden reducir la potencia cuando pase la crisis, pero todavía no se sabe”, afirma una fuente del sector.

En construcción, la actividad se ha mantenido, de momento. Este sector, que supone en torno al 10% del PIB y da empleo a 1,2 millones de personas es uno de los motores de la economía. “Si se para nos vamos al pozo”, dice Julián Núñez, presidente de la patronal de las constructoras, Seopan. Núñez afirma que, aunque no se ha parado, se va a medio gas. Las que sí han caído en picado, añade, son las concesionarias, como las autopistas.

El textil, en el que España cuenta con grandes firmas, también ha sido obligado a cerrar, lo que ha provocado que los trabajadores se queden en casa hasta nueva orden. Los grandes almacenes también han recibido un mordisco importante en este sector, aunque estos pueden abrir alimentación y productos básicos. El Corte Inglés tiene 300 centros abiertos, aunque la mitad de las 90.000 personas de la plantilla está en casa, aunque, al igual que Inditex, no ha puesto en marcha ningún ERTE, hasta más ver. Ninguna de las dos ha hecho previsiones del impacto en las ventas, según las fuentes consultadas.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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