La economía mexicana llega tambaleante a la crisis del coronavirus
La recesión en el país latinoamericano plantea un panorama incierto frente a la emergencia sanitaria
Andrés Manuel López Obrador se toca la cara con un pañuelo blanco que guarda en el bolsillo. Está en Acapulco hablando frente a los banqueros de México y hace 29 grados. Antes de subir al podio ha estrechado las manos de decenas de ellos, los ha abrazado y se ha tomado fotos con algunos espontáneos. La escena es la habitual de un presidente mexicano en funciones, sin embargo, está alejada de la de un Estado en alerta por los contagios de coronavirus en el mundo. López Obrador evita hablar de ello y aclara: “Hemos decidido que en el tema del coronavirus hablen los médicos y los científicos, no los políticos. Para que no se exagere ni se disminuyan los efectos de esta epidemia”.
La crisis por la pandemia del coronavirus ha dominado la conversación entre los banqueros de México que se dieron cita en la Convención Bancaria. Durante los dos días que duró la reunión, los mercados permanecieron convulsos ante la incertidumbre en torno a la expansión del virus en diversos países. La Bolsa Mexicana de Valores llegó a perder hasta un 8% y el peso mexicano alcanzó las 23 unidades por dólar, como parte de la ola global de pérdidas por la incertidumbre sobre el virus. En plena Convención, los jefes de más de una decena de bancos se enteraron de que el presidente de la Bolsa, Jaime Ruiz Sacristán, resultó positivo en la prueba del coronavirus. Los banqueros padecen el nerviosismo por lo que esta crisis pueda hacer a la economía mexicana y también están desconcertados por la actitud de excesiva confianza del presidente.
México se encontraba en un momento frágil cuando todo comenzó. En 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) decreció un 0,1% ––por primera vez en negativo desde 2009–– y algunos sectores resintieron el estancamiento de la economía. Pese a ello, la inflación se mantuvo en la meta del 3% y la moneda mexicana sostuvo una estabilidad notoria. Durante ese año, la incertidumbre en torno a la ratificación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos (T-MEC) mantuvo a los inversionistas en un constante nerviosismo, que despareció después de que el Congreso estadounidense diera el visto bueno al acuerdo comercial en enero de 2020. El anuncio de que Canadá ha cerrado este viernes el ciclo con la confirmación del tratado ha sido eclipsado por la crisis sanitaria global.
La tranquilidad duró poco. El encontronazo entre Rusia y la OPEP por la demanda de crudo generó un desplome en los precios del petróleo al mismo tiempo que México estaba intentando estabilizar las finanzas de la petrolera estatal, Pemex. El barril mexicano a 24 dólares ––lo justo para su producción–– resulta poco atractivo en la industria y la inversión privada en el sector energético está detenida por el Gobierno mexicano. Luego, la incertidumbre global por el coronavirus ha agitado los mercados y ha golpeado principalmente a las economías emergentes, como la mexicana. “Hay condiciones inmejorables para crecer, a pesar de las circunstancias”, ha dicho López Obrador a los banqueros, que casi no aplaudieron su discurso, para transmitir tranquilidad.
“López Obrador todavía no termina por afianzar la confianza de los inversionistas. El Gobierno está muy abierto al diálogo, pero todavía no se ven los planes en acciones concretas”, señala Jorge Sánchez Tello, director de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros. Los empresarios quedaron decepcionados tras la cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México y en el último año el Gobierno intentó limar asperezas planteando un plan de infraestructuras de 42.000 millones de dólares para los próximos cinco años. Los proyectos iban a comenzar, cuando el entorno económico cambió. “La economía mexicana es más delicada que la global”, advierte Sánchez Tello.
Las prioridades de México han cambiado en los últimos días y el Gobierno atisba que la pandemia generará un impacto económico significativo. Para generar confianza, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, se presentaron ante los banqueros para recordar las fortalezas de la economía mexicana. Herrera garantizó que el gasto en Sanidad se acelerará ante el crecimiento de casos de coronavirus. La banca, dijo, estará al servicio de quienes resulten afectados económicamente por esta crisis. Mientras que Díaz de León reconoció que la volatilidad será inevitable, pero aseguró que la política monetaria a cargo del banco central será responsable. Unas horas antes y ante las pérdidas del peso mexicano, el Banco de México realizó subastas cambiarias por 2.000 millones de dólares para estabilizar la moneda. “Lo que pone más nerviosos a los mercados financieros siempre es el no saber qué puede suceder, ya una vez que se tengan las noticias malas o buenas el mercado se estabiliza, pero mientras no lo tengamos seguirá la volatilidad”, explicó a la prensa mexicana el director de Santander en México, Héctor Grisi.
El Gobierno mexicano aún no habla de un plan de ayudas ante un parón económico por la crisis del coronavirus, pero existe entre el equipo económico la preocupación por la caída del consumo. Las proyecciones de crecimiento para México en el 2020 comienzan a perfilarse en números negativos (la última de Barclays apunta a un -2%), pese a que aún no termina el primer trimestre del año. Los economistas prevén que el Estado tendrá que revisar su política fiscal y fomentar el consumo una vez pasada la tormenta. El secretario de Hacienda ha insistido en que el ritmo de las medidas económicas en las próximas semanas estarán marcadas por las decisiones sanitarias que la Secretaría de Salud tome. Las primeras acciones de contención han sido la suspensión del curso escolar durante un mes y la recomendación de limitar el contacto personal. Tras estrechar las manos de los banqueros, el presidente mexicano siguió repartiendo besos y abrazos en su gira del fin de semana en el Estado de Guerrero.
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