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Columna
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El empleo, dique de contención ante una recesión

Europa crea 1,7 millones de puestos de trabajo en plena desaceleración y auge de la robotización

Raymond Torres
Empresa de componentes de automóvil.
Empresa de componentes de automóvil. L. Rico (EL PAÍS)

Las previsiones divulgadas esta semana por la Comisión Europea muestran que la economía española, y la europea en general, aguantan el parón del comercio internacional mejor de lo que se podía temer. Pese a la desorganización de las cadenas productivas provocada por la escalada proteccionista y el desplome de la industria, en especial la del automóvil, la zona euro todavía crecerá este año un 1,1% y experimentaría una ligera recuperación en 2020, con un 1,2%. Las previsiones son del 1,9% y 1,5%, respectivamente, en el caso de España, cerca del consenso de analistas.

Lo inédito es que la economía resiste gracias al empleo, que parece inmune a la desaceleración. Con toda probabilidad, este año se crearán en torno a 1,7 millones de puestos de trabajo en la zona euro, lo que significa que el empleo crecerá al mismo ritmo que la economía. Las tendencias son parecidas en nuestro país, mirando más allá de los últimos datos de afiliación, que si bien traducen un débil comportamiento son mejores que en fases de deterioro coyuntural. Fruto de ello, el paro sigue reduciéndose, ajeno al enfriamiento de la economía. Este año, la tasa de paro ha descendido en todas las economías de la zona euro, salvo en algunas donde se mantiene en niveles muy reducidos (datos comparativos entre septiembre, último disponible, y el mismo mes un año antes). Es llamativo que países que están prácticamente en recesión, como Alemania e Italia, sigan recortando el paro.

Esto quiebra las pautas observadas en anteriores periodos de deterioro coyuntural. En el periodo recesivo de principios de los años 90, la tasa de paro se incrementó en todas las grandes economías europeas. Detalle importante, la agravación del desempleo se produjo antes de la entrada en recesión, lo que explica la gravedad de la misma. La tasa de paro también aumentó, tanto en la zona euro como, levemente, en España, durante la desaceleración de principios de los 2000, consecuencia del estallido de la burbuja tecnológica – la llamada dot.com bubble. La crisis financiera coincidió con los peores registros en materia de aumento del paro, con la excepción notable de la economía germana.

Así pues, el empleo actúa como dique de contención ante los vientos adversos que vienen del exterior. La creación de puestos de trabajo, junto con el incremento de los salarios en un entorno de baja inflación, sostiene la renta disponible de las familias, que aumenta al ritmo más intenso desde el inicio de la recuperación. El consumo privado se beneficia de esta evolución, impulsando la demanda interna, el único pilar que le queda al crecimiento europeo ante el estancamiento de los intercambios mundiales.

El excepcional comportamiento del empleo podría mantenerse, por obedecer a cambios estructurales como la multiplicación de empleos a tiempo parcial u otras fórmulas contractuales que facilitan los ajustes internos, en vez de recortar plantilla. El cambio demográfico, unido a la aparición de fenómenos de escasez de personal cualificado, también incide en la decisión de las empresas de limitar el recurso al expediente de regulación de empleo. Además, contrariamente a anteriores periodos recesivos, el actual se caracteriza por la ausencia de una burbuja dispuesta a estallar, con su retahíla de pérdidas de empleo. Las empresas industriales, las más afectadas por la desaceleración, podrían estar considerando que el bache que atraviesan es pasajero, y que no se debe a un exceso de capacidad productiva. Por eso siguen contratando, por ejemplo en España, donde la afiliación en la industria manufacturera se ha incrementado a un ritmo anual del 2% en el mes de octubre.

En suma, el empleo podría seguir resistiendo, lo que ayudará a evitar una recesión tanto en Europa como en nuestro país. El reverso es el deterioro de la calidad de muchos de los empleos que se crean y el estancamiento de la productividad. Una paradoja en el actual contexto de robotización y a las puertas de la revolución de la inteligencia artificial.

Raymond Torres es director de coyuntura en Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_

Productividad

Mientras que la economía se enfría, el empleo sigue creciendo, provocando una desaceleración acusada de la productividad del trabajo. Las previsiones de la Comisión para 2019 apuntan a un estancamiento de la productividad para el conjunto de la zona euro, una media que esconde caídas en Alemania y España (-0,3%), e Italia (-0,5%), entre otros países, y subidas como en Francia (0,2%), Portugal (1%) y países bálticos (con valores superiores al 2%). En EE UU la productividad avanza a mayor ritmo que en Europa, prolongando las tendencias registradas en las dos últimas décadas.

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